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Pedro de Tena

Poemas rescatados para un héroe: Juan Sebastián Elcano

No tuvo demasiados versos honoríficos el marino y, extrañamente, no escribieron sobre él los más grandes poetas españoles, salvo Unamuno.

No tuvo demasiados versos honoríficos el marino y, extrañamente, no escribieron sobre él los más grandes poetas españoles, salvo Unamuno.
nao Victoria, la nave con la que Elcano concluyó la vuelta al mundo. | Ministerio de Cultura

"La fragata española Juan Sebastián Elcano ha llegado al puerto de Buenos Aires trayendo en sus velas toda la vieja poesía del mar. No son extraños estos mares, dibujados por Juan de la Cosa, a su glorioso patrón, ni lo son a sus actuales marinos, que encuentran el 'Salud' y el 'Adiós' dichos en castellano por todas las costas del Nuevo Mundo".Así saludó Federico García Loca a los marinos españoles que llegaron a bordo del navío el 26 de diciembre de 1933 en un acto celebrado al día siguiente en el teatro Avenida de Buenos Aires.

El famoso barco español lleva el nombre del primer hombre que culminó una vuelta completa por mar a la esfera terrestre demostrando la tesis de la "redondeza" de la Tierra. Nuevos descubrimientos, tierras, pueblos, minerales, especias (I) y conocimientos nutrieron a la Corona española y a su imperio, entonces sobre la cabeza y los hombros de Carlos I. Se llamaba Juan Sebastián Elcano, nacido en Guetaria (Guipúzcoa). Su vida sigue siendo en buena medida desconocida y sus biografías muy escasas e incompletas.

El maestro Andrés Amorós ilustró hace poco en esRadio, en terna con Nieves López Gamonal y Fray Josepho, su extraordinario perfil con El mar de Debussy bajo las palabras. El año que viene se cumplirán 500 años de la partida de la expedición de Fernando de Magallanes, en el que navegaba como maestre Juan Sebastián Elcano. Esperemos que las celebraciones conmemorativas estén a la altura del V Centenario, de la proeza y del personaje. Habrá tiempo para hablar de todo ello pero ahora nuestro objetivo es otro.

El 10 de agosto de 1519 salieron del puerto de Sevilla, Guadalquivir abajo hacia el Atlántico, cinco navíos y 239 tripulantes al mando de Magallanes (265 dice la placa conmemorativa, que embarcaron en Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre del mismo año). Casi tres años después, el 6 de septiembre de 1522 la nao Victoria, con sólo 18 tripulantes y unos indios, volvió al puerto sanluqueño tras haber circunnavegado el planeta. La capitaneaba Juan Sebastián Elcano, de Elcano o del Cano, que hay versiones.

Pío Baroja recuperó unos versos que aparecían escritos al comienzo del resumen que Casimiro Gómez de Ortega (1741-1818) escribió sobre la navegación de Magallanes y el viaje de Elcano. Decían así:

Por tierra y por mar profundo
con imán y derrotero,
un vascongado el primero
dio la vuelta a todo el mundo

Primo circumdedisti me, fue el lema relativo a su hazaña que constó en el escudo de armas que le concedió el emperador Carlos a su regreso. No fue tratado como merecía la dimensión de su gesta y cuando redactó su testamento en su última travesía, la Corona aún le debía dinero derivado de los 500 ducados de oro anuales que le prometió el Rey.

Martín Fernández de Navarrete, autor de una de sus primeras semblanzas biográficas (publicada en 1848), lamentablemente muy breve, dijo que su circunnavegación del globo "comprobó la esfericidad de la tierra, la existencia de los antípodas y otras verdades de que habían dudado algunos filósofos, dilató al mismo tiempo el conocimiento de la geografía, abriendo un campo inmenso a la ambición de los conquistadores y a las investigaciones de los sabios". Se le olvidó su aportación a la apertura de una nueva y gran ruta para el comercio mundial, nada menos.

Los españoles de ayer no lograron componer una biografía, no ya definitiva, sino, al menos, suficiente. Tal vez el silencio sobre el héroe vasco del cronista de a bordo, Antonio Pigafetta, el Lombardo, al que Antonio Gala consideró traidor (II) en su Paisaje con figuras dedicado a Elcano, haya contribuido a su desconocimiento. No lo mencionó ni una sola vez a pesar de que ambos llegaron a Sanlúcar en 1522 tras años de coexistencia. Algo bien raro.

Dice Pigafetta al llegar a Sanlúcar: "Desde que habíamos partido de la bahía de Sanlúcar hasta que regresamos a ella recorrimos, según nuestra cuenta, más de catorce mil cuatrocientas sesenta leguas, y dimos la vuelta al mundo entero, yendo siempre de este a oeste. El lunes 8 de septiembre largamos el ancla cerca del muelle de Sevilla, y descargamos toda nuestra artillería. El martes bajamos todos a tierra en camisa y a pie descalzo, con un cirio en la mano, para visitar la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria y la de Santa María la Antigua, como lo habíamos prometido hacer en los momentos de angustia". De Elcano ni una palabra.

