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Juan Manuel González

Crítica: 'Manhattan sin salida', con Chadwick Boseman

Manhattan sin salida es un entretenido thriller policial que recuerda, de nuevo, a cuando estos títulos acaparaban la oferta de Hollywood.

Manhattan sin salida es un entretenido thriller policial que recuerda, de nuevo, a cuando estos títulos acaparaban la oferta de Hollywood.
Manhattan sin salida | Diamond Films

Manhattan sin salida es uno de esos filmes de género tremendamente genéricos… y por eso mismo disfrutables a poco que el espectador añore este tipo de historias. Típica y tópica película de policías, la dirigida por Brian Kirk tiene sin embargo un ojo puesto en aproximaciones más morales al género, caso del Training Day de Antoine Fuqua o algunas aventuras escritas por el infravalorado David Ayer, al tiempo que suma un "pitch" (el cierre de los 21 puentes de Manhattan para atrapar a dos criminales asesinos de policías) que acerca la jugada a series B tan gozosas como las dirigidas, se me ocurre, por Jaume Collet-Serra para su amado Liam Neeson (¿se acuerdan de la entretenidísima Una noche para sobrevivir?).

La producida por los hermanos Russo, firmantes de las entregas finales de Vengadores y de la que quizá sea la mejor película Marvel hasta la fecha, Capitán América: Soldado de Invierno, sitúa a otra figura del cómic como es el Chadwick Boseman de Pantera Negra en mitad de una dramática contrarreloj de procedimental policial. La película inicialmente hace el amago de respetar ese proceso de la investigación criminal, pero esos son sus minutos más desmayados y menos interesantes. La película pronto toma una entretenida curva hacia los fuegos de artificio de cuando estas producciones ocupaban las carteleras semana sí, semana también, de la mano de realizadores como Peter Hyams o Richard Donner, y esos años 80 y 90 que parece que no, pero todavía refulgen. Y va sumando una aceptable densidad con su honesto intento de añadir complejidad en su retrato de los villanos.

Manhattan sin salida destaca en esas ominosas y cargadas panorámicas neoyorquinas, en la eficaz banda sonora de Henry Jackman y Alex Belcher, que se aleja del estilo Mediaventures actual y añade unas gotas de sabor añejo. Y empieza a sumar escenas excelentes una vez supera la mitad de su ajustado metraje (la excelente conversación a punta de pistola en el matadero; la posterior persecución hasta el metro de la calle 21, en el que hace aparición un helicóptero…). Chadwick Boseman es un protagonista sólido y en general, todo funciona en una obra modesta pero honesta, típica y tópica como una novela de aeropuerto, pero filmada y presentada con rigor.

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