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Woody Allen huye de EEUU con un nuevo proyecto en España

Todavía colea la acusación de abusos sexuales de su hija adoptiva, Dylan Farrow, un lamentable embrollo que le ha causado un considerable perjuicio.

Todavía colea la acusación de abusos sexuales de su hija adoptiva, Dylan Farrow, un lamentable embrollo que le ha causado un considerable perjuicio.
Woody Allen, músico y cineasta. | Archivo

Woody Allen se encuentra estos días en España dentro de su gira europea, acompañado siempre por The Eddy Davis New Orleans Jazz Banda. Hace meses que había firmado su compromiso de estar este 16 de junio en Bilbao, dos días después en Barcelona y aquí en Madrid el día 20 en el Real Jardín Botánico de la UCM, con las localidades vendidas dada la atracción que supone la presencia de este genio quien, en su propio país, los Estados Unidos, no goza de igual predicamento: todavía colea la acusación de abusos sexuales de su hija adoptiva, Dylan Farrow y la campaña en su contra de varios colectivos, el movimiento feminista # MeToo y hasta un grupo de actores liderados por Michael Caine, que lo consideran poco menos que un miserable. Y eso que ya, en 1992, un grupo de investigadores médicos contratados por la policía de Connecticut declararon que la niña no había sido violada. Pero un juez, aun admitiendo esa posibilidad, dictaminaría que tampoco las pruebas de inocencia eran irrefutables.

Todo ese lamentable embrollo le ha causado a Woody Allen un considerable perjuicio, pues desde 2017 no ha vuelto a estrenar película alguna; la última fue ese año, Wonder Wheel. La multinacional Amazon, que iba a distribuir el filme siguiente, se negó rotundamente apoyándose en esas acusaciones antedichas. Y, por si fuera poco, ninguna editorial hasta la fecha ha querido publicar sus memorias. Contrasta con lo que le ocurrió hace dieciséis años cuando la prestigiosa Penguin trató de editarlas y entonces el cómico no aceptó la propuesta económica que le hacían, cifrada en dos millones setecientos mil euros. Paradoja que ahora él no entiende, ni tampoco nosotros, claro. Sólo está apoyado, individualmente, por muy pocos colegas: Anjélica Houston es quien más lo ha defendido. En cuanto a ofertas cinematográficas ha terminado por aceptar la de la productora española del controvertido Jaime Roures, quien ya le financió Vicky Cristina Barcelona y Midnigfht in París. Ese largometraje estaba previsto que comenzara a rodarlo este verano, para lo cual se habían ya localizado exteriores en San Sebastián. Aún sin título previsto ni actores contratados, que se sepa, es más que probable que se retrase, dado que ahora está enfrascado en esa gira musical de la que escribíamos al comienzo de este artículo.

Woody Allen siempre demostró su pasión musical desde muy joven. El jazz está presente en la mayoría de las bandas sonoras de sus películas, en las que se incluyen interpretaciones de los más grandes del género: Sidney Bechet, Count Basie, Billie Holiday, Benny Goddman, Coleman Hawkins, Duke Ellington, Errol Gardner, Louis Armstrong, Arti Shaw, Tommy Doersey… En fin: los mejores. Cómo será su afición que a su hija primogénita le impuso el nombre de Bechet, dada la admiración hacia ese mítico clarinetista. Porque el clarinete es el instrumento que toca Woody, aunque de adolescente se había decantado por el violín y luego el saxofón.

Más de cuatro décadas son las que Allen toca todos los lunes al frente de su banda de jazz. Primero en el Michael´s Pub, donde inició sus actuaciones en 1973. Tras un cuarto de siglo sin faltar a esa cita, el local fue cerrado y él resolvió continuar su show semanal en el bar Monparnasse, del neoyorquino hotel Parker Meridien del que finalmente saltó al café Carlyle, del hotel de ese nombre. Ni que decir que Woody sigue teniendo una parroquia fiel, a la que no le importa pagar un alto precio por entrada, dado que como es sabido entre los amantes del jazz, lo habitual es que las sesiones se celebren en sitios de pequeño aforo. No es lo que sucede ya en sus giras internacionales, donde ya Woody Allen lo hace en teatros, salas o estadios que reúnen centenares o incluso miles de espectadores. Es el caso, por ejemplo, del antiguo Palacio Madrileño de los Deportes.

Algo ecléctico en su repertorio es, no obstante, más partidario de recrear la música legendaria de las bandas de Nueva Orleans y desde luego las composiciones de los años 40 y 50, época de las grandes orquestas americanas. Woody Allen aparece en el escenario vestido sobriamente, dedica breves parlamentos al público si es la ocasión y suele, llegado el final de sus conciertos, desaparecer en seguida, aunque por cortesía pueda atender a algún admirador a la salida por la puerta trasera de donde actúa. Cuando se halla en Europa, en ciudades como Roma, Barcelona, Madrid, Oviedo, se da el gustazo de visitar los mejores restaurantes. Siempre que ha estado en nuestro país ha alabado la gastronomía, los paisajes, el clima y el carácter de los españoles. Ello siempre dentro de la discreción y sencillez que presiden su carácter. Hace varios años, en su apartamento de Nueva York, fue el anfitrión de una cena íntima que ofreció a los entonces Príncipes de Asturias, los hoy Reyes don Felipe y doña Leticia, que habían mostrado hacia el gran actor y director su admiración desde que lo conocieron en Oviedo con ocasión de que fuera premiado.

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Mia y Woody

La vida sentimental de Woody Allen merece un capítulo aparte. Desde luego llena de complicaciones. Ha tenido sonados romances con Diane Keaton y Mía Farrow, con quienes dados los fuertes lazos que les unió, sobre todo con la primera, fue raro que no llegaran al matrimonio. Con Mía, desde luego, la ruptura acabó mal. Bodas ha tenido tres. La última con Soon-Yi Previn. Su relación la iniciaron en 1992, cuando ella contaba sólo veinte años, casándose cinco años más tarde. Es hija adoptiva de Mía Farrow. La mujer que, por el momento, es quien más estabilidad le ha dado al siempre complicado de carácter Woody Allen, quien en sus propios guiones cinematográficos, por lo común, desliza a menudo sus conflictos con las mujeres y sus visitas constantes al psiquiatra. Un genio, por encima de cuanto pueda decirse sobre él.

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