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'El negocio del dolor' en Netflix, la bailarina de estriptis que terminó desatando una epidemia de fentanilo

Comerciales de farmacéuticas con pocos escrúpulos que vendieron un medicamento para enfermos de cáncer para cualquier dolor.

Estrenos en plataformas: Corrupción farmaceútica, terror experimental y despertar sexual

El audio empezará a sonar cuando acabe el anuncio

Comerciales de farmacéuticas con pocos escrúpulos que vendieron un medicamento para enfermos de cáncer para cualquier dolor.
Netflix

Fentanilo es una de las palabras de 2023 sin lugar a dudas. ¿Quién no ha visto alguno de los vídeos de los zombis del fentanilo de Filadelfia? Se han escrito numerosos artículos de prensa, libros y rodado documentales sobre el tema. Ahora llega a Netflix una ambiciosa película inspirada en hechos reales que adapta libremente una historia real. No obstante, El negocio del dolor se queda con algunos de los episodios más llamativos de aquella historia, desde bailes eróticos para convencer a médicos de que receten su producto a un rap para incentivar a los empleados con suculentas comisiones si conseguían que los doctores aumentaran la dosis del medicamento.

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El negocio del dolor está protagonizada por Emily Blunt, Chris Evans y Andy García y se basa en un artículo que Evan Hughes publicó en The New York Times bajo el título Pain hustlers: crime and punishment and opioud startup (Estafadores del dolor: crimen y castigo en una startup de opioides) en el que contaba lo ocurrido con la farmacéutica Insys (en la película Zanna Therapeutics). Uno de los elementos que sí respeta la ficción respecto a la realidad es la motivación que tuvo su fundador para ponerla en marcha.

El millonario John Kapoor (Jack Neel en la película interpretado por Andy García) puso en marcha la farmaceútica después de que su esposa muriera de cáncer de mama con unos dolores terribles. Eso hizo que creara Subsys (Lonafin en la cinta), un opioide a base de fentanilo que estaba destinado en un principio para enfermos terminales de cáncer ya que los pacientes que sí fuesen a sobrevivir a la enfermedad podrían desarrollar una fuerte adicción.

La historia de ‘El negocio del dolor’

El negocio del dolor comienza como un falso documental, imágenes en blanco y negro de diferentes personas explicando lo que pasó. Sirve simplemente para contextualizar y centrar rápidamente la atención en Liza Drake, a la que da vida Emily Blunt. La actriz demuestra una vez más sus grandes dotes interpretativos y su gran versatilidad. Lo mismo da vida a la una devastada esposa de Oppenheimer, que lucha con extraterrestres en Un lugar tranquilo o encarna a un mito como Mary Poppins.

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Liza Drake está divorciada e intenta mantener a su hija trabajando en un local de striptis donde conoce a Pete Brenner (Chris Evans), un comercial sin escrúpulos de una farmacéutica. Pete queda deslumbrado por la perspicacia e inteligencia de la joven y la recluta como comercial para su empresa en bancarrota, ningún doctor quiere recetar su espray capaz de calmar el dolor en sólo 5 minutos tras pulverizarlo bajo la lengua. Pete cree que Liza podrá camelarse a los doctores hasta convencerlos.

Al más puro estilo Erin Brockovich, madre coraje dispuesta a adaptarse a un medio que no conoce para ganar dinero, comienza su periplo por las consultas médicas. Tanto en la realidad como en la ficción, la compañía farmacéutica consigue meterse en el bolsillo a los médicos que comienzan a recetar el medicamento con fentanilo. En sólo unos meses los ingresos se cuentan por millones, pero quieren más. Eso hizo que presionaran a los facultativos para que lo recetaran a todo tipo de personas, no sólo los enfermos de cáncer. Las consecuencias las podemos ver en muchas de las calles de EEUU con jóvenes totalmente en trance.

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El modus operandi era mediante un "programa de conferencias", eufemismo y entramado montado para sobornar a los doctores. El personaje de Emily Blunt, Liza Drake, realmente no existe, se ha usado sólo a modo de hilo conductor y justificar el desenlace, que aunque en la vida real fue el mismo, se llegó por otros derroteros. Liza es en cierto sentido la voz de la conciencia, ¿a qué precio estás dispuesto a triunfar si sabes que estás perjudicando gravemente la salud de miles de personas?

El negocio del dolor, que este fin de semana estrena Netflix, está dirigida por David Yates, director que ha sido el responsable de numerosas entregas de Harry Potter y de todas las películas de Animales fantásticos, su precuela. La película tiene un buen planteamiento y resulta entretenida conforme avanza la historia. Consigue enganchar al espectador introduciéndolo de lleno en esta conspiración criminal.

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