Se cree que su hostilidad hacia Elcano procedía de su preferencia por Magallanes. Al español no le era simpático el portugués, no sólo por su obstinación en no informar a los tripulantes de la ruta del viaje. Precisamente eso hizo sospechar a sus capitanes sobre sus intenciones poco españolas y amotinarse contra él con el concurso más bien pasivo de Elcano. Por si fuera poco, Magallanes era un personaje autoritario y pretendía marginar a los españoles en los mandos de la armada. Sin embargo, ha compartido con él, justamente, casi la mitad de la hazaña.

Ciertamente, no se han encontrado muchos documentos sobre la figura del vasco. Algunos de ellos, como su carta original al rey Carlos tras llegar a Sanlúcar de Barrameda, se han descubierto recientemente y se encuentran en el Archivo del País Vasco. Otros, copias u originales, reposan, como es natural, en el Archivo de Indias de Sevilla. Téngase en cuenta que el archivo de Sanlúcar fue incendiado durante una huelga de la CNT en 1933 y el de Guetaria sufrió graves daños desde el siglo XVI hasta 1836, cuando fue quemado al tiempo que los carlistas entraban en la villa.

Tampoco ha sido bien tratado Elcano por los españoles de hoy, que apenas sabemos quién fue y qué vivió, además de su proeza marítima. Entre los últimos trabajos publicados sobre la vida de Elcano está la biografía de Manuel Lucena Salmoral (2003), un resumen de la cual consta en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia. Están asimismo los de Alfredo Alvar Ezquerra de 2013 y 2016. Abundan, sin embargo, los libros dedicados al viaje de Magallanes y Elcano y también al buque insignia de la Armada, el Juan Sebastián Elcano.

Destaquemos en este momento que en 1518, hace ahora 500 años y uno antes de que zarpara la expedición de Fernando de Magallanes del puerto de las Mulas (III), cerca de Triana, en Sevilla, Elcano estaba en la ciudad del Guadalquivir. Sabemos se enroló en la aventura en calidad de maestre de la nao Concepción. Por qué fue a Sevilla y por qué se embarcó en la empresa, es motivo de indagaciones más especializadas si bien parece cierto que estaba perseguido por la Justicia.

Dice Lucena Salmoral que "perseguido por la justicia y sin medios de fortuna, Elcano tuvo que abandonar su villa natal de Guetaria, donde dejó su hijo Domingo. Debió deambular por varias ciudades españolas, aunque se ignoran cuáles. Posiblemente estuvo en la costa mediterránea, en Cataluña o en Valencia, entonces vinculada a las operaciones en Italia, así como en Alicante. Su peregrinación de proscrito terminó finalmente en Sevilla, donde se encontraba en 1518, cuando empezaba a organizarse la armada de Magallanes para el descubrimiento de la Especiería".

Curiosamente, pues, Elcano era un delincuente cuando se embarcó, pero alguien hizo la vista gorda sobre su circunstancia por sus cualidades de marino. Se conserva una carta de Carlos V, a la vuelta de su circunnavegación, perdonándole el delito que cometió —vender una nave armada a extranjeros, cosa prohibida por las leyes españolas—, para saldar una deuda.

Algunos poemas sobre Elcano

Tiempo habrá para conmemorar el V Centenario del principio de aquel viaje revolucionario que, cuando menos, tiene ya una composición musical de relieve. También tiene el marino calles y monumentos en su memoria. Pero rescatemos como aperitivo del esperado recordatorio de 2019, algunos versos en honor de Elcano. No tuvo demasiados, pero algunos hubo. Hay algunos más, pero no son fáciles de encontrar. Y, extrañamente, no escribieron sobre él los más grandes poetas españoles, salvo Unamuno. Al menos, que uno sepa.

Lope de Vega escribió, en la Jornada segunda de Las Bizarrías de Belisa:

Conde. ¡Al Prado, cochero: al Prado!

Da la vuelta.

Lucinda. Es la Victoria,

Magallanes de los coches

Aunque dicen que Hartzenbusch no lo entendió así y rectificó el verso, parece claro que Lope hizo una clara alusión a la nao Victoria y al viaje de circunvalación del mundo sin mencionar, lo que son las cosas, a Elcano. Curiosamente, en otra obra, El testigo contra sí, sacó a relucir el nombre del pirata inglés Draque (Drake), como autor de la primera vuelta al mundo en un solo año.

Pero es preciso destacar que, entre los pocos poemas dedicados a Elcano, destacan algunos. El primero y el más hermoso, no en orden cronológico, es el soneto compuesto por Miguel de Unamuno:


Olas gigantes de la mar bravía
que canta el sueño férreo de Vizcaya,
cunada en el sosiego de esta playa,
os sueña con morriña el alma mía.

Curtió vuestra salina la osadía
que traspuso del cielo azul la raya,
la que su suerte en el océano ensaya
y en él su vida al huracán confía.

Ciñó a la tierra por la mar Elcano,
pues era vasco y le venía estrecho
su golfo patrio; se lanzó al arcano;

rico artesón de estrellas le dio techo;
fue el timón laya en su segura mano;
con él del mundo se ensanchó su pecho.


