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Pedro Fernández Barbadillo

En Marruecos todo gira en torno al Sáhara

Las Cortes franquistas cometieron la indignidad de afirmar en una ley que el Sáhara jamás había sido provincia española.

Las Cortes franquistas cometieron la indignidad de afirmar en una ley que el Sáhara jamás había sido provincia española.
Cordon Press

La causa de que miles de inmigrantes africanos lleguen en pateras a Canarias y crucen la frontera de Ceuta no es el hambre; tampoco la guerra. Muchos de ellos acuden con su pasaporte en regla y hasta con dinero en el bolsillo para proseguir viaje a Francia o Bélgica. Y se trata de jóvenes en excelente forma física.

La causa de esta invasión, que vulnera el Tratado de amistad, buena vecindad y cooperación entre España y Marruecos (1993), se encuentra en el Sáhara, un territorio invadido por militares y colonos marroquíes pero del que España sigue siendo la potencia administradora hasta que se celebre el referéndum de autodeterminación que exige la ONU. Si Marruecos es forzado a abandonarlo, como le ocurrió a Indonesia con Timor Oriental o al Reino Unido con Hong-Kong, la monarquía alauita podría conocer el mismo destino que otras del mundo árabe.

Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Inglaterra y Francia concedieron la independencia a sus colonias, protectorados y mandatos en el norte de África y Oriente Próximo, trataron de dejar tras de sí gobiernos amigos, sobre todo monarquías.

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Winston Churchill en el Cementerio de Battlefield de Egipto, 1942

El movimiento nacionalista árabe, laico y con aportaciones socialistas, se convirtió en una fuerza que derrocó a varios de esos regímenes vicarios. Su líder fue el egipcio Gamal Abdel Nasser (1918-1970), que se había sublevado contra el rey Faruk, y alcanzó la cima de su influencia en 1958, con la formación de la República Árabe Unida, entre Egipto y Siria, y el asesinato del rey Faisal II de Irak. Además, se sucedieron las guerras civiles, las sublevaciones y los magnicidios en Túnez, Jordania, Yemen, Siria y Argelia.

El objetivo del Gran Marruecos

La dinastía alauita evitó seguir la suerte de los hachemitas de Irak, los Mehmet Alí de Egipto o los Senussi de Libia al convertirse en abanderada de la independencia. El sultán Abd al-Hafid tuvo que aceptar en 1912 el Tratado de Fez, que imponía el protectorado internacional sobre Marruecos, ya que el ‘majzén’ era incapaz de garantizar el orden en el territorio. Las dos potencias protectoras, Francia y España, se comprometían a restaurar la autoridad del sultán en todo el país y a gobernarlo en su nombre. En 1956, Francia dio por concluido el protectorado, con lo que obligó a España a hacer otro tanto unos meses después.

El sultán Mohamed V, padre de Hassán II, encabezó las protestas nacionalistas y recibió la promesa del presidente Roosevelt de impulsar un Marruecos independiente (Marruecos fue el primer país que reconoció a los rebeldes de las trece colonias, tan pronto como 1777). La monarquía alauita hizo suyo el ideario del partido nacionalista Istiqlal: el Gran Marruecos.

Éste se extendería sobre el Marruecos que conocemos, más países limítrofes: la antigua provincia española del Sáhara, Mauritania, amplios territorios de Argelia y Mali y también Canarias, Ceuta, Melilla y los peñones e islas bajo soberanía española. Sólo los españoles han aceptado las pretensiones marroquíes y, ya en el franquismo, entregaron uno tras otro diversos territorios.

El Istiqlal, por cierto, se incorporó a la Internacional de Centro de la mano del Partido Popular.

Una guerra latente

En 1975, con el general Franco agonizando, Hassán II que había sufrido dos intentos de asesinato en 1971 y 1972, decidió apoderarse del Sáhara antes de que se culminase el procedimiento de autodeterminación, comenzado en 1973 con el respaldo del régimen franquista. Y lo consiguió: lanzó a miles de marroquíes, aparentemente civiles, en la llamada Marcha Verde para ocupar la provincia.

El príncipe Juan Carlos, jefe de Estado en funciones, debido a la enfermedad de Franco, y el Gobierno de Arias Navarro, negociaron con Rabat y retiraron a las fuerzas españolas del Sáhara, a finales de febrero de 1976. Las Cortes franquistas cometieron la indignidad de afirmar en una ley que el Sáhara jamás había sido provincia española.

El territorio, de casi 270.000 kilómetros cuadrados, se lo repartieron Marruecos y Mauritania. La dureza de la posterior guerra contra los saharauis encuadrados en el Frente Polisario y respaldados por Argelia, llevó a que Mauritania abandonara su parte del botín. Marruecos protegió el Sáhara útil con varios muros.

El fin de la Guerra Fría supuso la extinción de numerosos conflictos en mundo. En 1991, el Frente Polisario y Marruecos firmaron un alto el fuego y se comprometieron a celebrar el famoso referéndum de autodeterminación. Con el paso del tiempo, Marruecos y sus protectores (sobre todo Francia) rompieron su compromiso. Rabat ofrece desde hace años una autonomía regional, que los saharauis rechazan. Después de años de paralización, a los saharauis se les ha acabado la paciencia y el año pasado se reanudaron los choques armados en el paso de Guerguerat.

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Hassán II y Franco

La dinastía alauita ha vinculado su suerte al Sáhara y ha enterrado en él docenas de miles de millones de euros. El reconocimiento de la independencia supondría el desprestigio de Mohamed VI y la aparición de movimientos secesionistas en el interior del país, en concreto en el Rif, donde Hassán II, entonces príncipe heredero, reprimió (1958-1959) una revuelta matando a varios miles de personas. Que la población marroquí no vive muy feliz bajo su rey lo demuestran los números de la emigración a Europa.

La importancia de España para Rabat

José María Aznar, el primer gobernante español que desde 1956 respondió a las agresiones marroquíes, constató en uno de sus libros de memorias la importancia para el ‘majzén’ del Sáhara:

"Toda la diplomacia marroquí estaba orientada a conseguir un cambio en la posición española, que era de respeto a las resoluciones de las Naciones Unidas, incluida la referente a la celebración de un referéndum sobre el futuro del territorio. España había convivido con situaciones de hecho impuestas por Marruecos, y no faltaban voces, bastante influyentes en la definición de nuestra política exterior, que opinaban que había llegado el momento de reconocer definitivamente las reclamaciones marroquíes sobre el Sáhara"

Los medios de comunicación españoles señalan que la agresión contra la frontera española de Ceuta responde a la hospitalización del jefe del Polisario, Brahim Gali.

Sin embargo, otras fuentes llaman la atención sobre la inminente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre el acuerdo pesquero entre Marruecos y la UE, recurrido por el Polisario. Este acuerdo incluye las aguas saharauis, de cuyas riquezas no pueden disponer los marroquíes. El tribunal ya anuló otro acuerdo en 2015 por el mismo motivo. Por tanto, el chantaje marroquí no es sólo a España, sino a la Unión Europea, y Rabat sabe que el Gobierno español, desde 2004, siempre cede a sus amenazas y agresiones.

Nuestra última esperanza es que las instituciones de la UE sean más resistentes que las españolas.

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