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Juan Manuel González

Crítica: 'Black Phone', con Ethan Hawke y basada en un relato de Joe Hill

Black Phone es un thriller de terror que abarca toda la mitología del género en su variedad más popular... y lo hace bien.

Black Phone es un thriller de terror que abarca toda la mitología del género en su variedad más popular... y lo hace bien.
Black Phone | Universal

Tras su paso por Marvel y abandonar la secuela de Doctor Strange que finalmente firmó Sam Raimi, el director Scott Derrickson vuelve al terror con uno de sus fetiches, el actor Ethan Hawke, y el co-guionista C. Robert Cargill, con quienes entregó la celebrada Sinister, sumando al equipo el nombre del escritor Joe Hill, hijo de… (¿realmente tenemos que decírselo?) y autor de un relato corto que podría suponer su tíquet dorado en cuanto a adaptaciones al cine (dado que ni Cuernos, Locke & Key ni Nos4A2 se saldaron con resultados esperados).

Resultaría prematuro afirmar que Black Phone se va a convertir en el mejor filme de terror del verano, pero tanto da: se trata de un show que encantará a los seguidores del género y algunos más. La mezcla de nostalgia a lo Stranger Things con el mundo compartido de Hill y su padre, Stephen King (ya lo hemos dicho) cobra forma aquí en una excelente primera hora donde el horror cotidiano de King y los evolucionados simulacros de Hill se alían sin que el conjunto parezca una imitación barata de ambos. El culpable, por decirlo así, es Scott Derrickson, que entrega una entonada fábula de terror suburbial con buenos personajes, una emotividad comedida y una crueldad larvada que no carece de sentido del humor.

Black Phone infiltra poco a poco la mitología sobrenatural de la novela popular de King en una historia de secuestros infantiles bastante acotada, pero a la vez con visos de insertarse en un entorno más grande. El villano interpretado por Hawke, a quien nunca veremos completamente la cara, también da a entender que la película no es un simulacro de terror suave. Derrickson se muestra visceral en el retrato de relaciones familiares conflictivas, lo da todo en el retrato del bullying escolar y dibuja finalmente un relato de terror doméstico y sobrenatural sin efectos, pero a la vez con un par de "jump-scares" memorables y un buen uso de las granulosas texturas de vídeo doméstico para ilustrar ciertos accesos sobrenaturales. El final, cierto, es lo peor y más apresurado del conjunto, pero pesa más el viaje en la valoración final.

Todo el folclore americano, desde su historia criminal hasta la fantasía suburbial de los grandes padres del terror desde los 70, se dan cita en una cinta de terror quizá menor en comparación con los clásicos, pero definitivamente entretenida e inquietante.

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