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Juan Manuel González

Crítica: 'Jinetes de la Justicia', con Mads Mikkelsen

Jinetes de la Justicia es un excelente thriller cómico que funciona como retrato danés e historia de venganza.

Jinetes de la Justicia es un excelente thriller cómico que funciona como retrato danés e historia de venganza.
Jinetes de la Justicia | Alfa Pictures

Que el argumento de Jinetes de la Justicia, mezcla danesa de thriller y comedia negra protagonizada por Mads Mikkelsen, apoye su trama en un experimento científico y sociológico parece una casualidad a la altura de la que estudian sus excéntricos protagonistas. Es, al fin y al cabo, un recurso que utilizaban también los profesores de Otra ronda, el excelente y oscarizado drama danés también protagonizado por Mikkelsen e igualmente producido por Zentropa, la mega-empresa danesa de Lars Von Trier fundada inicialmente para sus películas Dogma.

Esta -podemos decirlo ya- casi excelente Jinetes de la Justicia está, sin embargo, muy lejos del cine Dogma. En ella, un militar se alía con un grupo de matemáticos convencidos de que la muerte de la esposa de éste en un accidente de tren está lejos de ser una casualidad. La película de Anders Thomas Jensen podría haberse producido perfectamente en Estados Unidos con Liam Neeson como protagonista, en tanto se articula como una película de venganza y hasta dispone de un par de excelentes escenas de acción. Pero su humor negro (en ocasiones mórbido), humor incorrecto y sutil reflexión sobre la casualidad y el sentido acaba configurando un filme de género pero tremendamente poliédrico, que bascula entre el drama descarnado, el thriller genérico y una comedia tan sangrante como en última instancia entrañable.

Este cambio de registro no ocurre como tal cosa en el guión de Jensen y Nikolaj Arcel, llegado de dirigir la fallida adaptación de La Torre Oscura en Estados Unidos, sino que se funde en una única amalgama en todas y cada una de las situaciones de la historia. Hay algo cómico en presenciar cómo el asunto se desmanda tan rápido, y resulta tan brutal como entrañable presenciar cómo los tres matemáticos acaban liberando el alma de Markus al tiempo que lo dirigen hacia una irreversible deriva criminal. Los súbitos estallidos de violencia de éste, que impulsan los acontecimientos hacia delante como un resorte, también añaden una dimensión de retrato colectivo y social danés al film, un pozo de bienestar lleno sin embargo de terribles problemas adaptativos muy afín a la visión nacional presentada en la citada Otra ronda. Tanto en una como en otra todo versa, al final, sobre emociones encapsuladas, reprimidas y nunca expresadas.

Jinetes de la justicia pasa por tanto por ser un extraño drama de desarraigados contado en clave de thriller cómico, capaz de convertir la eliminación de neonazis en un desprejuiciado mcGuffin para la búsqueda interior de Mikkelsen, que como siempre está excelente (no perderse, sin embargo, la interpretación de Nikolaj Lie Kaas, Otto, y su revelación final antes del tiroteo). La fotografía claroscurista, sobre todo en ese segmento final que parece directamente extraído de un western de Eastwood, y su particular afán de resultar tan familiar como perturbadora y excéntrica cautivan desde el comienzo.

Jinetes de la Justicia se estrena el viernes 13 de agosto en cines.

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