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Juan Manuel González

Crítica: 'Utøya. 22 de julio', el relato de la masacre de Breivik

Intensa y terrible, la película narra la masacre perpetrada por Breivik en Noruega en un único y brillante plano secuencia.

La traumática aparición de la niña del abrigo rojo en La lista de Schindler tiene su propia némesis en el chico del chubasquero amarillo de esta (estupenda) Utøya. 22 de julio. Al fin y al cabo, el relato de los terroríficos atentados de Noruega en 2011 de Erik Poppe depura un único elemento formal, el sobadísimo plano secuencia de la era post-True Detective, de absolutamente todos sus manierismos de una forma bastante análoga a lo que le hizo Spielberg a los suyos propios en su relato de la masacre nazi. El objetivo es, precisamente, no amortiguar sino potenciar el impacto emocional.

La película de Poppe, de apenas 80 minutos, abarca desde los instantes inmediatamente anteriores a la aparición de ese espectro brutal llamado Breivik (que apenas atisbaremos fugazmente en un único instante de la película) hasta la evacuación de algunos supervivientes, dando un relativo cierre a la matanza de la isla de Utøya. Valiéndose de una leve estructura formal que, efectivamente, recuerda al cine de catástrofes o al thriller (hay una tenue presentación y un claro hilo emocional, la búsqueda de su hermana que emprende la joven Kaya), Poppe factura un trabajo de aires documentales que rehuye el espectáculo fácil.

La cámara cogotera sigue a la protagonista al tiempo que trata de esconderse con ella, como si el espectador fuera una más de las víctimas del atentado. Es habitual que el plano se agazape con Kaya o alguno de los secundarios cuando sucede algo fuera de cuadro. Poppe no presume de técnica, sino que captura el momento como un fotógrafo del pánico: el efecto es el de una curiosa dilatación del tiempo en el que un minuto parece cinco, cada segundo un minuto, sin que extrañamente el espectador acuse aburrimiento sino una tensión que es más humana que amarillista. Su uso de los elementos cinematográficos es sobrio, excelente, destacando sobre todo la graduación del sonido. Los esporádicos disparos de Breivik resonando en la distancia o en la cercanía (y dando algún que otro súbito susto) son toda la banda sonora que el filme necesita.

Cine europeo de ambición universal, Utøya es un relato de terror vivo y directo, absolutamente visceral, pero que provoca además interesantes reflexiones formales. Lo que podría ser un derivado visual de El secreto de la Bruja de Blair o una mera película dramática con estructura de filme de género, ilustra aquí una realidad terrible, que se atreve a llevar hasta sus últimas consecuencias sin convertirse en una chapa política (la ausencia total de figuras de autoridad habla por sí sola). Resulta difícil recomendar la experiencia, pero se trata de una muy, muy buena película.

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