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Juan Manuel González

Crítica: 'Ritmos del corazón', con Nick Offerman y Kiersey Clemons

Nick Offerman y Kiersey Clemons, dos actores que demuestran su valía en esta honrada tragicomedia, 'Ritmos del corazón'.

Nick Offerman y Kiersey Clemons, dos actores que demuestran su valía en esta honrada tragicomedia, 'Ritmos del corazón'.
Nick Offerman y Kiersey Clemons | Sony Pictures

Cuando la vida te da limones, haz limonada. Y cuando la vida te da dilemas, transformalos en arte. Lo primero podría ser una frase de Mr. Wonderful, lo segundo lo pronuncia el personaje de Nick Offerman en esta Ritmos del corazón, una pequeña comedia dramática que podría caer en el enorme saco sin fondo de ofertas cursis y desangeladas del cine indie americano, pero afortunadamente se mantiene en todo momento al otro lado de esa línea gracias a una serie de valores intangibles que aporta enteramente su excelente reparto.

Ritmos del corazón sigue los pasos del viudo Frank Fisher y su hija Sam, dos personas obligadas a pasar página. Ella se dispone a ir a la universidad en la otra punta del país, y él está obligado a cerrar su tienda de discos tras casi dos décadas al frente. Con diálogos naturales y dos interpretaciones conmovedoras, Ritmos del corazón se aleja todo lo posible de la recordada Alta Fidelidad (con la que podría compartir ciertos escenarios y preocupaciones) para convertirse en, como las dos o tres canciones que adornan el filme y que cantan a dúo padre e hija, una pequeña pieza emocional destinada simplemente a expresar sentimientos.

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Brett Haley, firmante de Volverás en mis sueños, adorna el conjunto con pequeños interludios cómicos o románticos, los primeros a cargo de Ted Danson (el colega aficionado a la marihuana, y repitiendo por tanto el papel de Bored to death) y los segundos a cargo de la única actriz capaz de sortear la cursilería en esta clase de empresas, la ubicua Toni Collette. La melancolía del personaje de Offerman, al fin y al cabo un artista frustrado (o más bien resignado) sirve de hilo conductor y pegamento a la experiencia, y de paso sirve al filme para establecer algún emotivo paralelismo entre vida y arte, pero un nivel totalmente ordinario, común, cotidiano, que refuerza ese sentimiento oculto pero evidente.

Bien es cierto que el filme desaprovecha algunas de sus premisas, pero lo hace con una levedad y ligereza que al final se agradecen, propulsando de paso la carrera a una joven actriz, Kiersey Clemons, que supera con éxito la prueba. Todo en Ritmos del corazón es como un tiempo muerto en el que padre e hija cierran un capítulo y abren otro distinto, en el que, sin ansiedad o dramatismos innecesarios, los grandes y melancólicos ojos de un actor de excelente olfato cómico como es Offerman (Parks & Recreation) conducen al espectador hacia un desenlace optimista, pero sentido. Muy bonita.

Ritmos del corazón forma parte de la colección Sony Pictures destinada a cine indie y nuevos cineastas. La película sale directamente en DVD, venta y alquiler digital.

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