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Crítica: 'The Bee Gees: How can you mend a broken heart', el documental sobre la 'Fiebre del sábado noche' de los Gibb

El documental de los Bee Gees de Frank Marshall es ameno y tan adictivo como la música del propio grupo.

El documental de los Bee Gees de Frank Marshall es ameno y tan adictivo como la música del propio grupo.
Los Bee Gees | Archivo

La carrera de Frank Marshall ha destacado por su labor en la producción de filmes de la fabulosa Amblin Entertainment, empresa vinculada a su esposa Kathleen Kennedy (ahora mandamás de Lucasfilm LTD) y el director Steven Spielberg. Bajo su paraguas, Marshall ha presentado al público joyas como E.T., En busca del Arca Perdida, Regreso al futuro y muchas otras. No obstante, su faceta como realizador también tiene su peso en el recuerdo de cierta clase de aficionado gracias a dos series B tan apreciables como Aracnofobia y Congo y odiseas naturales como Viven o Bajo cero. En los últimos tiempos, y conservando su actividad como productor (suya es también la saga Bourne al completo) Marshall ha potenciado su faceta de director de documentales (hasta ese momento vinculada a los films que producía) como este The Gee Gees: How can you mend a broken heart, un recorrido extenso y entretenido por la vida y obra de los hermanos Gibb que acaba de estrenarse en plataformas digitales.

Quizá como herencia de las películas familiares que produjo junto a Spielberg, How can you mend a broken heart tiene claro desde el principio que es la historia de tres hermanos (cuatro, si contamos a Andy Gibb, prematuramente fallecido) y por eso abunda en imágenes familiares inéditas del grupo, tanto fuera como dentro de los escenarios. Si el secreto de Barry, Robin y Maurice era cantar como si fueran una sola voz, la película aborda su en ocasiones conflictiva lucha por cierta individualidad y, de paso, los dictados de la industria y su tremendo impacto en la cultura popular, solo a la altura de grupos como Los Beatles, sin eludir las alegrías y tragedias familiares que todo les reportó.

Marshall realiza un recorrido prolijo sin miedo a confundir al espectador. Se trata de un documental musical muy bien narrado, en el que las canciones tienen una presencia constante y en el que se doblega el tiempo y el espacio a través de una extraordinaria cantidad de imágenes en movimiento que llevan al espectador atrás y adelante en el tiempo y que, definitivamente, alejan el filme de un documental estático de bustos parlantes. Este dinamismo, en el que las palabras se someten a las imágenes y la música y no al revés, quizá viene heredada de la larga experiencia de Marshall en la ficción, y sin duda acerca la película a cualquier tipo de espectador ajeno (si es que eso es posible) a la herencia cultural del grupo. Su habilidad para trazar hábiles y breves derivadas, como destellos que relacionan a los Bee Gees con la actualidad a través de testimonios de artistas como Justin Timberlake o Noel Gallagher, no hace necesario ahondar más mientras el guión impulsa hacia delante el relato.

Tragedia, humor y cambios estéticos. Los Bee Gees actuaron como puente entre el pop de los 60 con los 70 y lo s80 a través del Rhytm & Blues, la música disco y su extensa labor escribiendo para otros intérpretes una vez el fenómeno se agotó. La reacción contra el enorme hit de Fiebre del sábado noche, de siniestras resonancias actuales por tratarse de un fenómeno nacido en clubes negros y gays, centra la atención de la segunda mitad de un documental convencional, pero realizado con una gran cantidad de medios, tremendamente ameno y sumamente recomendable.

The Bee Gees: How can you mend a broken heart está disponible en compra digital a través de Amazon Prime Video, Apple TV y Google Play.

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