Pocas películas francesas tienen un arranque tan potente como Asuntos familiares, de Arnaud Desplechin. El director es especialista en mostrar los odios internos en familias, así lo demostró en 2008 Un cuento de Navidad protagonizada por Catherine Deneuve. Asuntos familiares arranca con un pareja llegando al velatorio de un niño de 6 años, su sobrino. El afligido padre del fallecido expulsa a esta pareja de mala manera de casa. Es nada menos que su hermana.
El motivo es porque estos dos hermanos llevan 20 años, no sólo sin hablarse, sino odiándose hasta lo más profundo de su ser. Ella (Marion Cotillard) es una actriz de teatro enganchada a los antidepresivos, él (Melvil Poupaud) un escritor de éxito que desde la muerte de su hijo vive aislado con su mujer en mitad de la montaña. Tras un salto de 5 años estos hermanos tendrán que volver a coincidir por otra tragedia, en esta ocasión sus padres han sufrido un accidente mientras socorrían en la carretera a una chica accidentada, momento en el que son atropellados por un camión.
La película pasó por el Festival de Cannes con el nombre de Hermano y Hermana, el mismo con el que se estrenó en las salas de cine de Francia. El director francés con criterio no cae en ningún momento en el melodrama ni le da la trama masticada al espectador, otro de los errores que los cineastas suelen cometer hoy día.
Sin embargo, entre darlo todo masticado y la extrema sutileza hay un termino medio. El error en el que cae Arnaud Desplechin en Asuntos familiares es precisamente haber pecado de demasiada sutileza, tanta que el espectador terminará la película sin saber realmente cuál fue el motivo que enfrentó a estos dos hermanos. Y si el espectador no comprende la causa la solución o desenlace le da completamente igual. Lo mejor sin duda de Asuntos familiares son las interpretaciones de Marion Cotillard y Melvil Poupaud.