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Juan Manuel González

Crítica: 'Insurgente', con Shailene Woodley

'Insurgente' supera en casi todo a su predecesora. La cuestión es si a alguien realmente le importa esa mejora.

Póster Insurgente
Puntuación: 6 / 10

Sobre el papel, Insurgente (estreno: 1 de abril) cumple todos los requisitos del manual de la buena secuela. Es más grande y espectacular que Divergente, más oscura y sexy (su protagonista, la excelente Shailene Woodley, estrena corte de pelo) y desde luego desarrolla algunas proposiciones mucho más interesantes que las de la anterior, una película que en su intento evidente de componer una franquicia se dejaba llevar por un esquema un tanto uniforme... y vaya hombre, nada "divergente". ¿Cuál es entonces el problema de esta segunda entrega de la saga favorita de adaptaciones "young adult" de Hollywood, con el permiso de la casi finiquitada Los Juegos del Hambre?

Para quien escribe, sin duda, es la voluntad de aparentar una gravedad impostada, forzada, que trata de convencernos de que no estamos ante una liviana aventura juvenil. Hay en Insurgente cierta pose afectada a la hora de trazar su parábola social y política (repleta de contenido, sí, pero un tanto de perogrullo, y con un pie o los dos puestos en el pastiche) sin que el humor o la candidez se asomen en algún fotograma, como si esas cualidades fueran incompatibles con una buena segunda lectura. Todo en La serie Divergente, como también en la última entrega de Los Juegos del Hambre, rezuma una forzada descofianza, un terrible pesimismo que refleja tiempos complicados y cambiantes (como explica Kate Winslet en los primeros segundos de largometraje), pero también esa operación de márketing a rebufo de la saga Crepúsculo que habita tras la saga. Una impostada frialdad, en definitiva, que trata de otorgar "gravitas" a un espectáculo carente de toda ironía.

La Serie Divergente: Insurgente comienza allí donde lo dejó la primera película, con la divergente Beatrice Prior (Shailene Woodley) consiguiendo escapar en el último momento, y tras terribles sacrificios, del acoso de Jeanine Matthews (Kate Winslet), la dictatorial líder de la facción Erudición. Acompañada de Cuatro (Theo James) y otros nuevos aliados de Cordialidad, Tris se debate entre esconderse o salir al encuentro de sus enemigos mientras Matthews urde un plan que acabará con todos los divergentes como ella.

Energía teutona

Dicho lo anterior, lo cierto es que a Insurgente el cambio de director, de Neil Burger al alemán Robert Schwentke, le ha resultado muy beneficioso. Bien es cierto que el de Plan de vuelo: desaparecida y Red no tenía que pagar los peajes de un primer tomo, pero también que su historia está contada con esa claridad, limpieza y energía teutona (narrativa y visual) que otros realizadores del mismo país también supieron otorgar a sus odiseas hollywoodienses (sí, Wolgang Petersen, hablo de tí). Schwentke adorna el relato de escenas de acción impecables, como esa primera gran huida del campamento de Cordialidad, e impulsa la acción hacia delante sin importar las debilidades del mundo creado por Veronica Roth. Y conduce la trama hacia una gran metáfora mesiánica que da la excusa para preñar la aventura de imágenes de destrucción urbana fascinantes que, por una vez, explotan bien ese aire atormentado de la serie. Me refiero a todas las que ocupan el tercio final, desarrolladas en esa suerte limbo virtual/inconsciente a medio camino entre el mundo del sueño y una realidad alternativa, y que en todo caso van a ser el campo de batalla donde Beatrice sufrirá su propia y onírica Pasión de Cristo. Una fuga a la fantasía que me parece mucho más estimulante que la sociedad distópica que nos plantea la escritora del material original, y que sin duda plantea un nuevo escenario sin límites repleto de posibilidades... que quizá no estén en la agenda de los productores.

Esta analogía mesiánica en el seno de las nuevas tecnologías resulta de todas formas el mejor postre posible, y convierte Insurgente en un filme más impactante que su predecesor, uno que además se beneficia de un reparto juvenil notable. Cada vez que Woodley, Ansel Elgort (Hombres, Mujeres y niños) y Milles Teller (Whiplash), además por supuesto de Kate Winslet, comparten escenas da la impresión de que hay algo más de lo que la película finalmente puede dar, superando sin dificultades los mimbres del pastiche urdido por Roth en las páginas de los libros.

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