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'El Vigilante Nocturno: Demonios Heredados': una segunda parte inesperadamente buena

El Vigilante Nocturno: Demonios Heredados se estrenó en cines españoles el pasado 22 de noviembre.

El Vigilante Nocturno: Demonios Heredados se estrenó en cines españoles el pasado 22 de noviembre.
Vigilante Nocturno. Demonios Heredados | Filmax

Tardía secuela de El vigilante nocturno, un gran éxito del cine de género europeo en los noventa que mereció su propio remake con Ewan McGregor y el mismo director, Ole Bornedal, consigue todo lo que las "legacy sequel" como la saga Scream no lograron articular. Porque estamos exactamente ante eso mismo: una "secuela legado" que continúa la historia, más de veinte años después, con todas las consecuencias. Y estas entroncan perfectamente con la procedencia nórdica del invento, con los traumas de los supervivientes, actos de suicidio y de rebeldía juvenil de por medio. La cuestión es que Vigilante Nocturno: Demonios Heredados lo hace rematadamente bien, construyendo una historia distinta que a la vez reverencia y evoluciona hacia otros derroteros la apuesta anterior.


En Demonios Heredados, la hija de los supervivientes del asesino de la primera película, Emma (Fanny Leander Bornedal) lidia con el trauma de su padre (de nuevo Nikolaj Coster-Waldau, tras haber alcanzado la fama en Juego de Tronos) y la desaparición de su madre. Para enfrentarse a esa situación, a la joven no se le ocurre más que optar al mismo trabajo que su padre: vigilante nocturna en una morgue... Es el momento para que, naturalmente, un nuevo asesino haga acto de aparición entre los pasillos de las instalaciones.

Bornedal no repite la jugada de la primera película y apuesta por desarrollar los personajes, haciendo con ello crecer su propio legado fílmico: los asesinos de Demonios heredados parecen hacer del ritual del asesinato una experiencia común entre ellas, un homenaje como el que cualquier "legacy sequel" como las modernas entregas de Scream han tratado con tanta insistencia de desarrollar (dos historias de misterio paralelas, una adulta y otra juvenil, inseparables una de la otra). Aquí sale estupendamente bien, como si la procedencia danesa de la película allanara por sí misma su vocación de drama mezclado con thriller de terror.

Y si ello ocurre es por lo bien que la película expresa con su peripecia el estado mental de sus protagonistas, atando los destinos de víctima y verdugo (ambas de frenopático) y mostrando cómo las nuevas generaciones pueden provocar ellos mismos la repetición de una experiencia inasible para ellos (y en definitiva, lo absurdo de los mecanismos para lidiar con el dolor de todos los personajes implicados). Finalmente, la segunda mitad del film, en el que todo se convierte en un probable desfile de culpables como en la citada saga Scream, resulta lo bastante ejemplar como puro ejercicio de thriller como para justificar la existencia y el visionado de la película.

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