El mundo es lugar injusto, y por eso una película tan convencional, pero tan buena y bien hecha, como esta Héroes en el infierno pasará como un rayo por la cartelera española. También lo ha debido hacer por la norteamericana, afectada ahora de la habitual tromboflebitis de títulos oscarizables y otros a la moda (ustedes saben de lo que hablo). Tercera película de Joseph Kosinski tras Tron: Legacy y Oblivion, la presente sitúa al director en un género distinto, el del drama de acción basado en hechos reales cultivado recientemente por directores como Michael Bay (13 horas) o, sobre todo, Peter Berg (Día de Patriotas, El único superviviente). La historia es la de los Granite Mountain Hotshot, un grupo de bomberos de élite de Arizona que se enfrentó al fuego de sus vidas muy cerca de su hogar. Su vocación de sensible loa a los servicios de salvamento nacionales, en este caso los bomberos forestales, y su respeto a la hora de narrar unos hechos que forman parte de la historia negra (que no van en detrimento del espectáculo cinematográfico) son evidentes desde el póster, y seguramente enervará a quienes busquen mensajes y discursos a la moda a la hora de alabar o pasar de una película.
Kosinski aborda la vocación de un grupo de hombres con la suya propia, que es -lo confirmamos- tanto la de un ominoso pintor romántico (la imagen que abre la película, tan terrible como fascinante) como la de un autor de blockbuster al uso. Elegante, sostenido en su ritmo, sumamente estilizado (se agradece, y mucho, la ausencia de la ya sempiterna cámara en mano en un filme "a pie de calle" como Héroes en el infierno) la dirección de Kosinski es lo mejor de la película: sin abordar la historia con un punto de vista especialmente autoral, todas y cada una de las imágenes del filme tratan de subrayar con discreta poesía lumínica los acontecimientos, alejándose de la tendencia habitual del docudrama de acción reciente. El director de la secuela de Tron demuestra, de nuevo, filmar el vuelo de helicópteros tan bien como Michael Bay y tener la capacidad visual de un esteta de cuidado; pero se aleja de sus modismos en su forma de buscar el paisaje y privilegiar la idea del trabajo sobre la del espectáculo pirotécnico. El devenir convencional de la película, que equilibra la vida familiar de dos o tres de sus protagonistas con sus sucesivos encuentros con el fuego, adquiere fuerza gracias al paisajismo árido que exhibe Kosinski y un sentido del suspense fenomenalmente subrayado por la partitura de Joseph Trapanese (corresponsable de las espléndidas partituras de las anteriores películas del director, junto a Daft Punk y M83).
Bien es cierto que las interpretaciones le ayudan. Josh Brolin, Miles Teller (quizá el actor con peor suerte comercial del panorama actual) y Taylor Kitsch (éste último convirtiéndose en un secundario interesante tras su fracaso como estrella) están brillantes y ayudan a contener las ansias melodramáticas del guión. Nunca ganarán un Oscar por un filme como Héroes en el infierno, eso está claro, pero su interpretación de la camaradería masculina exibida por un puñado de hoscos machos sirve a la narración y no a los bajos instintos del tópico. El resultado es, por mucho que sus protagonistas escupan en el suelo con la actitud de un bronco americano, un drama de acción donde el amor y el fuego arden igual que en un sueño: "Si te asusta, es que es real", dice el personaje de Brolin en un momento dado, y esa es la única verdad que se llevaron.