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Juan Manuel González

Crítica: 'El método Williams', con Will Smith. El biopic del padre de Venus y Serena

El biopic de King Richard, el padre de Venus y Serena Williams, podría proporcionar un Oscar a Will Smith.

El biopic de King Richard, el padre de Venus y Serena Williams, podría proporcionar un Oscar a Will Smith.
El método Williams | Warner Bros

En un momento de revisión de arquetipos le ha tocado el turno a la figura del "negro mágico" de películas como La milla verde o La leyenda de Bagger Vance, protagonizada, como esta El método Williams, por un Will Smith que pide Oscar. Y seguramente nada más lejos de las intenciones de sus creadores, pero la composición (adecuada, atrayente, nunca excesiva) del actor de El Príncipe de Bel Air no puede evitar caer en esos mismos estereotipos una vez cae presa de la lógica, a su manera malvada pero siempre eficaz, de un relato de superación clásico americano.

Verborreico y de mirada perdida, Smith es aquí King Richard, el padre de las tenistas Venus y Serena Williams, a quienes preparó para el triunfo desde su más tierna infancia siguiendo un particular método familiar. El método Williams es, como imaginará, el clásico biopic deportivo americano, solo que vestido de cuestiones de raza y poder económico. Nada nuevo bajo el sol, sobre todo en esto último. Lo mejor de la película es cómo combina sus convencionalismos narrativos con el retrato de una psicología compleja, la de Richard Williams, evidentemente dulcificada para la ocasión, pero sobre todo cómo en el tenis, como en todo lo demás, el dinero resulta mucho más determinante que el color de la piel.

Que la película sea consciente de ello, como de los retazos más inquietantes de la psicología de King Richard, es otro cantar. Un hombre que vuelca sus traumas e inquietudes en preparar a sus hijas para un futuro brillante, un sujeto obsesionado con el éxito personal a cualquier precio, aunque sea para sus hijas, o un padre ególatra deseoso en realidad de atención mediática (o que por tanto comprende el valor de proyectar una imagen, aún a costa de aprovechar su propia excentricidad). La película toca esas tres facetas que podríamos denominar la "cara B" de Williams, pero se centra en otra más romántica y convencional, la que propone un clásico relato heroico de un tipo que desafía al sistema, que logra ponerlo a su servicio, proyectando de paso la construcción cultural de nuevos ídolos que creen una rica mitología social, símbolos colectivos para los afroamericanos en un momento de tensión (en un discreto momento del film y a modo de recordatorio de las imágenes de George Floyd, la paliza a Rodney King motiva un cambio de comportamiento en el personaje de Richard).

Se trata ambas de maniobras típicamente americanas y conservadoras, como conservador es también King Richard, un señor que si acaso desafía al sistema es solo por su fogoso deseo de integrarse en él. Se podría discutir también si apaciguar masas no tiene algo de manipulador, o si su legítimo intento de reivindicar su dignidad tiene que proyectarse necesariamente a sus hijos. Pese a todo, son todas ellas disquisiciones que provoca esta El método Williams y que al final hablan en favor de una película concebida inicialmente como publicidad para las hermanas Williams y para el propio Smith, que aspira aquí a un Oscar al mejor actor protagonista por la película.

En realidad, el lado negativo de la balanza es la dirección demasiado estándar en términos visuales de Reinaldo Marcus Green, que casi nunca aprovecha la ocasión para plasmar imágenes perdurables o poéticas incluso cuando tiene oportunidad. Las dos horas y veinte de El método Williams, no obstante, pasan bastante rápido, y pueden presumir de haber logrado un razonable equilibrio entre épica y cotidianeidad, entretenimiento y realidad. La película es un dulce entretenimiento deportivo con una buena dosis de humor y drama así como un enfrentamiento final más agridulce de lo esperado y que por eso remite directamente al primer Rocky.

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