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Pedro de Tena

"Chuleta" para un brindis liberal por España y el nuevo año 2016

Aproveche el brindis por el nuevo año para sembrar de liberalismo y tolerancia la última noche del año y la primera hora de 2016.

Imagine que se encuentra en su cena de fin de año, con su familia y sus amigos. O con la novia o con los adversarios o con los compañeros, incluso los de la empresa, club o partido. Tras engullir las uvas, un pariente malvado, tal vez un enemigo, le invita a que pronuncie un brindis por el año nuevo, justo por este año nuevo. ¿Un sambenito, un marrón? En absoluto. Una oportunidad maravillosa para sembrar de liberalismo y tolerancia la última noche del año y la primera hora de 2016. Con el fin de que triunfe en su brindis, me he permitido deslizarle una "chuleta" que puede usar o tirar.



En primer lugar, un sorbo grande para las efemérides del día que está cargadas de grandes hechos y grandes personalidades. Para empezar, un 31 de diciembre de 1991 fue el último día de la conocida como Unión De Repúblicas Socialistas Soviéticas, la URSS, uno de los mayores enemigos de la libertad, la equidad y la paz que han existido en la historia. Por tanto, terminaba el proceso de desmoronamiento del imperio comunista dirigido por los restos de la Rusia bolchevique y comenzaba la historia de la Federación Rusa, historia difícil y no totalmente desligada del viejo aparato represor de las antigua tiranía del Kremlin, pero un paso adelante para la libertad de las personas en el mundo. Se acababa la Guerra Fría, se terminó la pesadilla gestada en la tradición marxista-leninista de imponer a la especie humana una teoría que a pesar de anunciar un paraíso -algo atractivo para los crédulos -, conducía directamente a un infierno.


En segundo lugar, sin orden cronológico para que parezca improvisado, un 31 de diciembre de 1908 nació uno de los hombres verdaderamente interesantes y justicieros de la historia del mundo. Se trata de Simón Wiesenthal, un héroe para los defensores de los derechos de los ciudadanos, sean de la raza, la creencia, la ideología o la religión que sean. Aunque algunos concejales de Podemos hacen bromas sobre los judios asesinados y calcinados que caben en un cenicero, Wiesenthal luchó toda la vida por encarcelar a los nazis que fueron responsables de uno de los genocidios más monstruosos del mundo. La libertad del mundo aumentó con su dedicación.

Gracias a él, muchos criminales de guerra dieron con sus huesos en la cárcel. Entre sus méritos, descubrir al criminal nazi Eichman en 1954 en Buenos Aires, finalmente juzgado públicamente y ejecutado en Israel en 1962 tras la Operación Garibaldi. También encontró al oficial de la Gestapo, Karl Silberbauer, arrestador de Ana Frank gracias a cuyo diario, tildado de falso por los pronazis, pudo ser descubierto como policía en Viena. El comandante de los campos de concentración de Treblinka y Sobibor, Franz Stangl, fue capturado en 1967 en el Brasil gracias a su trabajo y Josef Schwammberger, comandante del gueto de Przemysl, fue detenido en 1987 en Argentina. Tambièn colaboró en la condena a cadena perpetua de "la yegua de Majdanek", Hermine Braunsteiner, que vivía en Nueva York como ama de casa, famosa por patear a las reclusas judías hasta la muerte. Ah y casi cazó al canallesco Josef Mengele, que murió sin castigo.

También nacieron un 31 de diciembre, Murillo (Bartolomé Esteban) y Matisse (Henry), dos creadores de la máxima fecundidad. De Murillo recordemos que el año 2017 festejará los 400 años de su nacimiento y que hay que mirar lo que miraban dos de sus mujeres en una ventana. De Matisse, además de su libertad creativa y su fuego cromático - también pinta una ventana -, el sufrimiento originado al detener la Gestapo a su esposa y su hija tras la ocupación de París. Más ventanas es lo que necesitamos, no menos.

¿Pueden celebrarse las muertes? Hombre, no, pero podemos celebrar la fecundidad de las personalidades que murieron un 31 de diciembre tras haber hecho grande a la nación española: Fray Luis de Granada y Miguel de Unamuno. Alzar la copa por ellos no puede ser una burla, un menosprecio, una falta de respeto. Al contrario, debe ser un acto de orgullo por ser miembros de la nación que ambos engrandecieron. De Fray Luis de Granada puede destacarse en el brindis, no tanto su "erasmismo" liberal por entonces que provocó la sospecha de los inquisidores, sino su romántica y pionera actitud ante la maravilla de la Naturaleza y su amor por el castellano como lengua de la religión y la predicación.

¿Qué decir del liberal zigzagueante don Miguel de Unamuno, como le retrata su biógrafo Jon Juaristi? Quien no haya leído antes de los veinte años Del sentimiento trágico de la vida difícilmente se habrá contaminado de la complejidad y la angustia que late en el fondo del alma española. Juaristi le califica como un liberal en período de entreguerras cuando trata de su vida entre 1918 y 1936, año de su muerte. Lo cierto es que, aunque pecó de fe en el nacionalismo vasco y en el socialismo, en su madurez se opuso a los totalitarismos ascendentes, tanto procedentes de la derecha como de la izquierda. En cualquier caso, Miguel de Unamuno fue una cabeza poderosa que pensó sobre la nación española con la pasión donquijotesca de quien tiene un ideal de patria y lo practica. Quizá necesitase otro año, el que viene, año del octogésimo aniversario de su muerte, para disponer de un brindis para él solo, que lo merece.

Si todo lo que antecede no le es suficiente para levantar lo más liberalmente posible la copa este fin de 2015, añada la maravillosa oportunidad que tiene España como nación para enmendar errores de su más amplia experiencia democrática que comenzó en 1976 y todavía dura. Lo diré son rodeos. Debemos a Podemos y a Ciudadanos muy especialmente esta oportunidad si bien otros muchos, desde periodistas a historiadores pasando por pensadores de diferentes raíces y destinos, han contribuido a su floración. Hay que levantar la copa por una mayor presencia del pensamiento liberal en la democracia española porque su ausencia es lo que más ha contribuido a la crisis del sistema político instaurado con la Constitución de 1978. Podemos y Ciudadanos, partidos bien distintos, han tomado nota de las debilidades estructurales de una democracia que no se ha atrevido del todo a ser en mayor medida liberal. La no separación fáctica de los poderes del Estado, la vigencia de oligopolios en la información, la incapacidad de hacer de la educación un trampolín no doctrinario para la conciencia crítica de los jóvenes, una ley electoral sin justificación, un enchufismo generalizado de matriz política y una corrupción vinculada a la hegemonía de los partidos sobre la sociedad civil, entre otras muchas cosas, pueden y deben ser corregidos.

Por todo ello, es posible y necesario, levantar la copa este 31 de diciembre por esta gran nación que se llama España y dar paso a un año nuevo que, como todos, será bueno o malo según sean buenas o malas las acciones de sus ciudadanos. Como dicen algunos, en este país no cabe un tonto más y así nos ha ido, pero a partir de este año vamos a ver si la disyuntiva entre reforma constructiva de la herencia recibida de la transición o disgregación populista y chabacana de la nación, nos proporciona, por fin, una decisión inteligente. Feliz, y libre, 2016.

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