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El mutis de Pepe Martín, tan popular como 'El conde de Montecristo'

Notable galán de la escena española, magnífico recitador y dueño de una excelente voz, ha muerto a los 87 años.

Notable galán de la escena española, magnífico recitador y dueño de una excelente voz, ha muerto a los 87 años.
Pepe Martín, en 'El conde de Montecristo' | RTVE

A los ochenta y siete años murió este domingo, 7 de junio, el actor Pepe Martín, notable galán de la escena española, magnífico recitador, dueño de una excelente voz, que se hizo muy popular en Televisión Española en muchas telenovelas, en especial como protagonista de El Conde de Montecristo.

Conocí a Pepe en 1969 a poco de grabar los capítulos de aquella serie, en la que interpretaba a Edmundo Dantés, según la famosa novela de Alejandro Dumas. Tan del agrado fue de la audiencia que se repuso en varias ocasiones. Como nos veíamos con cierta frecuencia, llegó a confesarme: "¡Estoy hasta el gorro de que me lo recuerden porque no puedo quitarme de encima eso de que me llamen constantemente 'Conde'". Pero lo decía con cierto sentido del humor, que siempre le acompañaba, porque era muy simpático y asimismo tenía un alto grado de la amistad.

La popularidad en un actor es siempre un arma de doble filo: los hay quienes jamás son reconocidos por el gran público, y otros, que era el caso de Pepe Martín, "condenado", si se nos permite así, a ser recordado de por vida por un único personaje. Me contaba que la censura "entró a saco" en el guión, aun siendo un clásico de la literatura francesa, convirtiendo a su amante, Haydée (que representaba Fiorella Faltoyano) en una especie de ahijada del Conde de Montecristo. Algo tan grotesco como cuando aquí también alteraron el parentesco de los protagonistas de Mogambo.

Un seductor

A Pepe Martín le encasquetaban levita, sombrero de copa y barba postiza en un montón de ocasiones de múltiples telenovelas de época de pasados siglos. Seductor, pero siempre discreto, tuvo en sus brazos a buen número de damas, algunas hermosas actrices al ser a menudo requerido para incorporar personajes románticos. A ellas no las besaba: lo simulaba, porque en aquella televisión en blanco y negro de mediados los años 60 y primeros 70 los ósculos estaban prohibidos. Y Pepe, obediente, se limitaba a acercar sus labios en las mejillas de sus compañeras, apenas en las comisuras de ellas y algunas veces en el lóbulo de una oreja, lo que según él, resultaba más excitante.

José Martín Balcells nació en Barcelona en 1932, hijo de un conocido crítico teatral. Estudió la carrera de Derecho para no desairar a su familia pero, como deseaba ser actor, al concluir sus estudios marchó a París donde permaneció por algún tiempo, recibiendo clases de dos maestros en el arte dramático: Jean Louis Barrault y Jean Vilar. De regreso a España, amén de sus muchos trabajos televisivos, destacó también por su presencia en los escenarios donde protagonizó El rey Lear, estrenando también una interesante comedia dramática del novelista Manuel Puig, autor de Boquitas pintadas, en El beso de la mujer araña, junto a Juan Diego, donde representaba un personaje difícil, el de un homosexual encarcelado.

Otra de las dedicaciones de Pepe Martín fue la de ofrecer recitales de textos clásicos y contemporáneos, en especial un ciclo en homenaje a Antonio Machado, y como tal, evocando al poeta, salía a escena caracterizado con sombrero y chambergo, en compañía de Carmen Sáinz de la Maza en el personaje de Guiomar, su platónico amor, que era la poetisa Pilar de Valderrama. La adaptación del texto teatral corrió a cargo del catedrático Andrés Amorós, tan conocido por los oyentes de esRadio. Aunque también intervino en varias películas, fue su faceta más olvidada.

A Hispanoamérica viajó en algunas ocasiones, donde rodó La Araucana, dirigido por Julio Coll, y Un guapo del 900, a las órdenes de Lautaro Murúa. De Argentina regresó del brazo de una encantadora mujer, Silvia Lagos. Formaron una pareja felicísima, adorada por muchísimos amigos, entre los que me hallaba. Silvia, extraordinaria relaciones públicas de una editorial, me recordaba que fuí yo quien dió la noticia de su enlace. Jamás se separaban. Triste es que a la muerte de Pepe, por sus problemas cardíacos, ella estuviera en silla de ruedas, enferma desde hace algún tiempo. Fue la mejor ayuda de Pepe en todos sus proyectos, hasta que él fue retirándose ya en la segunda decena de este siglo, cuando también en 2014 publicó sus memorias con el título El recuerdo dormido.

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