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Fernando Navarro García

Nazbol, el nuevo engendro del monstruo de siempre

El pacto de gobierno de PSOE con el comunismo new age de Iglesias y el nacionalismo étnico de Bildu es un conglomerado Nacional-Bolchevique.

El pacto de gobierno de PSOE con el comunismo new age de Iglesias y el nacionalismo étnico de Bildu es un conglomerado Nacional-Bolchevique.
Pablo Iglesias y Pedro Sánchez se abrazan durante la sesión de investidura. | EFE

Se esta hablando mucho estos días de un regreso del comunismo, pero yo creo que eso no es exactamente así. El comunismo clásico es otra cosa y aun quedan algunos devotos de la verdadera fe que insisten en recordarnos que Iglesias Turrión y los suyos no son verdaderos comunistas, porqué son un desastre y el verdadero comunismo no puede errar. Recordemos que Marx, su fundamento filosófico, estaba convencido de la cientificidad de su doctrina.

En realidad el comunismo clásico es un ente abstracto que no ha debido de existir jamás pues ante sus continuos y sangrientos fracasos siempre se ha acogido a sagrado afirmando que el asesino comunista de turno en realidad no era un verdadero comunista. Y así se apartan de la chaqueta 20 o 100 millones de muertos como si fueran caspa. Y así tenemos que Stalin en realidad desvirtuó la bondad primigenia de la ideología y que Pol Pot no llegó a interpretar adecuadamente el mensaje salvífico comunista (y eso que había estudiado en la Francia del muy comunista Sartre).

Escribe el gran Jean -Francois Revel en La tentación totalitaria (1976):

Un punto a favor del capitalismo es que, por lo menos, está contento de si mismo solo en tiempos de euforia y cuando todo marcha bien, mientras que el triunfalismo socialista no precisa esta condición para ahuecarse. Los fracasos lo revigorizan, afortunadamente para él, ya que si hubiera de fundar su contento de si mismo en los éxitos, se retorcería en ininterrumpidas mortificaciones.

Pero coincido con estos eruditos, puristas del comunismo, en que Iglesias y los suyos no son estrictamente comunistas, aunque hayan mamado de sus ubres y asumido buena parte de su parafernalia e imaginario, especialmente una cierta litúrgia inherente a todos los totalitarismos. Del mismo modo que las religiones clásicas y mayoritarias en Occidente han sufrido una metamorfosis que las ha transformado en religiones New Age - adaptadas a los nuevos tiempos y con mucho más yoga y mindfullness que infiernos y purgatorios - el comunismo y sin duda también el fascismo han sabido metamorfosearse en algo más adaptado a la modernidad, más divertido y risueño.

La promesa de paraísos en 2020, no puede ofertar los mismos sueños que en 1917 o 1936, por decir algo. Tampoco el nazi contemporáneo pone ya el acento en la raza judía como tal sino en el Estado de Israel, pues la idea de raza ya no vende. El comunista new age tampoco pone el acento en la lucha de clases clásica pues su clientela potencial ya no sabe lo que significa "proletario" y por esa razón busca la agitación social en otras fuentes mas a la moda (guerra de sexos, animalismo, ecologismo, indigenismo, etc). Ambas ideologías totalitarias siguen no obstante compartiendo un odio común hacia el liberalismo político, hacia la empresa (que ellos asocian a capitalismo, ignorando que China es comunista y capitalista) y hacia el sustrato cultural judeocristiano (recordemos que el antisemitismo contemporáneo surge mayoritariamente en partidos de extrema izquierda).

El ansia de poder

Bajo ese barniz superficial de filias y fobias (el dilema amigo-enemigo de Carl Schmit) se oculta un ansia enfermiza de conquistar el poder y retenerlo a toda costa. El ansia de poder es intrínseca a la política y diría que es hasta indispensable para dedicarse a ese oficio antaño noble, pero cuando va a acompañada de esa pasión y ceguera religiosa tan propia de los sistemas liberticidas la cosa se complica mucho. Y si, ademas, para conquistar el poder se asume cualquier medio la cosa ya no es que se complique sino que directamente se pudre.

Habría que buscar un nuevo nombre para este comunismo new age que esta enredándose en demasiadas instituciones del Estado. Habría que pensar un nuevo nombre para estos nuevos enemigos de las sociedades abiertas, esos viejos conocidos que mezclan en su probeta el maloliente ingrediente de lo peor de siglos pasados: fascismo, comunismo, nacionalismo y populismo.

Pero en realidad, esto tampoco es nuevo: en la URSS de los años veinte surgió un partido Nacional-Bolchevique, a medias entre fascismo y leninismo. Mas recientemente en la Rusia de Putin resurgió esa paradójica ideología de la mano de Limònov (acaba de fallecer en 17 de marzo de 2020), un curioso intelectual que postulaba esta fusión de los peores totalitarismos del siglo XX bajo el partido NAZBOL (Nacional-Bolchevique) por el creado en 1993.

En realidad - y ahora que lo pienso - el pacto de gobierno de PSOE con el comunismo new age de Iglesias y el nacionalismo étnico de Bildu o de ERC es mas o menos un conglomerado Nacional-Bolchevique tipo NAZBOL ¡Ya tenemos nombre para el nuevo engendro del monstruo de siempre!

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