El género de la ciencia ficción suele conllevar grandes presupuestos para decorados futuristas, naves espaciales y efectos especiales. Sin embargo, la española ¡Salta! es la demostración de que con talento e ingenio se puede hacer una película con un bajo presupuesto. Sorprende aún más teniendo en cuenta que ¡Salta! es la ópera prima de la directora gallega Olga Osorio, que adapta al largometraje un corto suyo que llevaba por título Einstein-Rosen.

En numerosas ocasiones cuando un director triunfa con un cortometraje y recibe numerosos premios en festivales de todo el mundo, decide adaptar la historia llevándola al largo. El problema es que no es lo mismo contar una historia en 15 minutos que en hora y media, en el mejor de los casos, y aquí es cuando se nota que no había más historia donde indagar y que está estirado de forma artificial. No es el caso de ¡Salta! donde encontramos detrás una gran historia.
¡Salta! comienza en el verano de 1989 donde Óscar y Teo (13 y 10 años) son dos hermanos muy distintos entre sí. El mayor está obsesionado con averiguar qué pasó con su madre, en paradero desconocido. Las malas lenguas del barrio modesto en el que viven dicen que se fugó con otro hombre para iniciar una nueva vida. Óscar sin embargo está convencido que su madre, una prometedora científica obsesionada con los agujeros de gusano, ha viajado realmente en el tiempo.
Su hermano pequeño descubre casi accidentalmente ese agujero de gusano y viaje a 2022 donde encontrará a su hermano con más de 40 años que ha vivido obsesionado ya no sólo con la desaparición de su madre sino también ahora de su hermano.
Aquí comienza la historia de ¡Salta!, una historia bonita que te hace reír, con las cosas que el Óscar de 1989 descubre en 2022, y también emocionarte con tramas que nos vamos a descubrir para no hacer spolier. Emoción que no cae, afortunadamente, en ningún momento en la sensiblería.