
La televisión, sobre todo la de los primeros tiempos cuando se emitía en blanco y negro en España y era la única cadena en su etapa inicial, acercó a las familias las figuras de cuantos diariamente aparecían en calidad de locutores-presentadores. De ellas, como pionera, resaltó Laura Valenzuela, entonces, mediados los años 60 del pasado siglo, dada a conocer con el diminutivo de su nombre. Laurita era para las amas de casa como una entrañable vecina. Y aunque en esa época de pruebas también alternaba con sus apariciones en el cine con papeles episódicos, dada su trayectoria posterior fue la televisión donde encontró su trampolín hacia la popularidad.
Desde luego, a partir de 1958, su relación con el productor cinematográfico José Luis Dibildos resultaría providencial para su futuro. "Me contrató para cuatro películas – nos contaba ella. ¿Que cuanto me pagaba, poco, mucho? No es que me pagara poco pero tampoco era el señor Meyer, el de la Metro de Hollywood". La primera cinta en la que apareció, producida por Dibildos, fue Ana dice sí y como aún era novata, su intervención no fue importante, siendo la protagonista Analía Gadé. Las siguientes películas serían, entre otras: Luna de verano, La fiel Infantería, Los tramposos… En esta última, ya Dibildos proporcionó a quien era su novia un mayor cometido, en un divertido guion en el que compartió reparto con los ya muy acreditados Tony Leblanc, Conchita Velasco y Antonio Ozores.
En esa misma línea de comedia madrileña, estaba Los económicamente débiles, donde nuevamente Laura quedaba emparejada con Tony, que era el galán cómico más importante del cine español. En 1970 se rodó Trío de damas, donde Laura exhibía su bonita figura, alta, delgada, muy atractiva, junto a Francisco Rabal, que iniciaba su carrera importante en otras cinematografías extranjeras.
En 1961, la productora José Luis Dibildos-Agata Films se embarcó en una costosa coproducción, Madame Sans Gêne, ambientada en el París de finales del siglo XVIII, donde Laura era Josefina Bonaparte. Quien encabezaba aquel reparto era nada menos que Sofía Loren, en un momento ascendente en su filmografía, con la que Laura Valenzuela hizo buena amistad. En las pausas del rodaje intercambiaban confidencias y hasta la italiana les invitó a los Dibildos a unos espaguetis concinados por ella. Otra coproducción destacada sería Cyrano y D´Artagnan, basada en la universal obre de Alejandro Dumas y la no menos teatral de Edmon Rostand. Cyrano era el actor norteamericano de origen catalán José Ferrer, y Laura, Ana de Austria. Resultó que ésta, algo nerviosa, no acertaba a aprenderse el guion, se equivocaba a menudo, y Ferrer, la ayudó equivocándose también, pero a propósito. La generosidad de un grande del cine en aquel lejano 1963.
Papeles en televisión
A todo esto, Laura Valenzuela alternaba sus comparecencias cinematográficas con Televisión Española. Se hizo buena amiga de su compañero ante las cámaras, Jesús Álvarez senior ("Tío Chus" en un programa infantil). Cuando este veterano locutor murió a consecuencia, parece ser, de las radiaciones que emitían las viejas cámaras de la época, Laura lloró mucho tiempo su desaparición. Laura poco a poco, como decíamos al principio, iba ascendiendo en popularidad. Uno de sus primeros espacios fue "Entre nosotras", de carácter femenino. Temporada tras temporada, su paso por Televisión Española le deparó momentos felices, hasta cristalizar en uno de los programas de mayor audiencia, cuando no había rivalidad alguna dado que las televisiones privadas tardarían más de quince años en aparecer. Fue "Galas del sábado", cuyo contenido era de carácter musical, con intervención de grandes estrellas del espectáculo, presentadas por una pareja que pronto ganó una elevada audiencia: eran Laura Valenzuela y Joaquín Prat, que volvieron a coincidir dos años más tarde en un programa-concurso, "Canción-71", cuyo vencedor sería el elegido para competir en el Festival de Eurovisión. Laura cuidaba su figura, su rostro y alguna vez se sirvió de algunos retoques estéticos. Así lo hizo "Chimo" Prat, pero con resultado adverso. Decía: "Mi cara es mi oficina". De la que dependía su trabajo. Pero tras su operación facial, quedó cariacontecido. Fingió ante los periodistas que había sido víctima de un accidente a las puertas de un garaje. Cuando murió, de una grave enfermedad, a Laura le pasó lo mismo que con Jesús Álvarez: otro episodio de dolor pues también con el recordado presentador valenciano había simopatizado mucho, profesionalmente se entiende.
Retornando a la faceta cinematográfica de Laura, nos situamos de nuevo en la primera mitad de los años 60, cuando Dibildos contrató al galán francés Alain Delon, por diez millones de pesetas, como protagonista de El tulipán negro, que era un enmascarado que robaba a los ricos para ayudar a los pobres en la Francia revolucionaria de 1789. Allí, la actriz sevillana se codeó con nombres importantes de la pantalla, y se llevó bien con Delon, que era un tipo vanidoso e insoportable. Pero como Laura era la novia del productor... Es lo que Alfredo Landa contaba en sus memorias, pues se llevó fatal con Dibildos, del que decía que lo engañó: "Laurita era amante de José Luis, que como es lógico la colocaba en todas sus películas".
