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Miguel Platón

'Paloma en Madrid', el diario de una víctima de la atroz represión del Frente Popular en Madrid

Se acaba de publicar el manuscrito de una testigo de la represión roja en Madrid entre 1936 y 1937: registros domiciliarios, checas, "paseos", persecución religiosa, colas del hambre, los refugiados en las embajadas...

Se acaba de publicar el manuscrito de una testigo de la represión roja en Madrid entre 1936 y 1937: registros domiciliarios, checas, "paseos", persecución religiosa, colas del hambre, los refugiados en las embajadas...
Puerta del Sol de Madrid en 1937 | Cordon Press

Las iniciativas del Partido Socialista vinculadas a la llamada "Memoria Histórica" han encontrado una respuesta que no esperaban los acólitos de José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez. Su finalidad era obtener beneficio político mediante el recuerdo de los crímenes efectuados por la derecha durante la Guerra Civil y la posguerra, con interesado olvido de los que llevó a cabo la izquierda, durante ambos periodos e incluso antes, puesto que casi toda la violencia de los años de la Segunda República fue responsabilidad de socialistas, anarcosindicalistas y comunistas.

A pesar de toda su capacidad de manipulación ejercida desde el poder, les ha salido el tiro por la culata. El resultado práctico está siendo que la mayor parte de las investigaciones y publicaciones de los últimos años destacan los crímenes de la UGT, el PSOE, la CNT-FAI y el PCE, organizaciones responsables de miles de acciones terroristas entre 1931 y 1936, y que una vez iniciada la guerra constituyeron los comités revolucionarios que ordenaron el asesinato masivo de ciudadanos tachados de enemigos, en cierto número de casos con la colaboración de Izquierda Republicana, el partido de Manuel Azaña.

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Estas aportaciones no se habrían producido sin el sectarismo gubernamental sobre la supuesta memoria histórica, que en realidad es una desmemoria. Durante la guerra civil ambos bandos cometieron numerosos crímenes y antes incluso de la Transición había un pacto tácito de no hurgar en las heridas y dejar la investigación de lo sucedido a los historiadores, sin apriorismos ni búsqueda de beneficios políticos. Ha sido el negacionismo del PSOE sobre sus propios crímenes lo que ha estimulado la publicación de las actuaciones delictivas de la izquierda, no al servicio de ninguna causa política, sino en estricta defensa de la verdad.

Entre lo último que se ha publicado destaca Paloma en Madrid, una obra publicada en 1938, con seudónimo, por María Cabrera y Zapata, que había vivido en la capital de España durante el primer año de la guerra. Se trata de un relato de primera mano, que narra sus experiencias personales hasta que pudo salir de España, con sus hijos, gracias a la Cruz Roja Internacional y la embajada británica.

Su descripción del terror padecido por tantos madrileños sobrecoge el ánimo:

"Cada mañana aparecen cadáveres tirados por las calles, como si fueran perros; los ha visto el del pan, o el de la leche, o la trapera, o el que viene apagando las farolas del gas… Sin contar los racimos de los que fusilan noche y día en la Pradera, en el Parque del Oeste, en la Dehesa, en Ventas y qué se yo en cuantos otros sitios".

Las personas más inocentes eran asesinadas:

"En una hondonada entre aquellos solares había regado por el suelo unos catorce cadáveres. Enseguida comprendí que eran monjitas, algunas tenían restos de hábitos. Me quedé suspensa mirando; algunas estaban casi desnudas, otras estaban caídas en montón, una estaba de espaldas y tenía las manos juntas, como rezando. ¡Dios mío, qué horror! El suelo estaba regado de manchas oscuras y de pedazos de trapos y las caras, hinchadas y negruzcas, daban miedo".

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Violencia en las calles de Madrid, 1937

Paloma en Madrid ha sido enriquecida con un prólogo de José Manuel Ezpeleta, el primer especialista en la represión del Frente Popular en Madrid. Lleva anotados los nombres de más de 20.000 víctimas mortales, seis veces más que los fusilados en la posguerra, con una diferencia cualitativa que supera a la meramente cuantitativa: la inmensa mayoría de los ejecutados a partir de 1939 eran autores materiales o inductores directos de crímenes de sangre. Estos son los datos y las cifras de la verdadera memoria.

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