Hay muchos momentos dignos de recuerdo en Super/Man. La historia de Christopher Reeve, documental dedicado a la vida del desaparecido actor que interpretó al superhéroe en la fundacional película de Richard Donner. Y aunque casi todos destaquen por sí mismos, no por el valor intrínseco del documental estrenado en cines de Ian Bonhôte y Peter Ettedgui, eso no quita un ápice de validez e impacto al documento. Preñada de imágenes domésticas grabadas por su entorno familiar, entrevistas y grabaciones de rodaje, Super/Man tiene una virtud emocional que es más importante que todas las demás: parece estar contada por el propio Reeve.
El documental, una evidente maniobra nostálgica para mitificar el personaje, ahonda en cierto modo en la necesidad de héroes de la sociedad norteamericana. Super/Man se salta otras implicaciones culturales, como que un intérprete de Anna Karenina de el salto a interpretar el Jesucristo popular americano, pero lo importante es la persona, no el personaje: el relato de cómo los médicos volvieron virtualmente a unirle la cabeza al cuerpo resulta terrorífico y desolador.
Lo que sigue el el proceso igualmente heroico de la enfermedad y la decisión de Reeve, poniéndose realmente el traje de superhéroe, de invertir todos sus esfuerzos en publicitar la necesidad de cuidados paliativos y soluciones a los enfermos. Lo mejor son, sin embargo, sus episodios íntimos, por mucho que no se ahonde en ciertos episodios familiares más oscuros: la relación con su segunda esposa y el destino final de la pareja, la amistad con Robin Williams (la desoladora frase de Glenn Close: con Reeve a su lado el cómico también seguiría vivo), la imposible rivalidad con un padre poeta… Convencional y necesariamente lacrimógeno, Super/Man es una adecuada inversión en legado de la ahora desesperada DC al que no se le puede poner un pero.

