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Fallece el gran actor francés

Jean-Louis Trintignant: muere una leyenda del cine a los 91 años, protagonista de 'Un hombre y una mujer'

Su desaparición ha conmovido a sus compatriotas, empezando por su presidente, Macron, que le ha dedicado un emotivo recuerdo.

Su desaparición ha conmovido a sus compatriotas, empezando por su presidente, Macron, que le ha dedicado un emotivo recuerdo.
Jean-Louis Trintignant | Gtres

"Pienso en la muerte de forma abstracta, no triste. Podemos vivir mejor pensando en ella no de forma morbosa, sino feliz". Con ese pensamiento ha dejado de existir Jean-Louis Trintignant, uno de los grandes actores franceses, al que se le recuerda, entre otras películas, por su papel protagonista en Un hombre y una mujer. Contaba noventa y un años, arrastrando una enfermedad, cáncer de próstata, que lo tenía postrado en su hogar, atendido por su tercera esposa. No había querido recibir quimioterapia cuando se la detectaron. Estaba hace tiempo de vuelta de todo aquello que le recordara la fama, el propio cine donde había triunfado. Ya escéptico, sin apenas ilusiones ni ganas, probablemente, de abrir los ojos cada mañana. Hastiado de muchas cosas que guardaba para sí.

En principio, el joven Jean-Louis, nacido el 11 de diciembre de 1930 en Piolenc, en la región sur de la Provenza, los Alpes y la Costa Azul, no había pensado dedicarse al cine. Procedía de una adinerada familia, padre industrial, y estaba decidido a estudiar Derecho. Pero a poco de ingresar en la Universidad, sintió con veinte años su deseo de estudiar Arte Dramático y matricularse en una Escuela de Cine, con el afán de ser algún día actor, guionista y quién sabe si también director. Logró dos de esas tres cosas.

Su entrada en el cine acaeció en 1955, año por cierto que vino a Barcelona a rodar una de sus primeras películas, de las tres que filmó en España. De 1956 es la que le sirvió de trampolín, "Y Dios creó a la mujer". Dirigida por Roger Vadim, que se casaría con la protagonista, Brigitte Bardot, causó sensación en la crítica, con buenos resultados de taquilla. Dos años llevaba casado Trintignant con Stéphane Audran, la excelente actriz pelirroja. A primera vista, pareja feliz, equilibrada, muy querida en el ámbito cinematográfico galo. Pero resulta que Jean-Louis quedó prendado de su compañera, B.B., con los años un mito para los franceses, a la que Charles De Gaulle mostraba admiración, no en vano con sus películas la Hacienda se beneficiaba de millones en divisas. Y del roce en los descansos del rodaje, Jean-Louis y Brigitte pasaron a mayores, convirtiéndose en amantes cierto tiempo. Ni que decir que enterada Stéphane de aquella "liaison" dio por roto su matrimonio con Trintignant.

Si tuvo después otras amistades íntimas femeninas, como presuponemos, fueron de corto recorrido. Hasta que en 1960 se casó por segunda vez con una actriz, guionista y directora, Nadine. Como dos almas gemelas. Rodaron juntos cinco películas. Dieciseis años de intensa pasión. Padres de tres hijos: María, Pauline y Vincent. Después de separarse en 1976, Nadine publicó su biografía, de la que recogemos esta frase: "Jean-Louis me hacía el amor divinamente". Quedaron amigos, después de todo. Mas nunca, sobre todo él, pudo sobreponerse a la tragedia que, en dos ocasiones, llegó a sus vidas de forma inesperada. La primera, estando en Roma, cuando la pequeña Pauline murió a consecuencia de la regurgitación que le produjo un biberón: tenía solo dos meses de vida. Fue un mazazo para el matrimonio. Mas lo peor vendría muchos años más tarde, en 2003. Su primogénita, Marie, de cuarenta y un años, fue asesinada por su novio, el rockero Bertrand Cantet, que le propinó una descomunal paliza, produciéndole un edema cerebral del que no se recuperaría. El asesino saldría de la cárcel tras purgar su pena cuatro años después. Horrible muerte de la que Jean-Louis jamás se recuperó, teniendo siempre presente en la memoria y en el corazón el recuerdo de Marie, con quien había rodado la película "La terraza". El tercero de sus hijos, Vincent, cuenta cuarenta y ocho años, es actor y había convertido a sus padres en abuelos en cuatro ocasiones.

Jean-Louis Trintignant rodó un centenar de películas, de las que recordamos, entre otras muy notables: "Mi noche con Maud", "El conformista", una de sus favoritas, dirigido por Bernardo Bertolucci, donde encarnaba a un ambiguo militante del Fascio italiano en 1930. Fue juez de instrucción según el argumento de "Z", su único filme de contenido político, a las órdenes de Costa-Gavras, volviendo a personificar a un ex-juez taciturno y solitario, junto a una bellísima joven, como protagonista de "Rojo". Trintignant, que era muy tímido, encontró en "La escapada", un papel que le venía como anillo al dedo, junto a un embaucador y extravertido Vittorio Gassman.

