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Juan Manuel González

Crítica: 'Destroyer. Una mujer herida', con Nicole Kidman

Una caracterizada Nicole Kidman destaca en 'Destroyer', un policiaco angustioso dirigido por Karyn Kusama.

Hay una respetable cantidad de angustia metida a capón en Destroyer, un thriller dirigido por Karyn Kusama y concebido como vehículo de lucimiento para su protagonista, Nicole Kidman, y que pese a sus desigualdades merece la atención del aficionado al género. La actriz interpreta a una policía de Los Angeles consumida, física y psicológicamente, por un trauma del pasado que el espectador irá descubriendo a través de una serie de flashbacks de importancia fundamental. Pasado y presente se trenzan en un filme en el que Kidman y su directora, represaliada ahora mismo del sistema de estudios tras los fracasos de Jennifer's Body y Aeon Flux, pero también vindicada desde los, a su manera, más cómodos márgenes del mercado independiente por la muy notable película de terror The Invitation, tratan de aportar una perspectiva más oscura todavía al género criminal. El éxito es, lamentablemente, solo relativo: Destroyer da la impresión de ser una película que se queda a medias.

El filme propone una aproximación femenina al neo noir, una sensibilidad que incrementa el drama pero no el sentimentalismo y que suma al relato policial en su variedad "policía infiltrada" (en el fondo, lo más evidente de la propuesta) el retrato psicológico de una mujer perturbada y aplastada por el peso de las circunstancias. En esta ocasión esto es de lo más interesante del filme, dada la naturalidad y escaso interés de hacer discursos de los implicados más allá de lo que se desprende de la historia. Los problemas para Kusama empiezan sin embargo con la plasmación "física" de su material, empezando por la propia caracterización de Kidman, tan brillante como excesiva en su compromiso, y en el apoyo de unos personajes secundarios que más bien parecen espectros sin un papel definido y sometidos a la estrella. Bien es cierto que ésta pudiera haber sido la intención de Kusama, en tanto más de la mitad de esos sujetos pertenecen a un pasado que ya no existe o a un presente opresivo, y que Kidman desde luego entrega un trabajo importante en su carrera, pero a la vez perjudican la dureza y credibilidad de un filme que, al fin y al cabo, tiene que jugar con temas y motivos que otros ya han contado antes.

Si los flashbacks del pasado criminal de Erin no alcanzan la entidad deseada, en favor de Kusama juega el retrato de una ciudad, Los Angeles, concebida como una urbe industrial vacía, desolada y congelada a pleno sol, así como una serie de secuencias de importancia fundamental (la del robo que pone a Erin sobre la pista de Petra (Tatiana Maslany), evidentemente inspirada en Heat de Michael Mann) que ocasionalmente despiertan al filme de cierta sensación de letargo. Destroyer es una película competente pero afectada, con destellos de un genio e intensidad que nunca acaban de consumarse, y por tanto, una más con intenciones de sobresalir.. pero no.

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