
En un yermo desierto español se alza La Fortaleza, una destartalada mansión que sirvió de hogar familiar a una familia de presunta alta alcurnia y un tanto rancio abolengo que ahora se reúne para el funeral del padre, recién fallecido. La película coral de Chiqui Carabante parece confeccionada y vendida como un remedo de Puñales por la espalda, con la que comparte su paródica naturaleza de la institución familiar, de las clases altas y la concreción de sus coordenadas de espacio y tiempo, pero sabe inyectar dosis de atmósfera e identidad propia a una historia universal que se siente nítidamente española.
Lo que podría haber derivado en una pieza casi teatral resulta, en manos del guionista y director, en una dinámica comedia que no da respiro en los intercambios bordes de los cinco hermanos y, sobre todo, una puesta en escena perfectamente acompasada con el estado de histeria de su reparto. Carabante presenta un film con un excelente aspecto visual, sabe encuadrar muy bien y se muestra creativo en el montaje y el uso del formato cinematográfico. En la superficie, La fortaleza es una película que no desmerece a películas de un presupuesto probablemente superior.
Esa capacidad técnica refuerza el juego con el absurdo (cada hermano parece vivir en una película distinta, y la expresividad de la cámara lo atestigua) y otorga identidad propia a un remedo de Cluedo que sabe llevarse al territorio de la piel de toro, país cainita como todos y como pocos, las pequeñas venganzas y revelaciones que su reparto coral va desentrañando a lo largo de su bien recortada hora y media. A destacar Fernando Cayo, que interpreta su personaje a punto de un constante infarto, y ese trabajado plano final que da cierta dimensión de metáfora nacional a la farsa familiar. Estreno en cines: 23 de junio.