
La actriz Julia Ormond, de 59 años, fue uno de los rostros más populares en el cine de los noventa. De nacionalidad británica, comenzó a hacerse verdaderamente conocida gracias a Leyendas de Pasión, junto a Brad Pitt, Sabrina con Harrison Ford y El primer caballero, acompañada de Richard Gere, tras apuntar maneras en Smilla. Misterio en la nieve y otros trabajos.
Pero después, cuando el éxito le sonreía, su filmografía decayó en repercusión de manera súbita, y el rostro de Ormond fue rápidamente olvidado por espectadores y cineastas. ¿Qué pasó con una actriz de producciones punteras de Hollywood, alabada por todos debido a su talento y su belleza, a pasar a intervenir en series televisivas o películas de mucho menor empaque de una manera fulgurante? El proceso fue fulgurante.
La respuesta es: Harvey Weinstein. Como se puede comprobar en la gran demanda interpuesta en el Tribunal Supremo de Nueva York el pasado mes de octubre y en la que Ormond no solo incluyó al productor por agresión sexual, sino también a Miramax -compañía del productor-, Walt Disney -su matriz- y la agencia de talentos CAA, que la representaba por aquel entonces, por ocultarlo.
La actriz denuncia que Weinstein abusó de ella en 1995 después de una cena de trabajo. El productor utilizó su artimaña habitual: insistir a Ormond para darle un masaje para, a continuación, inmovilizarla y obligarla a practicar sexo oral. Después vino el veto profesional.
En las últimas horas se ha sabido que la juez Suzanne Adams ha dado vía libre a Ormond para, efectivamente, proceder legalmente contra Disney y la agencia de representación por fallar en su deber de protegerla de Weinstein y sus represalias posteriores, desestimando las alegaciones de ambas empresas. La juez señala que se permitió el comportamiento de Weinstein porque les hacía "ganar mucho dinero".
Ormond señala que sus agentes, Bryan Lourd y Kevin Humane, la disuadieron de denunciar a Weinstein porque nadie la creería y su trayectoria quedaría dañada. La agencia, en todo caso, posteriormente perdió interés en Ormond -señala en su demanda- y su carrera sufrió igualmente.
La juez considera que los responsables de la agencia sí sabían de peligro que corría Ormond, extremo que éstos niegan. Un año antes de la agresión, Weinstein le había hecho similares proposiciones sexuales a otro cliente de CAA. La denuncia alega que la agencia también disuadió a ese cliente de presentar una queja.
Disney, por su parte, señaló que pese a ser la Miramax de Weinstein su empresa subsidiaria, carecía de control sobre su comportamiento. La juez Adams considera, no obstante, que los abogados de Ormond han ofrecido pruebas suficientes para continuar su demanda.
La macrodemanda de Ormond, por tanto, sigue adelante, garantizando una nueva ristra de titulares con el nuevo peldaño subido por la actriz, que fija sus miras no tanto en el propio Weinstein como también en las grandes empresas que lo encubrieron. Un nuevo episodio en el extenso y mediático drama rubricado por el legendario productor.