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Juan Manuel González

Crítica: 'Predator: La Presa', la película de Depredador que sale en Disney+

Predator: La Presa hace algunos ajustes respecto a la fórmula original, pero trata de ser fiel a la esencia y sus resultados complacen.

Predator: La Presa hace algunos ajustes respecto a la fórmula original, pero trata de ser fiel a la esencia y sus resultados complacen.
Predator: La Presa | Disney+

Tras la integración de Fox con Disney la casa del ratón ha decidido seguir adelante con la franquicia iniciada en 1987 por John McTiernan y Arnold Schwarzenegger en Predator: La Presa, una precuela concebida para streaming -en una de las decisiones polémicas que afectan a la película, que no disimula su ambición- y protagonizada por una joven comanche. En efecto, retrocedemos al siglo XVIII y viajamos a las Grandes Praderas, con un nuevo monstruo a la búsqueda de cazadores que, como él, le supongan un desafío en combate.

La película de Dan Trachtenberg (Calle Cloverfield 10) es, en efecto, algo más que un producto de segunda calidad para alimentar las sedientas redes de streaming. Su película, además, no vacila a la hora de alejarse de algunos postulados básicos de la franquicia -respetando a pies juntillas otros- al mostrarse claramente más paisajista, melancólica y con cierta vocación emotiva. Hay un viaje de maduración y autoafirmación en Predator: La Presa, el de la joven Maru (Amber Midthunder) que ciertamente no se había visto antes en una saga concebida para, en casi todas las ocasiones, liquidar hombres forzudos.

Habrá quien vez una nueva afirmación cinematográfica contra el patriarcado, pero Predator, ya en su origen, albergaba una fábula ambigua y puñetera respecto al uso de la fuerza del héroe de acción de los ochenta (los protagonistas, armados y peligrosos, al fin y al cabo eran fácilmente eliminados por un enemigo superior). Lo más remarcable y distinto respecto a sus precedentes no es el cambio de género de la heroína, dado que el filme sostiene su conflicto en torno a la noción de "guerrero" que buscado al alimón por cazador y presa, sino la propia apuesta clara del filme en centrarse en Maru y no profundizar en los secundarios. Y eso elimina interés y resta carisma a la fábula: si en la franquicia clásica de Predator encontrábamos rostros carismáticos como Carl Weathers, Bill Luke, Bill Paxton o Maria Conchita Alonso como carnaza para el monstruo, aquí nos tenemos que conformar con secundarios anónimos concebidos casi como extras dispuestos para su eliminación, con escenas de masacres colectivas que se alejan de ese esqueleto básico slasher del original.

En todo caso, cabe aplaudir que la película juega esa carta y la juega con decisión y dignidad, orquestando escenas que capturan perfectamente la gradación de "gore" y acción de la saga (la revelación del monstruo, invisible pero cubierto de sangre de una de sus víctimas, es tremendamente buena) y sin hacer chistes anacrónicos sobre su condición de secuela tardía para streaming. Predator: La Presa es un filme menos caricaturesco, pero eso también afecta (y favorece) a la caracterización del Predator, así como a la escala sostenida del propio filme, que sin tratar de hacer requiebros sabe subvertir un par de expectativas creadas para generar variaciones del original. Al final, la voluntad de hacer las cosas bien se acaba imponiendo, pese a algunos pesares evidentes que también restan algo de impacto para aquellos que no rechazamos el grand-gignol: si hablábamos de falta de carisma en el ejército de secundarios, lo cierto es que la banda sonora de Sarah Schachner palidece y mucho frente a la de Alan Silvestri y sus variaciones.

Predator: La Presa está disponible en Disney+ desde el viernes 5 de agosto.

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