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Pedro Fernández Barbadillo

La última arma de Trump: la ‘elección contingente’

​​​​​​​Por mucho que se empeñen los corresponsales españoles en Estados Unidos, Jose Biden no es aún el “presidente electo”.

​​​​​​​Por mucho que se empeñen los corresponsales españoles en Estados Unidos, Jose Biden no es aún el “presidente electo”.
El Presidente Donald Trump en La Casa Blanca el 13 de noviembre | Cordon Press

Las elecciones celebradas, como todos los años bisiestos, el primer martes después del primer lunes de noviembre, eligen a los miembros del Colegio Electoral, que se reunirán el primer lunes después del segundo miércoles de diciembre para escoger al presidente y al vicepresidente nacionales. Sólo entonces se podrá hablar de presidente electo.

Después, los estados remiten los resultados de las votaciones a Washington para que el nuevo Congreso los confirme el 6 de enero en una sesión solemne. Y el 20 de enero toman posesión los nuevos dirigentes y comienza su mandato.

Estas elecciones son las más disputadas desde hace casi dos siglos. Según numerosas sospechas, en 1960, los demócratas robaron a Richard Nixon la victoria mediante sendos fraudes en Chicago y en Texas. Pero éste decidió ‘conceder’ (expresión que se usa en Estados Unidos cuando el derrotado acepta los resultados) el triunfo a John Kennedy, por factores como el patriotismo, la falta de mecanismos para recontar los votos y su futura carrera política, pues tenía 47 años de edad. Pero el presidente Donald Trump no es un político profesional ni, con 74 años, tiene un largo futuro por delante.

El calendario

Las demandas jurídicas planteadas por el abogado Rudolph Giuliani en diversos estados para demostrar y corregir los fraudes en las votaciones nos colocan ante una situación inédita. Los corresponsales españoles también ocultan a su cada vez más escasa audiencia que en 2000 Al Gore impugnó el conteo en Florida y retiró su concesión de victoria a George W. Bush. El vicepresidente de Bill Clinton, a diferencia de Nixon, no le importó sumir al país en una larga crisis constitucional, que tuvo que zanjar el Tribunal Supremo federal.

Ahora, las reclamaciones del equipo de Trump se extienden a una media docena de estados. Las posibilidades son varias: anulación de votos por correo, recuentos manuales de ámbito estatal, repetición de elecciones (cosa inédita)… Pero existen unos plazos improrrogables: el 8 de diciembre los estados tienen que haber comunicado los resultados oficiales de las elecciones y declarado quiénes son sus electores, es decir, las personas encargadas de elegir al presidente; y el 14 el Colegio Electoral votará.

Si los tribunales mantienen los resultados de Nevada, Pensilvania, Michigan y Wisconsin, Joe Biden será presidente… Hasta que sus protectores juzguen que su salud está tan deteriorada que le sustituya Kamala Harris. Pero si la batalla legal se alarga, bien podría ocurrir que los estados no designasen a los electores debido a enfrentamientos entre las asambleas y los tribunales locales. Y las asambleas de varios estados, como Pensilvania, Michigan y Wisconsin, que suman 46 electores ya entregados por las televisiones a Biden, son de mayoría republicana.

La Enmienda XII, adoptada en 1804, establece que serán nombrados presidente y vicepresidente los que reciban más de la mitad de los votos de los electores. En caso de no conseguirse ese número, la elección pasaría al Congreso: la Cámara de Representantes elegiría al presidente nacional y el Senado al vicepresidente.

Además, los métodos de elección serían distintos para cada cargo. Los senadores votarían individualmente entre los dos candidatos con más votos en el Colegio Electoral. En la Cámara, los diputados escogerían entre los tres candidatos más votados, pero no votarían individualmente. En otra muestra del carácter de Estados Unidos como república federal cuya Constitución desconfía de las multitudes, los diputados se agruparían por estados. Los 53 de California tendrían un único voto, igual que el diputado de Alaska, el de Vermont y el de Wyoming.

Y según los resultados que estamos conociendo, con una ganancia de casi diez diputados para el GOP, entre 26 y 27 estados tendrían mayoría republicana en esa elección. El resto, serían demócratas y hasta habría al menos tres con un empate. La capital, el DC, aquí no cuenta, pues no se considera estado.

El precedente de 1824

Este proceso se llama ‘elección contingente’ y, cuando se ha realizado, ha causado conmociones políticas. Se ha dado en las elecciones de 1801, 1824 y 1837. La de 1837 no tiene mucha importancia, pues se trató de elegir sólo al vicepresidente, una figura intrascendente hasta 1841, en que el primero de ellos ascendió a la presidencia por muerte del presidente.

Andrew Jackson (1767-1845) Séptimo Presidente de EEUU

La ‘elección contingente’ de 1801 necesitó de 36 votaciones en la Cámara entre dos candidatos, Thomas Jefferson y Aaron Burr. El caos llevó a la rápida aprobación de la Enmienda XII.

En las elecciones de 1824 se produjo otra crisis. El Partido Federalista se había desmoronado y por segunda vez no presentó candidato a la presidencia. En las elecciones de 1820 sólo hubo uno: el presidente James Monroe. Pero cuatro años más tarde se presentaron cuatro por el mismo partido, el demócrata-republicano: el general Andrew Jackson, un héroe popular; John Quincy Adams, secretario de Estado; William Crawford, secretario del Tesoro; y Henry Clay, presidente de la Cámara. Ninguno logró la mayoría absoluta de los 261 electores, por lo que los 213 representantes, agrupados por sus estados de origen, tuvieron que elegir entre los tres más votados por el Colegio.

La sesión de la ‘contingent election’ se celebró el 5 de febrero de 1825. Clay quedó excluido por ser el cuarto; como detestaba a Jackson, Clay cabildeó para que los diputados de los estados donde había vencido en las elecciones votasen a favor de Quincy Adams. Éste recibió trece votos de otros tantos estados; Jackson, siete; y Crawford, cuatro. El mismo día en que Quincy Adams juró su cargo, nombró su gabinete y dio el puesto de secretario de Estado a Clay.

Los jacksonianos, cuyo candidato fue el que recibió más votos ciudadanos (en seis estados todavía eran las Asambleas las que designaban a los electores), declararon que les habían robado la elección y se prepararon a fondo para las elecciones de 1828, que ganaron ampliamente.

Jackson ha sido el único político que ganó tres veces el voto popular pero fue elegido presidente sólo dos.

La respuesta demócrata: el bloqueo

Si se llegase a la ‘elección contingente’, a los demócratas les quedaría una última carta. La Enmienda XII exige que la Cámara cuente con un quorum de dos tercios. Si se ausentasen los diputados demócratas, espoleados por la ‘squad’ de Alexandra Ocasio, ese requisito no se cumpliría.

Nancy Pelosi, el 13 de noviembre en Washington

¿Y entonces qué pasaría? Nadie lo sabe porque nunca se ha dado ese caso. Además, el 20 de enero (Enmienda XX) cesarían el presidente y el vicepresidente. La presidencia federal la desempeñaría en funciones el presidente de la Cámara, que ahora es Nancy Pelosi, la archienemiga de Donald Trump, pero podría ser otra persona. Lo sabremos el 3 de enero, cuando tomará posesión el nuevo Congreso.

Así de dividida está la nación que dejó Barack Obama, premio Nobel de la Paz.

Pedro Fernández Barbadillo es autor de Los césares del imperio americano.

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