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Antonio Escohotado

Rodríguez Zapatero: la impostura estándar

Pienso dedicar buena parte de mis últimos días a investigar si Rodríguez Zapatero es responsable de la reviviscencia del guerracivilismo o de envenenar las relaciones filiales y maritales.

Pienso dedicar buena parte de mis últimos días a investigar si Rodríguez Zapatero es responsable de la reviviscencia del guerracivilismo o de envenenar las relaciones filiales y maritales.
El presidente Zapatero en La Moncloa en 2008 | Cordon Press

Borrar el nombre José Antonio Primo de Rivera (1903-1936) en múltiples vías públicas de todo el país devuelve actualidad al engendro amnésico y tergiversador llamado Ley de Memoria Histórica (2007), que se quedó sin fondos pero no ha sido derogada. En los albores del siglo XXI, cuando la experiencia de regímenes comunistas en cuatro continentes no puede ser más unívoca, dicho precepto se ha permitido dividir España en los buenos ("víctimas del franquismo") que perdieron la guerra civil, y los malos ("bando sublevado") que la ganaron, como si hubiese sido un conflicto entre partidarios y enemigos de los derechos civiles, y resucitar parte de sus horrores fuera ecuánime en vez de canallesco.

Ateniéndonos a la concepción del mundo de Rodríguez Zapatero, promotor de dicho precepto, el planeta seguiría escindido en progresistas y fascistas, aunque el fascismo fue la divisa de Mussolini, el menos criminal con mucho de los mesías totalitarios inspirados por Lenin. En efecto, los archivos de su régimen demuestran que entre 1927 y 1945 no hubo un solo ejecutado sin juicio, y los tribunales dictaron 10 penas de muerte por sedición. Compárese esa cifra con los millones de ejecutados durante el mismo periodo en la URSS, bajo el cargo "enemigos del pueblo". Tampoco hay duda de que la Gestapo nazi mató a miles de disidentes ideológicos, y a muchos más por higiene racial; pero recuérdese que Himmler calcó su reglamento del de la Cheka soviética, y sus campos de concentración calcaron también los del sistema gulag, montado veinte años antes.

Según Zapatero y sus émulos, el fascismo no sería un fenómeno derrotado estadísticamente nulo desde mediados del siglo XX, sino la peor amenaza para el actual Estado de derecho. De ahí su inclinación a dialogar con integristas islámicos, castristas, chavistas, etarras y demás adversarios del "Imperio", como si reeditar experiencias coloniales no fuese el destino de países como la URSS, la China de Mao o Cuba, obligados a ello por su incapacidad para producir bienes y servicios competitivos, mientras el resto establece alianzas comerciales en vez ideológicas y militares. Progres de esa naturaleza no se han enterado aun de que Norteamérica sigue siendo el campeón del aislacionismo, y confunden democracia con poner primeros a los últimos, la más violenta y ruinosa de las metas, nacida de trasladar al reino físico el "benditos sean los pobres de espíritu, porque de ellos será el reino de los cielos".

Además de sumir a su país en bancarrota, y financiar la secesión desde su presidencia del Gobierno central, Zapatero se permitió redefinir los deberes de padres, hijos y esposos como si hacer de Moisés y Solón no fuese abuso del derecho, y está por ver si una discriminación positiva sine die logra evitar la iniquidad sustancial del discriminar, o más bien estimula un clientelismo perverso. También decretó que los jubilados perderíamos la pensión en caso de seguir trabajando, aunque la nueva legislación sobre autónomos haya derogado semejante miseria. Considerando unas y otras cosas, quizá comprenda que si la vida me da salud estudiaré de cerca hasta qué punto los nuevos juzgados y dependencias creadas para combatir la violencia de género están promoviendo justicia, veracidad y honradez.

