No confundan El asesino del juego de citas con una de esas amables comedias de misterio que de tanto en tanto aparecen en las plataformas. El debut como directora de la también protagonista Anna Kendrick (Dando la nota) es un suspense que, pese a ciertas vacilaciones entre su voluntad de manifiesto y thriller que derivan en esa apariencia amable, ligera, se resuelve de manera notable gracias a la habilidad de Kendrick para trenzar de manera incómoda y amena (le bastan apenas noventa minutos y sí, con sentido del humor) el destino de un asesino y su potencial víctima televisiva.
El asesino del juego de citas reelebora en forma de crónica real uno de los estereotipos clásicos del cine de terror, el de la "chica final" acosada por el psicópata de turno. Kendrick sigue los pasos del asesino en serie Rodney Alcalá y Sheryl, la joven que ella misma interpreta y con la que el hombre consigue una cita a través de un programa televisivo. Pero el sencillo relato se reserva algún recurso más para jugar con la percepción temporal del espectador y el verdadero protagonismo en la historia de una segunda joven, Amy (Autumn Best), otra de las potenciales víctimas del psicópata.
Limitada por los hechos reales, la Kendrick directora no puede llevar más allá el enfrentamiento entre la heroína y el villano, y por eso convierte su historia en una lucha dialéctica entre los roles del hombre y la mujer que fructifica, eso sí, en la sutil, terrorífica y realista escena del aparcamiento nocturno (otro escenario cliché del psycho-thriller hábilmente reinterpretado). Aunque en ocasiones le puede la doctrina de género, lo cierto es que la falta de pretensiones del film, su inteligente sentido del humor (que se beneficia de la experiencia de la actriz en el género) y su notable habilidad como directora (que rodó el film en apenas una veintena de días) convencen de la existencia de un entorno en apariencia libre, pero realmente repleto de hostilidad e incomodidad, que desmitifican la década de la libertad sexual de los 70.
El asesino del juego de citas es por eso una denuncia sobre la desprotección de las mujeres, pero también un hábil thriller que revisa y actualiza bastante bien el rol de víctima femenina, transmitiendo una historia verdaderamente apabullante para esos fastos de la crónica negra estadounidense: el encantador e impune Rodney Alcalá fue detenido por apenas una decena de crímenes pero su cifra real de víctimas podría superar con mucho el centenar de asesinados. Quizá algo falta de tensión y oscuridad, la visión de Kendrick es pese a ello tremendamente clara y, sobre todo, sumamente entretenida.