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Tres neoyorquinos totalmente extravagantes interpretados por Peter Dinklage, Anne Hathaway y Marisa Tomei protagonizan Llegó a mí.

'Llegó a mí', un buen reparto no salva una mala, muy mala, película

Tres neoyorquinos totalmente extravagantes interpretados por Peter Dinklage, Anne Hathaway y Marisa Tomei protagonizan Llegó a mí.

Ni Peter Dinklage, Anne Hathaway y Marisa Tomei, ahí es nada, son capaces de levantar una mala película. Llegó a mí tenía todos los ingredientes para convencer al público, no sólo su reparto, sino su directora, Rebecca Miller, hija de Arthur Miller el mítico autor teatral norteamericano. Llegó a mí inauguró nada menos que la Berlinale, muestra de que todo lo que pasa por festivales de prestigio no tiene por qué valer la pena.

En Llegó a mí vemos a Steven (Peter Dinklage, que siempre será Tyron Lannister de Juego de Tronos), un compositor en pleno bloqueo creativo que tiene que entregar su próxima ópera. El resto de personajes también están en plena crisis de identidad. Su mujer Patricia, (Anne Hathaway) es una psicoanalista obsesionada con la limpieza y que en un momento dado sueña con ser monja.

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Para salir de su bloqueo creativo, Patricia aconseja a su marido salir a la calle a conocer gente nueva. Así, Steven terminará bebiendo whisky en un bar a las 11 de la mañana donde conocerá a Katrina (Marisa Tomei) la capitana de un remolcador que lucha por rehabilitarse de su adicción al sexo y el romance.

Si estos ingredientes no fueran suficiente, también entran en este aliño el hijo de Patricia de un matrimonio anterior que a sus 18 años quiere perder la virginidad con su novia del instituto, el exmarido de Patricia que está obsesionado con las recreaciones históricas de la Guerra Civil y una asistenta polaca.

Películas sobre neoyorkinos excéntricos hay muchas, de hecho Woody Allen es uno de sus mejores representantes. Sin embargo, los protagonistas de Llegó a mí son demasiados estrambóticos, tanto que terminan por perder credibilidad y dando igual al espectador. Tampoco ayuda el tono y ritmo de la película, que se debate entre la comedia y el melodrama sin decantarse por ninguno de los dos géneros. El interés de las diferentes historias es bastante dispar y no terminan de tener una cohesión que haga que no parezca un pastiche.

Para colmo, la cinta cuenta con un final poco creíble, ninguna historia de Llegó a mí rezuma verdad, en todas ellas hay demasiada impostura.

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