En cualquier caso, estas líneas se conforman con poner de relieve lo inicuo de la llamada memoria histórica, cuyo punto de partida es educar al estilo Institut Nova História, que sería hilarante si no partiese de malversar fondos públicos, como el resto de las iniciativas tendentes a sustituir la prosaica realidad por un nudo de reflejos condicionados pavlovianos, troquelando un maniqueísmo con anverso victimista y reverso supremacista. Fiel a ello, el Institut declara que la Gioconda tiene Monserrat como paisaje de fondo, pues Leonardo creció allí, y anuncia lo mismo sobre Rodrigo Díaz de Vivar, Colón, Garcilaso, Cervantes (hijo al parecer de Miguel Servet), La Celestina, El lazarillo de Tormes y otros clásicos. Pensar cosa distinta deriva de que "los castellanos" destruyeron originales y falsificaron registros.

Aupado a secretario general en 2000 por los votos del PSC, alguien nacido en Valladolid y formado en León identifica también al Estado español con un opresor de las nacionalidades, y subvenciona magnánimamente el separatismo catalán instando el Estatut de 2006. Por lo que respecta a nuestra guerra civil, la ciencia infusa sustituyó el estudio para alguien nacido en 1960, y tan dedicado desde 1979 a ascender por las lianas burocráticas como para no tener tiempo de aprender inglés. Yo sé de aquello por mis padres, él por sus abuelos, pero estar una generación más lejos no le ha sugerido investigar documentalmente historia de España, como acabé haciendo yo un par de años.

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La Pasionaria durante la Guerra Civil

Según sus propias declaraciones, para tomar partido sobre los bandos contendientes le bastó "un fuerte apego al obrerismo minero" y un abuelo paterno fusilado. A mí el nombre propio me viene de un tío carnal falangista muerto coetáneamente, y aunque luego militase en la extrema izquierda -cuando resultaba peligroso en vez de rentable-, nunca me perdonaré la frívola falta de respeto hacia mis padres implicada en dudar de su testimonio. Ellos, que habían votado al socialista Besteiro en el 32, tuvieron sobradas razones para combatir después por activa o pasiva el resultado del frentepopulismo, con Pasionaria de adalid democrático y Negrín velando por el patrimonio común. La ley de 2007 se propuso reparar moral y monetariamente a "quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil", pero excluir a los del "bando sublevado" –que entonces se llamó "nacional", por razones obvias- equivale a velar el núcleo más atroz de lo ocurrido, en función de suposiciones falsas.

La primera es omitir el peso alcanzado aquí por lo que Marat bautizó en 1792 como "agresión defensiva", alegando que exterminar a los detenidos "salvará preventivamente a millones de patriotas". No hay la menor duda de que eso inspiró en noviembre del 36 las masacres de Paracuellos, donde sucumbieron al menos 2.500 presos, entre ellos el comediógrafo Muñoz Seca, un "fascista" que era más bien monárquico. Tampoco hay duda alguna de que Madrid se convirtió en una gigantesca Cheka, con 225 sucursales minuciosamente identificadas por el último libro de Jiménez Losantos, Memoria del comunismo (2018).

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Cuerpo de Calvo Sotelo

Si nos preguntamos qué pasó en la capital entre abril y junio de ese año, una circular del Gobierno fechada el 2 de julio nos informa de que "un centenar de iglesias y conventos fueron asaltados e incendiados, y muertos 40 falangistas como represalia por más de 50 víctimas entre las organizaciones de izquierda obrera". No obstante, el detonante del alzamiento llega el 13 de julio, cuando un grupo de policías y parapolicíasasesina de dos tiros en la nuca al diputado jefe de la oposición, José Calvo Sotelo –otro "fascista" vehementemente contrario tanto a la Falange como a Mussolini-, y el Gobierno se opone a investigar el asunto. Como explica Pasionaria a las Cortes, "se lo tenía bien merecido".