Corría 1966 cuando se estrenó "Un hombre y una mujer", de Claude Lelouch. Hermosa historia de amor que la crítica, en parte, trató despectivamente. Nada de esos comentarios adversos, tachándola poco menos que un pastel, impidieron un taquillazo en toda Europa. La consagración de sus protagonistas, la atractiva y sofisticada Anouk Aimée (de la que aquel recordado gran comentarista, tartamudo, Alfonso Sánchez, solterón empedernido, decía que era la mujer de su vida) y el muy convincente, ya galán maduro, Jean-Louis Trintignant. Historia de dos seres solitarios, sin pareja, padres él de un niño y ella de una niña, que se ven los domingos viajando desde París a Deauville cuando ambos acuden al internado donde están esos retoños. Él, piloto de carreras. Cuando al año de estrenarse la película en Madrid, entrevisté a solas al gran actor francés, me confió lo que supuse desconocían millones de espectadores que habían visto "Un hombre y una mujer". "Le sugerí a Lelouch que por qué no alteraba la profesión del protagonista, médico según el guión, por la de piloto. Y a Claude le pareció bien". Dábase la circunstancia de que Jean-Louis pilotaba deportivos, había intervenido en un "rallye" de Montecarlo y me confesó que solía correr a gran velocidad en su "Mercedes" último modelo. Esa afición automovilística le venía de su familia: dos tíos suyos, Louis y Maurice habían sido pilotos de carreras profesionales.

Su matrimonio con Nadine naufragó en 1976. Desde entonces no se le conocieron idilios relevantes. Por otra parte él siempre fue muy discreto en su vida privada. Y hasta el año 2000 no volvió a encontrar a otra mujer con la que unir sus vidas: Marianne Hoepfner. Es quien ha estado a su lado hasta sus últimos momentos.

Llegado el nuevo siglo, a Jean-Louis, poco a poco, le pesaban los rodajes. No se sentía incentivado. Y aunque probó como realizador en dos ocasiones, en dos películas de humor negro tras la cámara, tampoco quiso reincidir en esa faceta. En 2012 aceptó ser protagonista de "Amor", historia de una pareja de ancianos, junto a Emmanuelle Riva, cuyo trabajo espléndido le supuso ganar un "César", que es la versión francesa del "Óscar".

En "París Match", el actor reflexionó sobre esa etapa de su vida. No le interesaba nada del cine actual. Leía solo poesía y se declaraba "bastante inculto". Le bailaba en su mente la idea de irse al continente africano, a Mali, lejos de la civilización europea, harto de los desmanes y horrores que según él seguían estropeando el mundo. Necesitaba un lugar lejos del ruido, de la política, de la vida placentera, de las pasarelas y alfombras rojas de su ámbito profesional… No sé si llegó a plantearse aquel viaje, del que no he encontrado constancia gráfica. Mantenía desde luego un pensamiento de solidaridad con quienes sufrían. Cuando le preguntaron qué opinaba sobre la donación millonaria que se atribuía a Madonna para una ONG, Trintignant, farfullando, dijo: "Mejor que lo hiciera pero sin contarlo. Yo mismo, que gané mucho dinero, destiné una parte a una organización del Tercer Mundo sin decírselo a nadie". No le gustó nunca vivir en París, prefería, como hizo en el último tramo de su existencia irse a sus lares, donde era muy feliz con sus plantaciones de olivos y una viña. Participó en una empresa vitivinícola.

La enfermedad antedicha al principio fue minando físicamente al actor. Quien en 2018 anunció que se retiraba definitivamente del cine. No obstante atendió la súplica de Claude Lelocuh para rodar, cincuenta años después del estreno de "Un hombre y una mujer", un reencuentro con Anouk Aimée. Accedieron los dos veteranísimos protagonistas y, en el Festival de Cannes d 2019 se estrenó "Los mejores años de una vida", documento sobre aquella pareja, sobre aquel filme que ya es historia del cine francés. Para entonces, Jean-Louis estaba visiblemente envejecido, en silla de ruedas, con la vista nublada a punto de quedarse ciego. Lelouch sólo pudo recoger su voz, magnífica todavía. La de un grande de la pantalla, cuya desaparición ha conmovido a sus compatriotas, empezando por su presidente, Macron, que le ha dedicado un emotivo recuerdo. El mismo que desde aquí, modestamente, hacemos nosotros, sin olvidar aquella hora que me permitió conocerle en la madrileña estación del Norte mientras rodaba "Las secretas intenciones", que dirigió Antón Eceiza.

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