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'Toro' y la testosterona ibérica: ¿existe el cine de acción español?

Western cañí, testosterona ibérica... Llamémoslo como queramos, pero lo cierto es que el thriller español está aquí y parece que va a quedarse.

En el cine español, los antihéroes como los que se ha especializado en interpretar el gallego Mario Casas no hacen parrilladas en el jardín como los de todas las películas de la saga Fast & Furious, sino que comen tortilla de patatas de un táper.

Las nuevas generaciones de cineastas van tomando poco a poco el relevo, y un nuevo modelo de cine español, el procurado por las televisiones privadas, ha ido definiendo año tras año el cine de nuestro país. Esto puede significar varias cosas, pero en lo que a géneros se refiere, hay una bastante clara: el thriller de acción de pata negra está ahí, existe, y hay productos como Toro (estreno: 22 de abril) que lo demuestran.

Echamos la vista atrás para analizar la trayectoria de éste y otros títulos de testosterona ibérica.

Toro (Kike Maíllo, 2016)

"Somos un país de malos hermanos", dice Romano, el mafioso que acecha en el último piso de un complejo hotelero abandonado en pleno Torremolinos y que interpreta con brutalismo y tristeza un excelente José Sacristán. Protagonizada por Mario Casas y Luis Tosar, Toro es la historia de dos hermanos que no acaban de llevarse bien y el mafioso que se les ha cruzado a ambos, una suerte de figura paterna y autoritaria que representa el pasado, y a la que el veterano actor (sin duda, lo mejor del filme) le presta todo su aplomo. La película de Maíllo tiene un prólogo y unos títulos iniciales que nos hacen prever lo mejor, un ambientación de bandera (Torremolinos, ciudad de fantasmas inmobiliarios) y secuencias de acción reseñables, pero el guión -perjudicado por la nula química entre Tosar y Casas- trata de disfrazar la fórmula apelando a la tragedia y los lances del destino. Como el elemento humano no funciona, sólo queda presenciar el pastiche, una muy entretenida pero fallida mezcla de Michael Mann, Nicolas Winding-Refn o Transporter con cualquier Almodóvar que se les ocurra. Suena bien -de hecho, muy bien-, pero al final, el coche no arranca.

El desconocido (Dani de la Torre, 2015)

Uno de los debuts más poderosos del cine español reciente fue el de Dani de la Torre, un thriller en tiempo real en el que, salvo algunos retazos de denuncia insertados con algo de trazo grueso (y que francamente, sólo subrayan lo que el director ha conseguido enunciar antes de manera más sutil) casi todo lo importante funciona bien. Por un lado, el aprovechamiento de la geografía coruñesa, el crescendo de tensión, la intensa y afectada interpretación de Luis Tosar... Y por supuesto, las abundantes persecuciones y secuencias de acción, que revelan a de la Torre como un director con gusto, capacidad estética y, a pesar de lo enunciado arriba, intenciones. Tic, tac, tic, tac...

El Niño (Daniel Monzón, 2014)

Uno de los más indiscutibles taquillazos españoles de recientes fue El Niño, nueva incursión en el thriller del ex crítico de cine Daniel Monzón (¿ven? para algo sí servimos...) tras la más rudimentaria Celda 211, y en la que basicamente todo fluye mucho mejor que en aquella. Desde la interpretación de Jesús Castro, con una dicción cerril que al menos resulta oportuna si consideramos personaje; hasta Luis Tosar, una pieza imprescindible si uno quiere hacer una película de acción española, y por supuesto las pocas persecuciones que adornan un relato que tampoco las necesita. Salvo una puesta en escena un tanto plana, la historia de El Niño funciona (¡y pedimos segunda parte, que para eso la tuvo El Lute!)


La isla mínima (Antonio Rodríguez, 2014)

Una de las mejores y más redondas películas comerciales del cine patrio del último lustro. Tanto que, pese a no tratarse expresamente un filme de acción, ha adelantado a otra estimable película del mismo Antonio Rodríguez, Grupo 7, a la hora de figurar en esta pequeña lista. Todo trasmite misterio y atmósfera en un suspense policial verosímil pero sobre todo apasionante que, en su momento, fue comparado con True Detective (pese a haber sido rodada al mismo tiempo) y que mostró una autoridad casi sin precedentes a la hora de acaparar premios Goya. La isla mínima es un ejemplo de narración cinematográfica digna de enseñar en las escuelas de cine, una película en la que guión, puesta en escena y montaje se alían con precisión matemática en un relato perfecto.

No habrá paz para los malvados (2011)

Ver a Santos Trinidad (Coronado) entrar en un bar de polígono industrial y encajarse un cubata es la viva imagen del western cañí. El retrato de un personaje antiheroico sirvió a José Coronado para componer uno de los últimos y más claros iconos del cine español; y a su director, el especialista en el género Enrique Urbizu, para componer una compleja y honesta película que acaba revelando un reflejo alucinado, nocturno y cotidiano de los fantasmas despertados por el terrorismo islamista en la piel de toro.

Infierno azul (2016)

Mucho ojo: Infierno azul tiene de española lo mismo que el sushi, pero antes de criticar dejen que nos expliquemos. Hay muchos cineastas españoles con un pie, o los dos, en Hollywood. Los hermanos Pastor, Fresnadillo, Vigalondo, Bayona (fichado para dirigir, atención, la secuela de Jurassic World)... Pero esto va de cine de acción, y el nombre de Jaume Collet-Serra es allí, ahora mismo, indisoluble del género. Bien es cierto que el barcelonés nunca ha firmado una película española, que si queríamos incluir un producto nacional afincado en Hollywood quizá deberíamos haber mirado a Paco Cabezas, que hace poco presentó la irregular Tokarev y pronto presentará sus episodios de la serie Penny Dreadful, o simplemente cerrar la lista con algo de Álex de la Iglesia, que siempre viste de espectáculo de género sus sátiras nacionales. Collet-Serra empezó su carrera allí y no parece que tenga mucha intención de bajar a la piel de toro para continuarla, al menos de momento.

Pero es que el director, al fin y al cabo heredero de especialistas del género como Donner, Hyams, Hill o McTiernan, es simplemente uno de esos artesanos que siempre tienden a ser ignorados, pese a productos tan majos y fiables como Sin Identidad (2011), Non Stop (2014) o la excelente Una noche para sobrevivir (2015), todas ellas con Liam Neeson. En unos pocos meses presentará Infierno azul, en la que Blake Lively interpreta a una surfista herida enfrentada a un enorme tiburón blanco. Aún no la hemos visto, pero su tráiler promete y queríamos cerrar esta pieza mirando al futuro y hacia el ámbito internacional... lo mismo que muchos de los directores citados. ¿Les hemos convencido?

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