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Crítica de 'Malcolm & Marie' (Netflix), con Zendaya y John David Washington

Malcolm & Marie parece más bien el largo y pomposo prólogo de un videoclip de la propia Zendaya.

Malcolm & Marie parece más bien el largo y pomposo prólogo de un videoclip de la propia Zendaya.
Malcolm & Marie | Netflix

Malcolm & Marie es una de esas películas tan absolutamente elocuentes que acaban cargándose su propia magia. En este caso, la de Sam Levinson, hijo del realizador Barry Levinson y creador de la serie Euphoria, también protagonizada por Zendaya, aborda la larguísima discusión de una pareja que se debate entre el amor y el odio y para ello no duda en destapar todas sus intimidades. Pero a lo largo de los ciento y pico minutos de Malcolm & Marie hay más temas en boga, tanto o más interesantes que conocer el destino romántico de la pareja protagonista…

Rodada en secreto con dos únicos actores, Zendaya y John David Washington (más activo que en Tenet), en blanco y negro y en una única localización, Malcolm & Marie es la demostración de que, en ocasiones, tenerlo todo calculado puede jugar en tu contra. Se trata de una película tan consciente de sí misma y su entorno (moral, político, artístico) que no deja apenas nada a la interpretación del espectador. La película incluso alude directamente a sus críticos, en tanto Malcolm es un director de cine que acaba de presentar su última película y ser aclamado con "el nuevo Barry Jenkins" (ojo a su monólogo contra la escritora del L.A. Times, quizá la mejor perorata de la película).

Pero tanta autoconsciencia tiene un precio. Pese a sus bellas imágenes en blanco y negro, que evocan el cine europeo de otros tiempos, el resultado del trabajo de Sam Levinson parece más bien el largo y pomposo prólogo de un videoclip de la propia Zendaya. La película carece de autenticidad real, y uno se pregunta si dos actores con tantas ganas como ella y John David Washington no merecían mejor suerte. Donde el filme sí resulta una afirmación total es en su excelente aprovechamiento del espacio y en la estilizada fotografía vintage. Levinson filma el mismo set, una casa de lujo en medio de ninguna parte, sin que el escenario resulte redundante o aburrido, sacando provecho de un número limitado de elementos cinematográficos y creando atmósferas distintas en cada habitación.

Pero Malcolm & Marie es una película que al final está más interesada en sí misma que en sus protagonistas, quizá una excrecencia de la conciencia de Levinson y sus preocupaciones entre autenticidad y estilo en el arte. La pareja debate incansablemente sobre su pasado, la naturaleza de su amor y en cómo la vida imita al arte, al haberse inspirado Malcolm en su pareja para su última y aclamada película. Este concepto tan esquivo y abstracto es más interesante que el propio destino final de sus personajes, que verbalizan sin parar y pierden el misterio sin que la verdad última nos importe. Malcolm & Marie, al final está más interesada en la capacidad de la ficción para otorgar (aunque sea robando) el sentido a la desordenada realidad, y en última instancia, al ser todo un asunto de las perspectivas de las dos partes implicadas, cómo el amor tiene algo de arte, de película. Es decir, más en sí misma que en nosotros, que es lo que todo el rato está debatiéndose. A la hora de hablar de sentimientos verdaderos, la obra de Levinson no nos despierta ninguno.

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