Menú
Juan Manuel González

Crítica: 'Ninja Turtles. Fuera de las sombras'

'Ninja Turtles' ofrece tantas dianas para el crítico convencional que hasta genera simpatía.

'Ninja Turtles' ofrece tantas dianas para el crítico convencional que hasta genera simpatía.
Megan Fox y las Tortugas Ninja | Paramount
Póster Tortugas Ninja 2: Fuera de las sombras
Puntuación: 5 / 10

Los detractores del director norteamericano Michael Bay (Armageddon, Dolor y Dinero) se estarán frotando las manos con esta Ninja Turtles. Fuera de las sombras. No porque se trate de un producto destinado a insertarse en una batería de otros productos (que van desde juguetes a videojuegos) más que una película contenida en si misma; o porque se trate a la vez no ya de una secuela, sino de la secuela de un reboot (que también) de un fenómeno que -al menos en su encarnación cinematográfica- se trata de algo eminentemente infantil. Es por eso y, sobre todo, porque estamos ante un producto de marca blanca "Bay", aquí limitado a producir y, por tanto, imprimir su sello visual y narrativo a una película destinada al público adolescente del siglo XXI, consumidor de videojuegos y amante de la cultura pop sin más pretensiones. Demasiadas dianas, como ven, para disparar a tan poca película.

Un panorama desolador para el crítico de bien que, sin embargo, tampoco ofende particularmente a quien esto escribe. Fan confeso de Bay (su reciente 13 Horas fue un espectáculo bélico notable, todo lo sentido que uno podría esperar de un realizador adrenalínico como él), sí que es cierto que esta Ninja Turtles hubiera necesitado de un tono más adulto y extravagante del que sus responsables se han molestado en imprimirle. Dirigida por Dave Green, que sustituye a Jonathan Liebesman en la silla de responsable principal (aunque, como se imaginan, tanto da), éste se limita a seguir las coordenadas de un producto Bay moviendo la cámara de manera constante, elaborando planos secuencia donde la ingeniería digital cobra todo el protagonismo, arrojar estereotipos raciales a la audiencia (las nuevas tortugas ninja se comportan y hablan Lo haría 50 Cent) y lucir el privilegiado palmito de Megan Fox en el que es, la verdad, el mejor momento del filme: aquel en el que la bombástica protagonista de Transformers nos demuestra qué es un geek y qué un freak con un cambio de vestuario presentado casi en plano secuencia. Nada cambia y, si acaso, solo recibimos un poco más de fluidez y espectáculo que en la primera parte.

Quizá sea necesario redefinir el concepto de inocencia visto en las películas originales de las Tortugas Ninja. No pasa nada por hacerlo. Aquí los guionistas Josh Appelbaum y André Nemec aportan un aroma a las últimas entregas de Misión Imposible (que, no por casualidad, ellos escribieron) y orquestan una mínima excusa dramática en torno a la separación del grupo y la posibilidad de, como dice el título, comenzar a operar al descubierto. Nada de eso importa, en tanto es mero relleno entre las tres grandes secuencias de acción del relato: la que envuelve varios camiones en una autopista, la del avión y el desenlace de ciencia ficción en el que Kang hace su acto de aparición en Nueva York. Todas ellas simulaciones de las orquestadas por el propio Bay para su saga Transfomers y con una fuerte carga de videojuego de plataformas (la nave de Krang, en una de las mejores ideas visuales de la película, llega como una serie de piezas que se "montan" a sí mismas sobre los rascacielos) que nadie intenta potenciar a otro nivel.

No, en Fuera de las Sombras no se hace un comentario sarcástico sobre la naturaleza del superhéroe, ni se define a sus personajes más allá de la etiqueta que vendría en la caja de un muñeco. Se olvida de trabararse ciertos personajes (Splinter, el propio Krang) en aras de la fluidez y el ritmo, y hubiera sido apetecible un mejor trabajo en los diálogos y algún gag más elaborado. Pero tanto da, si tenemos una Nueva York así de exuberante y colorista, en la que saltamos en plano secuencia de un partido de la NBA a un desfile de Halloween y en el que la pizza tiene un aspecto tan cremoso. Esa era la promesa de las películas de las tortugas ninja para los que fuimos niños en los noventa, y eso es lo que son ahora. Creo que tampoco hemos perdido nada con el cambio.

En Cultura

    0
    comentarios