Tras esa muestra de respeto por el principio de legalidad, el Gobierno reacciona a la insurrección consintiendo que se generalice el "terror revolucionario", y en noviembre huye en masa a Valencia, dejando Madrid librado a una Junta de Defensa, aunque Franco no tarde en comprender que menos de 20.000 hombres son insuficientes para tomar una urbe defendida por el doble. El mes anterior su ministro de Hacienda entonces, Negrín, regala a Stalin dos tercios de la tercera reserva mundial de oro, que de haberse situado en Londres o París habría permitido sostener la peseta, pero en Moscú solo compra algo de material militar eficaz y bastante chatarra.

En la primavera siguiente comienza la purga del POUM, porque la obsesión de Stalin es Trotsky, y no tanto ganar una guerra donde solo un bando demuestra luchar con entusiasmo. Mientras Nin muere despellejado vivo en los alrededores de Madrid, negándose a "confesar" que está pagado a medias por Wall Street y los nazis, Pasionaria declara en el proceso abierto en Barcelona contra su formación: "Cuando la vida de un pueblo está en peligro, es mejor condenar a cien inocentes que absolver a un solo culpable". Poco después de que Barcelona se rinda sin pegar un solo tiro, Stalin opta por repartirse con Hitler las repúblicas bálticas y Polonia, aun a costa de entrar en guerra con Inglaterra y Francia.

Y entretanto, ¿quién fue José Antonio? Mi padre, que le conoció de cerca, me dijo que fue un señorito andaluz bondadoso, muy católico y obsesionado con la justicia social. Releer su discurso al fundar la Falange lo demuestra, así como su alarma ante los herederos de Rousseau y Marx, para los cuales "la justicia y la verdad no son categorías permanentes de razón". Hasta terminar la guerra los falangistas nunca pasaron de unos pocos miles, y su líder estuvo encarcelado desde el 14 de marzo hasta el 20 de noviembre de 1936, cuando un juicio a puerta cerrada terminó ante el pelotón de fusilamiento.

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Margarita Nelken rodeada del Frente Popular frances y español en el Alcazar de Toledo en 1936

Un mes después de comenzar las hostilidades, como consta incontrovertiblemente, abogó por la reconciliación​ sin condiciones, declarando que "el triunfo absoluto de un bando, no supervisado por nadie, retrotraerá a las guerras carlistas, arruinando todas las conquistas de orden social, político y económico". A eso añadió: "Sea como fuere, que sea mía la última sangre española vertida en discordias civiles". Ahora la exigencia de que se borre toda referencia a él en vías públicas solivianta a algunos alcaldes, provoca irrisión en otros y tampoco falta quien corre a cumplir la Ley de 2007. Entretanto, el GPS me descubre que hay dos calles en Madrid dedicadas a Margarita Nelken, una cerca de Galapagar (donde resido) y otra en Coslada.

¿De quién se trata? Wikipedia explica que fue condecorada personalmente por Stalin en 1942, y murió en México bastante después, siendo allí "la más influyente crítica de arte". También menciona que formó con Carrillo y Segundo Poncela el triunvirato responsable de las masacres de Paracuellos. Quien se interese por evidencias documentales debe consultar la monografía del historiador inglés Julius Ruiz, Paracuellos, una verdad incómoda (Espasa, 2015). A mí me toca ver cotidianamente la placa celebratoria de alguien sobre cuyas espaldas recaen miles de asesinatos; pero por toda España debe ser maldito el nombre de quien fue asesinado pidiendo ser la última sangre derramada en discordias civiles.

Luego me preguntará alguien por qué pienso dedicar buena parte de mis últimos días a investigar si Rodríguez Zapatero no solo es responsable de la bancarrota, la reviviscencia del guerracivilismo y la financiación de los separatistas catalanes, sino de algo más duradero e insidioso. Me refiero a envenenar las relaciones filiales y maritales, tergiversando el espíritu de la ley para introducir en ese ámbito la pulsión cainita, resuelta a odiar la propiedad, la autonomía y el mérito.

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