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'No tengas miedo (Cobweb)', la película que convierte la vida en casa en puro horror

No tengas miedo (Cobweb) es una película de terror que se toma todas las licencias, pero que desde luego funciona.

No tengas miedo (Cobweb) es una película de terror que se toma todas las licencias, pero que desde luego funciona.
No tengas miedo (Cobweb) | Vertice

El director francés Samuel Bodin alcanzó renombre internacional gracias a la serie de Netflix Marianne, que pese a convertirse en objeto de culto de los aficionados no logró renovación para una segunda temporada. En su debut norteamericano, No tengas miedo (Cobweb) Bodin plantea, nunca mejor dicho, una telaraña de motivos del terror que aspiran a convertirse en el gran cuento de Halloween de los últimos años. El resultado es un tanto confuso pero resulta sano e interesante como pura experiencia terrorífica.


Seamos sinceros: Cobweb es una de esas películas que no se ahorran engaños al espectador. Bodin parece recorrer todos los lugares del género, planteando un recorrido tanto por el terror elevado y metafórico como también el más festivo y dependiente de los sustos. La película pretende ser intimista y a la vez extrovertida, espectacular, dos vertientes que no tienen por qué ser incompatibles pero que requieren ciertas licencias argumentales que Bodin tampoco duda demasiado en tomarse.

Por eso, en la fábula de este niño que empieza a hablar con el fantasma de su habitación se amaga con todo lo que ha dado en el terror de las últimas décadas: el slasher, el j-horror japonés a lo The Ring, el cuento gótico, el thriller psicológico con ciertas derivas de comentario social y los sueños perturbadores y surrealistas de una Pesadilla en Elm Street. Bodin no se ahorra nada y a veces no parece plantearse las consecuencias de sus actos, y el resultado es un filme que obviamente tiene que ir deshaciéndose de cosas por el camino.

Todo en él, sin embargo, aparece finamente unido por un hilo conductor que, sorprendentemente, resulta lo bastante sólido y fuerte (como el de una telaraña, perdón por el chiste), o al menos estimulante, como para que el soufflé no se deshinche. Una cosa buena de la película es que a pesar de todo ningún fan del género se sienta mal tratado por los recursos cinematográficos de Bodin, un tipo que ciertamente sabe manejar los recursos del terror y, como buen cineasta surgido después de la nueva ola de terror francesa de los 2000, no parece hacerle ascos a nada.

Cobweb es quizá peor que la suma de sus partes una vez se mira con detalle, pero el cúmulo de sugerencias resulta siempre expresiva y estimulante. Para empezar, es una película bastante "divertida" y con una notable capa de humor negro. A ello ayuda la presencia de Lizzy Caplan y Anthony Starr, que se deleitan en su papel de padres inquietantes y rubrican, por cierto, una secuencia de sueño infantil aterradora. Hay otras asombrosas por su contundencia (el final de la película es una fiesta, y su anarquía debería darnos claves de por dónde va realmente la función) pero también por elementos más sutiles como su exquisito tratamiento del sonido (la primera aparición de los ruidos en la habitación). Ya sea todo un tramposo ejercicio de autosugestión como un relato de monstruos, esta colección de cromos de terrores íntimos y monstruos infantiles hace pasar un buen rato al seguidor del género.

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