Puede que la próxima veta donde escarbe Hollywood sean los videojuegos, pero Borderlands parece que va a ser una excepción. La película escrita y dirigida por el habitual del género de terror Eli Roth (Hostel, El infierno verde) juega la baza de Guardianes de la Galaxia e incluso su homóloga en DC, Escuadrón Suicida, al presentar una galería de excéntricos y perturbados soldados de fortuna a la caza de un tesoro estelar. Desde luego, la película se esfuerza en mostrar sus cartas humorísticas desde el principio, con Roth ubicando la acción en una suerte de variación estelar cutre de la América Profunda, pero si hay películas que acaban resultando mejores que la suma de sus partes, con Borderlands ocurre justamente lo contrario.
Con un elenco importante encabezado por una explosiva Cate Blanchett, Roth no llega a sintonizar esa vena de serie B que desesperadamente busca, incapaz de exprimir esa vena un tanto suicida del que parece su referente en puesta en escena y mensaje, el inolvidable John Carpenter de 1997. Rescate en Nueva York. Lamentablemente la película carece de esa negrura, su cinismo y, casi lo peor en este caso, su violencia, presentando una apresurada carrera de autos locos que pese a exhibir cierta imaginación se nos antoja ciertamente desmayada.
Cierto es que brillan aquí y allá destellos de imaginación "nerd" de Roth, como esa curiosa elección de Gina Gershon en un papel secundario, las secuencias de saltos que intentan traducir un juego de plataformas o que, hay que reconocerlo, la película nunca para quieta, pero lo extravagante y lo espectacular nunca cuaja en una trabajo que sabe demasiado a sus referentes y desaprovecha sus propias posibilidades. Al final, ni chicha ni limoná: Borderlands desaprovecha unos cuantos intérpretes que antes han sido capaces de impregnar de personalidad otros papeles, y aunque aspira a título de culto de un puñado de raros más bien parece un fugaz pasatiempo de multicines a medio cocer.