Los unicornios en la cabeza del nuevo feminismo sirven de trasfondo al al retrato íntimo de la joven protagonista del film del debutante Álex Lora, un drama más sorprendente en fondo que en forma y que sigue los pasos de Isa, una chica tan vulnerable como colérica que vive su particular Historias del Kronen en la Barcelona contemporánea. Isa es un ser todavía más desprovisto de referentes que aquellos que se colgaban de puentes: trabaja en una agencia de publicidad con pretensiones artísticas, aspira a ser instagramer y lleva una vida poliamorosa y sin ningún compromiso.
Lora se las arregla para no resultar moralista en una película breve pero densa, difícil, porque no permite asideros de simpatía al espectador. Se trata de un retrato bastante poco reconfortante de un personaje trepa y condenado a abrir cuenta en Onlyfans, que recita eslóganes feministas pero acaba ejerciendo una nueva suerte de prostitución digital donde aspira a desenvolverse vitalmente. La llamada de atención y el narcisismo de una chica criada sin reglas, en un mar de probabilidades pero ninguna certeza, son el único objeto de un retrato generacional cerrado y tremendamente crítico con la burbuja digital de miseria que les espera.
Unicornios cae presa, sin embargo, de recursos un tanto vistos y efectistas que parecen heredados de la serie Euphoria. Al tratar de reflejar de manera franca la sexualidad de su protagonista cae en ciertos vicios y convencionalismos, y la estética severa y realista del film no resulta especialmente relevante si tenemos en cuenta la cultura fundamentalmente visual que retrata. El devenir de la odisea psicológica es también convencional, sin plantearse mayores problemas más que apoyarse casi exclusivamente en la valiente interpretación de Greta Fernández.
Es un territorio ciertamente difícil, pero donde estela Unicornios es en su mirada distante y sin contemplaciones al derrumbe de su protagonista, que deriva en una inesperada crítica social narrada de una manera convencional, pero en todo caso todavía fresca. Y esto es algo importante: la escena en la que Isa trata de ganar la batalla a un ligue en asuntos de feminismo, solo para perder por goleada, resulta de una valentía brutal en estos tiempos.