
Género fluido, veganos, aliades, trans, ropa neutra, huella de carbono, personas tóxicas, privilegios del hombre blanco y heterosexual... Papás a la antigua no se deja ningún tema por tratar. Bill Burr es un comediante que no tiene reparos en hacer humor con todo lo políticamente correcto en esta sociedad de ofendiditos, que siempre miran para otro lado con los temas realmente importantes.
La película que estrena este fin de semana Netflix se centra en 3 amigos que han sido padres pasados los 40 años. Tres hombres que sienten que ya no entienden el mundo en el que viven, un mundo en el que la directora de la guardería de tu hijo te regaña delante de todos los padres millennials, que asienten muy fuertemente con la cabeza, porque has llegado 2 minutos tarde a recoger al niño. Niños a los que no se les puede regañar aunque estén pegando con un palo a otro niño, "entiendo lo que sientes, déjalo salir".

Los tres amigos acaban de vender la empresa que fundaron pero en la que seguirán trabajando. Los nuevos propietarios han puesto como CEO a un veinteañero que tras la entrada de "os admiro mucho" llega todo un cúmulo de reproches a la más mínima.
Papás a la antigua consigue su propósito, sólo hay que ver algunas críticas en EEUU con términos como "ofensiva" o "ataque" a lo correcto. Como muestra la escena en la que dos de los amigos están en una reunión con otros padres del colegio y uno les acusa de "que los hombres blancos estén monopolizando la conversación". Lo dice un joven blanco, de esos que frunce el ceño muy enfadado y asiente muy fuertemente con la cabeza para mostrar su compromiso, que está indignado porque tiene un 3% de ADN procedente de Sri Lanka.
Pese al título, no se confundan, Papás a la antigua no es una película familiar, de hecho está calificada en EEUU con categoría R por su vocabulario y desnudos. Algo frecuente es los monólogos de Bill Burr es precisamente su estilo malhablado. Una opción para reír en casa y verse reflejado en más de una ocasión, en el lado de los cuarentones o de la "generación frágil". En un caso el espectador reirá y en el otro se indignará.