Menú

Nocturna 2018 (I). Dos películas tramposas, una buena y una terrible

Primera de dos crónicas dedicada al Festival de Cine Fantástico Nocturna, que se acaba de celebrar en Madrid. 

Primera de dos crónicas dedicada al Festival de Cine Fantástico Nocturna, que se acaba de celebrar en Madrid. 
Ghostland | A Contracorriente

El Festival Internacional de Cine Fantástico Nocturna Madrid cerró esta semana su sexta edición tras varios días de proyecciones. El evento comenzó a lo grande con La Noche de Halloween, el taquillero regreso de Michael Myers a Haddonfield tras años formando parte de la galería de asesinos preferidos del público, y se clausuró el sábado con Mandy, filme protagonizado por Nicolas Cage que se convirtió por derecho propio en una de las sensaciones de Sitges (y a la que dedicaremos un artículo de opinión exclusivo en unos días, con vistas a su estreno el 31 de octubre).

De Halloween, estrenada el pasado viernes, ya publicamos un texto largo y detallado el día de su estreno, de modo que les remitimos a él. Y de la presencia estelar de Don Mancini, creador y guionista del Muñeco Diabólico (proyectada en pantalla grande en una sala llena y dispuesta a celebrar los asesinatos de Chucky) y sus secuelas, les hablaremos con detalle, también en un texto aparte.

En éste y sucesivos artículos trataremos películas de la Sección Oficial, de las paralelas Dark Visions (dedicada a propuestas más intensas o transgresoras) y Panorama (que fuera de concurso aporta nuevas miradas al cine fantástico o de terror), así como los cortometrajes que las precedieron. Como las proyecciones se solapan (cosa habitual en un festival) y este redactor aún no ha logrado el don de la ubicuidad, solo comentaremos las proyecciones que se han logrado atender… incluyendo, afortunadamente, a la ganadora del certamen.

Ghostland del francés Pascal Laugier se alzó como la gran triunfadora del año con los premios Paul Naschy a la mejor película y también el de mejor director, dentro de la Sección Oficial. El responsable de Martyrs, el gran puntal del cine extremo francés, ha pisado el freno con la violencia para lograr introducir su película en el mercado internacional (se trata de una coproducción con Canadá, rodada en inglés y ambientada en el Estados Unidos rural) lo que no quiere decir esta Ghostland sea precisamente un paseo por el parque.

La historia de una madre y sus dos hijas que heredan una casa y lo que ocurre cuando dos asesinos se internan en ella, da lugar a un filme de ritmo abrasador, tramposo y superficial pero absolutamente trepidante, con fugas de la realidad y homenajes a Lovecraft que más bien cristalizan en Rob Zombie y, por qué no, la Carrie de De Palma (atención a un detalle que ocurre poco antes de la tragedia: a la protagonista le baja su primer periodo). Una gozada extrema que muchos echarán por tierra por su condición de Laugier domesticado, su trama más bien etérea y sus giros de traca… pero que ofrece una fascinante e imposible aleación de motivos, desde la invasión doméstica hasta el cine de casas fantasma, pasando por el slasher y el torture-porn. Con toda seguridad hablaremos más de ella cuando se estrene en España, cosa que ocurrirá el 23 de noviembre de la mano de A Contracorriente.

hqdefault.jpg

Otros filmes como Verano del 84 también hacen trampa, pero fracasan a la hora de capturar al espectador con un desarrollo monótono y tópico, y–sobre todo- retorcer un fatalista giro final que más que sorprendente resulta manipulador, cruel y sádico. Los directores canadienses François Simard, Yoann-Karl Whissell y Anouk Whissell, firmantes de Turbo Kid, reinciden en el homenaje al cine juvenil de los 80 a rebufo de la recuperación nostálgica de Stranger Things, con música de sintetizador "a lo Carpenter" y multitud de referencias ochenteras. La historia de una pandilla de niños de instituto convencidos de poder desenmascarar a un asesino en serie de niños podría ser un homenaje a It, Noche de Miedo, No matarás… al vecino, y otra media decena de filmes todos ellos superiores al aquí presente. En todos ellos la investigación era juego y cierto contenido de sátira social, compatible con el "sense of wonder" propio de la época. Pero aquí ni su pobre aspecto y narrativa derivativa, y sobre todo su cruel varapalo final, que trata de aportar una conciencia crítica sobre su material de base, convencen. Summer of 84 quiere ser todo: un festival de guiños ochenteros camuflados de relato hichcockiano, y aportar oscuridad y conciencia crítica en sus cinco minutos finales, pero lo hace con la sutilidad de un charcutero y sin preocuparse un ápice por el maltrato y el engaño al que somete a sus personajes y al público que se proyecta en ellos en un desenlace cruel. Una película falsa y cínica que quiere despertarnos de la nostalgia, pero se aprovecha de ella. En mi diccionario, eso se llama hipocresía.

