Directores como Martin Campbell siguen ahí, solo que quizá hemos dejado de mirar. La Protegida, nueva variación del género de venganzas retomado hace ya una década por Liam Neeson y vuelto a impulsar por John Wick, es un thriller que demuestra el tremendo oficio del director neozelandés que facturó dos re-empieces de la saga Bond, Goldeneye con Pierce Brosnan y Casino Royale de Daniel Craig. Solo que quizá lo que antes eran éxitos de taquilla asegurados ahora se quedan en largometrajes más de clase B que A, como la "protegé" aquí presente.
La Protegida también es una película que podemos denominar sin asomo de dudas como cine pulp, de una negrura quizá decepcionante para el espectador masivo pero compatible con el sensacionalismo que uno espera de este arte, y que desde luego tampoco resulta sorprendente en Campbell, un tipo duro que realizó la miniserie Edge of Darkness y su adaptación al cine con Mel Gibson, Al Límite, además de otras muestras de género cuyo tono y moralidad oscura se presenta sin ambages ante el espectador. La película sorprende al mezclar un humor algo más excéntrico de lo esperado con golpes secos de violencia y un tono melancólico no particularmente poético, y que salpican la acción de manera un tanto esporádica e irregular: la colorida relación de Maggie Q con Michael Keaton se queda como lo más memorable del largometraje, aunque da la impresión de que, como la propia intriga, se extravía por el camino.
Evidentemente, ese tono un tanto chocante se debe a que el guión de Richard Wenk no es para tirar cohetes. El autor de las dos entregas de The Equalizer (habrá una tercera, también con Denzel Washington) salpica la acción de un par de giros previsibles, pero ciertamente salvajes, que no encuentran demasiado sustento lógico. En ocasiones el filme resulta incluso algo anticlimático. Da la impresión de que Campbell lo sabe y que ninguno de los implicados hace esfuerzo alguno en disimular esa tosquedad: como decimos, todos son conscientes de hacer pulp, aunque la trama no sea ninguna locura. Lo mejor de la película, donde La Protegida echa el resto y debe ser defendida con pasión, son sus extraordinarias escenas de acción, que Campbell despacha sin florituras pero una claridad, elegancia y contundencia que rayan la absoluta y total genialidad (nada extraño en él), como por otra parte casi todas las decisiones de puesta en escena a nivel de pura imagen del filme.
Aunque el apartado de los "debe" es importante, tampoco podemos obviar la eficacia de su reparto. Maggie Q es una intérprete perfecta para este cometido, Samuel L. Jackson vuelve a hacer de sí mismo (y añade un monólogo sobre moralidad que remite a sus mejores tiempos "pulp") y Michael Keaton despacha el mejor personaje de la función, un ambiguo profesional del asesinato que es mitad espectador, perseguidor y pretendiente. El actor de Birdman domina esta complejidad no ya psicológica, sino meramente utilitaria del guión, con un oficio y calidad que elevan la película que a los fans del género al menos debería generarles simpatía.