La noche de los Premios Goya nunca deja indiferente a nadie, para bien o para mal, normalmente más veces por lo segundo. Sólo hay que recordar la famosa gala del ‘No a la guerra’ de la que justo este 2023 se cumplen 20 años. Una gala que sirvió para que parte del público se divorciara sin medidas cautelares del cine patrio.
Precisamente en esta gala se ha llegado a rescatar aquel lema, no contra la invasión de Ucrania por parte de Rusia, sino para agradecer al cine español lo que hizo aquel año 2003. Quien lo ha hecho ha sido Jordi Évole, que entregaba el Goya a Mejor Documental. Acto seguido ha invitado a todos a manifestarse en Madrid contra Díaz Ayuso. Cierto que ha sido el único que ha hecho esa referencia, pero la Academia debe saber a quién invita a su gala-escaparate para vender su producto y en el caso de Évole no era difícil averiguarlo.
El presidente de la Academia, Fernando Méndez-Leite comenzaba su discurso desde un bosque que la institución que preside va a plantar como respuesta a la "huella de carbono de la gala de los Goya" (sic). Pedía compromiso con el "cambio climático". A Pedro Sánchez y a los ministros presentes –Miquel Iceta, Yolanda Díaz e Irene Montero– les decía lo siguiente: "Como pueden ver este año no pedimos nada. Estamos muy contentos. Para las rogativas, los matices y las protestas ya nos veremos en los despachos".
Por cierto, el presidente de la Academia nos resolvía la duda que teníamos desde que vimos el primer Goya en pantalla y confirmamos al tenerlo sobre la mesa de Es Cine: ¿por qué los Goyas este año son de un color marrón tan feo en lugar del verde tradicional? Están hechos con bronce reciclado. En fin.
Gala aburrida
La 37º gala de los Premios Goya que se ha celebrado en Sevilla ha tenido a Antonio de la Torre y Clara Lago como presentadores. Antonio ya había presentado con bastante éxito una gala de los Premios Feroz. Sin embargo, salvo un pequeño monólogo en el que bromeaba que no se acordaba de si salía en las películas de Alberto Rodríguez y Rodrigo Sorogoyen, con los que ha trabajado, lo demás ha estado muy deslucido. El monólogo de Clara Lago no tenía ni la más mínima gracia.
Mención aparte merece otro año más la pésima previsión de cara a una buena retransmisión. Asientos vacíos (en los Oscar tienen figurantes para ocupar ese asiento en el caso de que el ocupante se levante) o personas bajando la escalera mientras la presentadora está interviniendo. De hecho una joven llegó literalmente a tropezar con Clara Lago volviendo a su asiento. Lamentable.
La gala comenzaba, como no podía ser de otra manera, rindiendo homenaje a Carlos Saura, el Goya de Honor de esta edición. El director murió un día antes en su casa a los 91 años, no obstante, sí recogió el premio ya que la Academia se lo entregó en casa viendo su delicado estado de salud. Sus hijos y su viuda recogían oficialmente el premio sobre el escenario para rendirle tributo.
Uno de los homenajes más llamativos al desaparecido director vino por parte de la actriz francesa Juliette Binoche, Goya Internacional 2023. Este año el público sí se puso en pie, aunque tardó, pero al menos no necesitó a un Pedro Almodóvar indicando con la mano que se levantasen como pasó el año pasado con Cate Blanchett. Binoche hizo un discurso profundo y emocional, incluso hizo el esfuerzo de hablar una pequeña parte en español. Repasó sus 40 años de trayectoria y terminó conquistando al auditorio cantando ‘Por qué te vas’ dedicando así el premio a Carlos Saura.
Los mensajes lanzados en los discursos fueron los habituales en los últimos años: feminismo (aunque Susi Sánchez tuvo una interesante intervención hablando de que ‘esto no tiene que ser una lucha, tenemos que llegar a acuerdos’), precariedad de los actores, cambio climático, sexualidad, sanidad pública... Dónde quedaron aquellos discursos de pobreza energética cuando la luz subía sólo un 13%. Ahora sube un 500% acompañada de subidas del gas, combustibles, cesta de la compra...
Ninguna mención tampoco a las gravísimas consecuencias de la ley del sólo sí es sí. ¿Qué hubiera pasado si los violadores y pederastas estuvieran saliendo gracias a una ministra del PP y la hubieran tenido en el patio de butacas sentada tan alegremente como estaba Irene Montero? Tema que nos hubiera encantado preguntar a Leticia Dolera, tan proclive a hablar en otras ocasiones, pero que esta vez pasó por la alfombra "roja" (este año era azul) como un coche de Fórmula 1.
El que ni siquiera pasó, sólo posó ante los fotógrafos y atendió a alguna TV, fue Eduardo Casanova. Seguramente para evitar meterse en más charcos tras declaraciones desafortunadas en las que decía que no va nunca al cine al tiempo que invita al público a ir a las salas a ver su película.
La gala de los Goya sigue siendo lenta, carente de espontaneidad y lineal. Sólo podemos salvar algunos momentos como el homenaje a Lola Flores con motivo del centenario de su nacimiento con su hija Lolita cantando sobre el escenario o el discurso del actor francés Denis Ménochet tras ganar el Goya a Mejor Actor por As Bestas. Discurso que hizo por cierto íntegramente en español. Posteriormente a Es Cine nos decía aún emocionado que "no me lo esperaba para nada, esta será una noche que no olvidaré jamás, nunca antes un actor francés había ganado el Goya".
Quien volvió a estar brillante fue el gran vencedor de la noche, Rodrigo Sorogoyen. Tras agradecer a la Academia el premio de Mejor Director (también se llevó el de Guión Original junto a Isabel Peña y el de Película) y dedicárselo a todo su equipo, sorprendía con un discurso contra la instalación de molinos eólicos, tema central de su película As Bestas. "Energía eólica sí, pero no así". Pues eso.