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'El método Knox', cine negro a la antigua con un gran Michael Keaton

El método Knox es un thriller dirigido y protagonizado por Michael Keaton que se estrena en cines el 7 de noviembre.

El método Knox es un thriller dirigido y protagonizado por Michael Keaton que se estrena en cines el 7 de noviembre.
Michael Keaton en El método Knox | Diamond

Es un fastidio comenzar un comentario de El método Knox, segundo trabajo como director de su también protagonista Michael Keaton, recordando tiempos pasados. Pero ahí va, aunque esto parezca el día de la marmota: hace no tanto tiempo un thriller como el aquí presente, en el que un asesino a sueldo afectado de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, una temible variedad de Alzheimer, afronta un último servicio para salvar a su hijo de una condena segura, no ocuparía un lugar tan marginal en la cartelera de títulos norteamericanos en cines.

Pero la cosa es la que es y está como está, y El método Knox, que pasa a formar parte de una remesa de vengador enfermo tras La memoria del asesino (Liam Neeson), Sombras del pasado (Russell Crowe), La hora del silencio y Noche de paz (Joel Kinnaman), se configura ahora como un modesto título de serie B que puede agradar a cierto espectador adulto cercano todavía a los postulados de ese cine de género.

Apoyada en el oscuro carisma de Keaton, el film aborda la decrepitud de su antihéroe con una seriedad quizá excesiva, pero seguro de estar modelado una muestra de cine negro sin pretensiones pero tampoco muchos miramientos. El método Knox deja de lado la acción de algunos de los títulos enunciados arriba (todos ellos, al final, modulaciones de la que quizá es la madre de todos ellos, Memento de Christopher Nolan) para ofrecer un relato oscuro, dramático y moralmente muy gris del ocaso de un asesino que hace tiempo renunció a la compañía humana.

La película, por tanto, deja poco espacio al sentimiento o la compasión, que aporta no obstante en cada una de las apariciones de Al Pacino, y se centra en crear un peculiar sentido de la redención a través de un guion sólido que Keaton, en calidad de director, solo tiene que reproducir sin florituras. El método Knox desenreda el plan del soldado como una línea sin fisuras hacia algo solo relativamente bueno, creando un protagonista con un peculiar sentido de la liberación, y a pesar de ello, no especialmente empático de cara a la galería: da la impresión de que el eficaz Knox realmente desea desaparecer en el silencio que progresivamente extiende por su conciencia.

Mejor escrita e interpretada que, quizá, dirigida (la narración está bien engrasada, pero le falta algo de garra en su premeditada aridez) Keaton factura una película que bien podría haber venido teñida en blanco y negro hace cuarenta o cincuenta años, incluso vestida de polar francés. Es probable, claro, que nadie sepa apreciarlo especialmente, y la relativa falta de medios del film así lo acredita. Esa es la tesitura de la industria y el público actual, con escaso interés por revalidar títulos de esta estirpe o reconocer realmente la calidad y complejidad de Keaton como actor (pese al mayúsculo éxito de Bitelchús, Bitelchús).

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