En mayo de 1879, Pío Amando Valdivieso presentó un larguísimo poema dedicado a Juan Sebastián de Elcano, con motivo de la celebración del tercer aniversario de la Sociedad Geográfica de Madrid (IV), presidida por Antonio Cánovas del Castillo.Comienza su primera parte con el título Primo circumdediste me y dedica a Elcano unos primeros versos en octavas reales:

El que en Levante audaz surcó los mares
de capitán experto, y que marino
fue desde que dejó los patrios lares,
Juan Sebastián de Elcano, vizcaíno,
ya la partida espera en pos de azares
de la ardua empresa, que era desatino
para los que cobardes o envidiosos,
vieron la Escuadra preparar celosos.

Y poco más adelante, siempre en clave de las octavas de arte mayor, añade:

En pos de lauro y de anhelada gloria,
humilde puesto acepta en la escuadrilla
Juan Sebastián de Elcano, que en la historia
de la ardua empresa cual primero brilla;
el que marino de inmortal memoria
á Magallanes aguardó en Sevilla,
por su experiencia y su saber profundo,
tal vez ideando dar la vuelta al mundo.

Y cuando Elcano llega a Sanlúcar de Barrameda y a Sevilla, tres años después, lo canta así:

Ya ven la costa; sólo instantes faltan;
ya la Victoria el Betis surca leve;
á Barrameda arriba; a tierra saltan;
sólo diez y ocho son, y ver conmueve
la sed y el hambre que en su faz resaltan,
y la miseria de infortunio aleve,
cual de la débil nave el aparejo,
antes galano, ahora oscuro y viejo.

Y sigue:

Las banderolas de color precioso
son ya girones de vil tela parda,
y cual crespones, ante el día hermoso,

auguran muerte a la que fue gallarda;
deja la carga Elcano, y presuroso
con sus marinos en partir no tarda,
y entra en Sevilla, que hace ya tres años
que no la ha visto recibiendo daños.

Y versificó una reflexión sobre su muerte en el mar, años después de la gesta:

…víctima, como todo el que glorioso
sólo la muerte su laurel proclama;
lógica triste de este mundo vano,
cual sucedió a Juan Sebastián de Elcano.

En el Romancero filipino, tomo primero, publicado en 1893, antes del desastre del 98 y escrito por Manuel Romero Aquino, si bien centrado mayormente en Fernando de Magallanes, se celebra a Elcano.

Bendito seis de septiembre
de venturas inefables;
el que las suyas dichosas
opone como contraste.
A las horas de tres años
de sombras y de ansiedades;
bendito seis de septiembre
en que arrían anclas cabe
Sanlúcar que les recibe
supersticiosa y amante…
…y todos felices llevan
á sus ojos los cendales;
¡que lloran las alegrías
lo mismo que los pesares!
Juan Elcano, el lunes ocho,
corona sus triunfos ante
la populosa Sevilla,
y la "Victoria" ocultándose…

Y termina con Elcano:

Es Juan Sebastián Elcano,
maestre obscuro poco antes,
y al reflejar su grandeza
truécase el nauta en magnate…
…Lleva, el primero, a su patria
las riquezas orientales
y al rendirla los tesoros
de las tierras de Levarte,
de aquel asombroso genio;
del dios humano; del padre
de un Nuevo Mundo que surge
del océano a su voz "¡hágase!"
¡de Colón!, realiza Elcano
los dichosos ideales.

Otro ejemplo más para finalizar. En La Numantina, de Francisco Mosquera de Barnuevo, se encuentran estos versos:

Entraba en el breado y hueco pino
tocando el dulce y suspirado puerto
Juan Sebastián Elcano, vizcaíno.
Piloto de este mundo más experto
después de haber andado su camino
cuanto del sol se haya descubierto
en una nave dicha la Victoria
hazaña digna de inmortal memoria.

Sería necesario, creo yo, disponer de un trabajo de investigación sobre la presencia de Juan Sebastián Elcano en la literatura española para que la conmemoración del año que viene, 500 años de la partida de Sevilla, sea cabal. Y si no fuera posible por la escasez de tiempo, para 1522, año de la llegada tras la primera vuelta al mundo.


(I) Carlos V pagó el viaje de las cinco naos "que enviamos al descubrimiento de la especiería" y así consta en su cédula de perdón a Elcano por haber vendido éste una nave, ilegalmente a unos extranjeros. Lleva la fecha de 13 de febrero de 1523 y consta en la Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, tomo I, Madrid, 1842.

(II) Se le atribuye "triple juego de lealtades: respecto a Castilla y a Carlos V, respecto al Papa y, finalmente, ante quien pudiera haber sido su verdadero señor natural: el Gran Maestre de la Orden del Hospital de San Juan" de Jerusalén, los Caballeros de Rodas.

(III) De las Muelas, dice Stefan Zweig en su Magallanes, obra en la que no considera demasiado justo que Elcano coronara la obra del portugués.

(IV) Parece que no fue el único porque en la sesión en honor de Juan Sebastián de Elcano celebrada en la Sociedad Geográfica mencionada, hoy Real Sociedad Geográfica, en mayo de 1879 se leyeron y luego publicaron discursos y poesías.

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