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El cine británico sabe hacer como nadie películas que son tristes y tiernas a partes iguales, y esta historia lo es.

Crítica 'El viaje de Harold', la película triste y tierna a partes iguales

El cine británico sabe hacer como nadie películas que son tristes y tiernas a partes iguales, y esta historia lo es.

Es increíble como hay películas que son sumamente tristes, y sin embargo son tremendamente bonitas. Es el caso de El viaje de Harold, una película británica que adapta la novela El insólito peregrinaje de Harold Fry. Harold es un jubilado que pasa los días bastante aburrido junto a su esposa. Un buen día recibe una carta de una antigua compañera de trabajo que hace más de 25 años que no ve. La mujer se está muriendo y es una carta de despedida.

Tras muchos borradores, escribe una respuesta pero cuando va al buzón no termina de decidirse por echarla. Se encuentra con una joven que le cuenta que su tía tuvo cáncer y que con fe e insuflándole optimismo se salvo.

Harold no es religioso y decide en ese mismo momento llamar por teléfono a la residencia y dejar un recado para su antigua compañera, hará a pie los casi 800 km que separan su ciudad de donde está la residencia, cree que dándole un motivo ella aguantará y mejorará. Mientras él camine ella vivirá. Un viaje que su mujer no entiende y que en cierto sentido teme.

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El viaje de Harold podría ser una película más de ancianos con situaciones más o menos divertidas, situaciones tontas y entrañables como tantas que hemos visto pero sin embargo es una película que habla de esperanza, empatía, fe y sacrificio.

Cuando Harold parece decaer, le siguen dando ánimos las monjas que la cuidan asegurándole que está incluso mejorando. Al contrario de lo que pudiera parecer, un viaje por la campiña británica enseñándonos sus bondades y sus gentes. El viaje de Harold es el viaje interior que está haciendo este hombre por sucesos de su pasado. Sucesos que tienen que ver con su antigua compañera y su propia familia.

Muchas personas se unen a su peregrinación, así lo titula la prensa que se hace eco de su viaje, como si de Forrest Gump se trata. Pero al igual que Tom Hanks en aquella película, Harold no termina de comprender por qué la gente le sigue. Jim Broadbent está increíble, le da esa seriedad tan británica pero al mismo una ternura al personaje increíble. Y decía que es una película triste, porque lo es, al final estamos hablando de alguien que se está muriendo, pero también por el pasado del propio Harold y en el que su antigua compañera tuvo un papel muy importante.

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