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'A Real Pain', la experiencia judía de Jesse Eisenberg y Kieran Culkin

A real pain es una comedia dramática dirigida por Jesse Eisenberg con la que Kieran Culkin está triunfando en la temporada de premios.

A real pain es una comedia dramática dirigida por Jesse Eisenberg con la que Kieran Culkin está triunfando en la temporada de premios.
A Real Pain | 20th Century Studios

La experiencia judía como nerviosa mezcla de humor y culpabilidad. La segunda película como director del actor Jesse Eisenberg, aquí también protagonista, toma los mimbres de una legendaria comedia de John Hughes, Mejor solo que mal acompañado, para redirigir sus miras a la eterna paradoja vital de los Kaplan, dos primos judíos que emprenden un tour por Polonia para conocer sus orígenes. La complicada relación de dos personas antagónicas, y la labor de Kieran Culkin, el otro primo, sostienen una comedia negra y dramática en la que los distintos caracteres de ambos parecen representar las dos únicas formas de afrontar la vida que le quedan al estereotipo neoyorquino creado por Woody Allen.

Eisenberg, por tanto, trata de trasladar siempre el enredo de las situaciones, que a su vez delata las psicologías de la pareja, con la gran analogía que sostiene el film. El ansia de protagonismo de Benji (ocultando una desesperación rotunda) y la ansiedad metódica del reservado David (el propio Eisenberg, demostrando de nuevo que no tiene miedo a resultar desagradable) van poco a poco dibujando cierta red de adscripciones y decisiones vitales, sociales, políticas, todas ellas manifestaciones cómicas de un dolor que parece imposible sacar de la mochila. Es cierto que el film parece tratar de alcanzar una voz de autor, la de Eisenberg, todavía no plenamente asentada, pero existe un punto de vista claro y definido a la hora de abordar con sencillez las profundas contradicciones que trata.

A real pain resulta respetuosa con la extraña cercanía física y temporal del dolor (esos campos de concentración extrañamente cercanos al hotel), pero es la labor de equilibrismo de los dos actores la que sostiene todo. La breve película triunfa gracias a Culkin y Eisenberg, el primero sintonizando una hiperactividad doliente similar a la de Succession, y el segundo completando poco a poco ese ser nervioso que parece aterrizar el modelo de Woody Allen con creciente sensibilidad. El resultado es una breve y pequeña comedia sobre el dolor presente y pasado, donde la reconexión emocional nunca acaba de llegar, delicada con los nexos de los dos protagonistas y ácida y angustiosa cuando aborda el Holocausto.

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