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Juan Manuel González

Crítica: 'Mascotas 2', de los estudios Illumination

"Algo empezó, y después acabó". Más o menos es lo que ocurre con 'Mascotas 2', que de todas formas encantará a los niños.

875 millones de dólares a nivel mundial. Que son exactamente 800 millones más de lo que costó hacerla (no venderla, eso es otra historia). El resultado económico de Mascotas, allá por el todavía reciente 2016, debió sorprender incluso a aquellos que la manufacturaron y distribuyeron, los estudios Illumination y Universal Pictures. Una asociación que ha dado éxitos de taquilla tan bien valorados por su abundante público como la trilogía de Gru y sí, su spin-off Los Minions, Sing y la reciente El Grinch. En solo tres años, los transcurridos entre aquella y esta Mascotas 2, la propiedad ha debido devaluarse un poco: el filme lleva acumulados unos aseados pero inferiores 355, lo que no significa que sea significativamente peor que la anterior... si ustedes saben a qué me refiero.

Mascotas 2, de hecho, conserva sus virtudes, como el luminoso, colorista y precioso retrato de una Nueva York residencial caricaturesca y repleta de ruido y movimiento, así como la innegable simpatía de sus personajes. El filme, eso sí, pronto se bifurca de manera mucho más clara en dos y hasta en tres tramas, la que envuelve a Max y su excursión al campo; la del conejito Snowball y su peculiar rescate y la de Gidget, la hilarante pomerania que osa perder el juguete preferido de su amigo... Este recurso, que convierte el filme en una aventura episódica (al menos hasta sus quince minutos finales) y sin un hilo conductor especialmente definido al principio enoja por su pereza y al final acaba seduciendo más que la opción contraria: Mascotas 2 es, al final, una película de sketches y no hace nada por ocultarlo, una apuesta por lo inocuo, por cierta libertad y anarquía cartoon (en el escenario, en la trama, en su juego de referencias) por encima de discursos sociales a la moda, algo que en estas circunstancias puede gustar tanto a cierto espectador curtido como aquellos a los que va dirigido el filme: los niños.

Al fin y al cabo, Illumination así nos evita tener que tragarnos la moralina y los recursos sentimentales típicos de una secuela de carril, una cuya mayor virtud la mayoría del público español no va a poder o querer descubrir. Nos referimos a esa versión original donde cómicos como Kevin Hart (que aporta su verborrea de cómico de stand-up negro a su adorable conejito blanco) y actores con pedigrí como Harrison Ford (en una intervención fugaz pero trascendental) recitan sus líneas entre el entusiasmo y el aburrimiento, pero siempre bien coordinados con sus personajes. Mascotas 2, película fácil y resultona para pasar la tarde con los niños, carece de impacto pero resulta bonita y hasta superior a algunas de sus compañeras de género. Como dice Rooster, el perro de granja interpretado por Harrison Ford, "algo ocurrió, y después se terminó". Pues eso.

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