hqdefault.jpg

Boat es otra película de serie B con monstruo devorador de hombres (en este caso, un jabalí gigante acosa a los habitantes de un pueblo australiano), pero también es una conoce sus limitaciones y las supera con mucha sangre, vísceras y –sobre todo- caradura, mucha caradura. Al director Chris Sun le perjudican unos efectos digitales propios de la Asylum, pero incluso eso nos da el adecuado contexto para entender un divertimento que –ojo- aporta un par de cosas nuevas en la caracterización de sus héroes: como en la mítica Temblores, aquí tenemos a un grupo de paletos que inyectan al filme una dosis de brutalismo y folclore australiano. En Boar todos los personajes parecen ser obsesos sexuales y hay un par de muertes crueles y estúpidas que acaban resultando muy divertidas. Atención a la presencia de John Jarrat (presente en Wolf Creek y otras de Greg McLean, aún la bandera del terror australiano), Bill Moseley (el famoso Chop-Top de La matanza de Texas 2 y fetiche de Rob Zombie) y sobre todo el luchador Nathan Jones: una mole de 2.10 metros que el director Chris Sun presenta en pantalla jugando con corderitos… y que por supuesto es el único capacitado para vérselas con un jabalí gigante. Muy divertida.

hqdefault.jpg

The Invocation of Enver Simaku, ópera prima del alicantino Marco Lledó Escartín, pasa por ser una de las más grandes rarezas del festival, lo que no quiere decir que las muchas facetas de este filme español rodado en Albania en formato docudrama, que mezcla crónica política y terror sobrenatural, cuajen totalmente. La obra, eso sí, se ganó una Mención especial del jurado de la Sección Oficial "por su atrevimiento, formal y argumental, y su propuesta de combinar terror clásico, el documento político y social, recuperando el folclore y las creencias ancestrales como mecanismos del horror". Exhibida en la Sección Oficial, The Invocation of Enver Simaku se ambienta en Albania y narra la investigación de un periodista cuya esposa Ángela (de nacionalidad española: estamos de nuevo en régimen de coproducción) murió a manos de un asesino poseído por un espíritu del folclore pagano. La película trata de arrojar una visión crítica de un país destrozado por la lucha entre comunismo y capitalismo, pero ofrece demasiado contexto e información, tanto que en ocasiones resulta demasiado poco intuitiva. La atmósfera decrépita y fría ayuda a entrar en su estado de ánimo, pero la excesiva y constante exposición de datos enfanga un filme que maneja conceptos complejos necesitados de metáforas visuales, no diálogos, donde lo atávico y las defectuosas estructuras sociales que tratan de sobreponerse fracasan estrepitosamente. Pese a ello, por su rareza y férrea voluntad de alejarse de los tópicos del cine de posesiones infernales (Enver Simaku es terror, pero sobre todo análisis social desde los parámetros del cine de género) la existencia de experimentos como éste se agradecen.

hqdefault.jpg

Cortometrajes

El Premio del Público al mejor corto internacional,que según señalaron los responsables del festival, estuvo muy reñido, recayó en Baghead, una producción británica dirigida por el español Alberto Corredor, cuyo hermano recogió el premio en su nombre; mientras que Alejo Ibáñez recibió el Premio del Público al mejor corto nacional, por Amancio vampiro de pueblo. A continuación pasamos revista a algunos otros exhibidos en la selección oficial.

Marta, de Lucía Forner Segarra, se ríe de los clichés del "torture porn" con una joven que pretende rodar una película snuff con un pobre desgraciado. El corto bromea con el estereotipo del asesino psicópata y los roles femeninos en el género, lo que convierte el trabajo de Forner en un experimento pertinente: la chica considera que faltan referentes femeninos en esto del asesinato y quiere ser una "asesina progre"; una que no mata a sus hijos porque no es una madre loca, sino que "mata hombres". Un trabajo divertido y bien hecho.

La guarida, de Iago de Soto, aborda otro territorio dado al cliché, el de la España de la Transición y el choque de fuerzas que bullía bajo la piel de toro, pero se lo lleva al terreno terror rural con la historia de una joven autoestopista y el hombre que la recoge… y el horror que se desata cuando recalan en una solitaria pensión en las afueras. Pese a cierto descuido formal que rebaja la intensidad y algún tópico a la hora de representar según qué papeles, lo cierto es que el conjunto funciona muy bien: una suerte de Tarde para la ira pero despachada sin cortapisas ni más explicaciones que las necesarias.

Y ya que estamos con el torture-porn a secas, Máscara de cordura, de Fran Casanova, toma de referencia inmediata las primeras entregas de Saw para narrar el cautiverio de una escritora de éxito, secuestrada por un captor que no revelará su identidad hasta el final. Aunque el giro final no sorprende, la estética sucia y desagradable proporciona adecuados momentos de asco.

Temas

En Cultura

    0
    comentarios