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Los Goya hacen justicia con Cesc Gay y Ricardo Darín

Las quinielas y los premios previos hacían presagiar que la noche era de La novia, pero finalmente la Academia hace justicia con Cesc Gay.

Las quinielas y los premios previos hacían presagiar que la noche era de La novia, pero finalmente la Academia hace justicia con Cesc Gay.

El 30 aniversario de los Goya será recordado, cinematográficamente hablando, como el año de Truman, cosa que me alegra enormemente porque soy fan declarado de esta pequeña joya del cine español.

Una edición llena de sorpresas en muchos de sus apartados como el gran patinazo de La novia, que partía como la gran favorita. Y la sonrisa de Isabel Coixet, que se ha llevado más de lo que ella esperaba, 4 Goyas. Un año en el que se recordará a Irene Escolar como una firme realidad, no solo del teatro sino ahora ya del cine gracias a su Goya revelación.

¿Y la gala en sí? Os preguntaréis. A mí no me ha entusiasmado, pero tampoco me ha disgustado del todo a pesar de su contenido político y la presencia de muchos de ellos en la sala, algo que me molesta y mucho porque a ninguno se le ha visto jamás en el estreno de una película española, y mucho menos referencia alguna a nuestro cine. Recordemos por ejemplo que Pablo Iglesias no le regaló al Rey una serie o película española sino Juego de Tronos, del que se declara fan.

Ya no hablemos de Carmena, Pedro Sánchez, Albert Rivera… en fin, lamentable. Sin embargo reconozco que me ha hecho gracia que aparezca Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa por la alfombra y que en la sala hubiera 4 Oscar: Juliette Binoche, Penélope Cruz, Tim Robbins y Javier Bardem, que como siempre ha atendido a la prensa española no haciéndonos ni caso, claro, no somos americanos.

Está claro que este 30 aniversario nos retrotrae a aquella gala presentada por Victoria Abril y Miguel Bosé, por cierto, como se nota que han pasado 30 años en Victoria, entonces era más divertida. En esa todo era ilusión, meteduras de pata, fallos, pero era el inicio de lo que nadie pensó que terminase siendo una realidad, que la industria española del cine se uniese en sus distintos departamentos y lograr formar lo que es hoy en día la Academia, donde se reúne a toda la gente del cine español.

Nos ha faltado un recordatorio de esos años, de esos premios y de esas gentes que ya no están pero que siguen permaneciendo en la memoria de los que amamos el cine. Menos mal que nos queda Mariano Ozores que sí ha sabido homenajear en esta ocasión a los dos valores importantes del cine, a sus actores y al público.

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