En 1967 es cuando Laura tomó parte en el rodaje de Las que tienen que servir, versión filmada de una comedia teatral de Alfonso Paso, con un reparto integrado por Concha Velasco, Amparo Soler Leal, Gómez Bur, Landa… El personaje de Laura era el de la teniente Sheila, una norteamericana de la base militar de Torrejón de Ardoz. Siguiendo esa corriente de comedias intrascendentes, en las que el humor castizo era la esencia de sus argumentos, Laura Valenzuela intervino en Los que tocan el piano, otra vuelta de tuerca a Los tramposos de años atrás, con Tony Leblanc y Concha Velasco. Y Los subdesarrollados, otra vez al lado de Tony.
Las películas de acción que nos llegaban de Hollywood tenían muchas veces como argumento a la Mafia, los gángsters de Chicago. A Dibildos se le ocurrió una especie de parodia con La dinamita está servida, donde Laura, "a lo Bonny and Clyde", aparecía en la pantalla metralleta en mano junto al incombustible Tony Leblanc de nuevo.
Asimismo, las agencias de detectives estaban de moda en el cine internacional, por lo que también aquí se rodó una versión sui géneris, con Tony, Landa, Gómez Bur, Lina Morgan y Laura embarcados en una cutre empresa de investigación. Ese mismo 1968 fue muy activo para la productora Agata Films, por lo que Laura Valenzuela no paraba de trabajar con quien ya era su pareja, José Luis Dibildos. Así sucedió también dos años después, en Pierna creciente, falda menguante, donde el guion fue escrito entre éste y Antonio Mingote, reservándole a Laura un personaje que le permitió lucirse como cantante de viejos cuplés de principios del siglo XX, caso de Si vas a París, papá, Vino tinto con sifón, Cuidado con los apaches, en tanto bailaba un ritmo que hacía furor por entonces, procedente de los Estados Unidos, el "one-step" y el afrancesado charlestón.
Festival de Eurovisión
En 1969 hubo un importante evento: la celebración en el Teatro Real de Madrid del Festival de Eurovisión, sede elegida porque el año anterior Massiel había ganado el certamen con su tan traído y llevado "La,la,la". Laura Valenzuela fue la presentadora. El resultado final arrojó el mismo cómputo de votos de cuatro países participantes, entre ellos España, representada por Salomé, que lució un espectacular vestido de chichillas. Laura, con absoluto aplomo, pudo resolver el embrollo tras consultar con quien podía decidirlo, dando por vencedores a los cuatro intérpretes. Empatados, sí, pero merecedores del mismo galardón, que compartieron. Y Laura estuvo magnífica, sin aparentar nervios ni inseguridad. Millones de telespectadores europeos pudieron observar tan meritísimo trabajo.
Le quedaba una película por rodar a Laura Valenzuela. Y esa fue la más destacada de su filmografía: Españolas en París, estrenada en 1971. Una interesante historia sobre las criadas que se iban a trabajar a la capital francesa como chicas au pair, o bonnes, como allí se las llamaba. Un filme que recibió varios galardones internacionales. Poco después de aquel rodaje, Laura quedó embarazada y José Luis le propuso casarse. Con la condición de que ella se retiraría como actriz y presentadora de televisión. La boda tuvo lugar el 27 de marzo de 1971. La novia quería tener un niño; el novio, una niña. Que fue lo que tuvieron. Se llamaría Lara Paula. Lo de Lara se ha contado muchas veces que fue por el personaje de Doctor Zhivago. También le influyó a Dibildos que en Moscú conociera a una tal Lara cuando acudió para presentar en su Festival Internacional "Españolas en París", adonde Laura no pudo acudir por su embarazo, lo que sintió muchísimo.
Cumplió Laura lo pactado con su marido. Y estuvo alejada de las cámaras largo tiempo. Entregada a su hogar, a José Luis, a Lara. Hasta que en 1988 regresó a la pequeña pantalla, tras convencer a su esposo. Al año siguiente la eligieron Lady España, amañado concurso que organizaba un espabilado relaciones públicas. Y en los años siguientes, intervino en diferentes programas de Televisión Española y Telecinco. No se habían olvidado de ella. En dos Nocheviejas, las de 1990 y 1991 nos dio las campanadas televisivas. Con su simpatía, con la naturalidad y empaque de lo que siempre hizo patente.
En 1996 tuvo la satisfacción de compartir programa con su hija. Y diez años después se despidió de los telespectadores en la gala del 50 aniversario de TVE, aunque en 2012 también apareció en otra muy especial, organizada por la Academia de Televisión donde le rindieron un merecido homenaje, con asistencia de multitud de compañeros, del pasado y del presente. Porque Laura Valenzuela fue la cara amable de una televisión histórica, que abarcó un periodo importante de nuestra vida cotidiana, a la que ella, desde su cometido ante las cámaras, rindió un importante testimonio profesional. Su maestría quedó subrayada aquella noche desde el Casino de Aranjuez. Y ya nunca más volvimos a verla en ese medio donde ella había sentado escuela. Para vivir en los años que le quedaban de manera tranquila, lejos de los focos, junto a su hija y sus dos nietos. Los que ahora la han arropado calidamente en su adiós a la vida.