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"Todos los terrorismos acaban siendo fracasos sangrientos"

El historiador Gaizka Fernández analiza los últimos sesenta años de atentados en El terrorismo en España.

La historia del terrorismo en España no es una historia peculiar. En términos generales, ha seguido las mismas pautas que se han producido en el resto del mundo a lo largo de los siglos. Aunque, más allá de eso, quizás sí que exista alguna diferencia notable. Por ejemplo, según el historiador Gaizka Fernández, aquí, "la tercera ola ha durado mucho más que en otros sitios". Se refiere con eso a la catalogación clásica aceptada por los investigadores para clasificar la evolución del terrorismo, desde los movimientos anarquistas-nihilistas de finales del siglo XIX hasta el yihadismo más reciente, pasando por los rebrotes violentos de los años 30 y 60 del pasado siglo.

Precisamente en esa "tercera ola", la de mediados del siglo XX, ha centrado Fernández su último estudio, del que ha terminado naciendo El terrorismo en España (Cátedra), un repaso exhaustivo a los diferentes movimientos terroristas que han tenido lugar en nuestro país desde 1960 hasta 2020. "La duración de la actividad etarra en España, en comparación con la de otras bandas terroristas en otros países, es bastante llamativa", explicó el pasado miércoles durante la presentación de su libro. "Sólo podría compararse con el IRA en Irlanda, lo que ya nos indica que el nacionalismo radical es una característica a tener en cuenta a la hora de analizar estas peculiaridades".

Pero sería un error pensar que el estudio de Fernández se ha centrado exclusivamente en la banda vasca. "En su investigación, ha abierto el foco muchísimo", explicó la periodista Leyre Iglesias durante el mismo acto, "y ha abordado una enorme cantidad de siglas que la mayoría de personas ni conocemos". Antes de empezar a explicar el tema fundamental de su ensayo, por tanto, a Fernández le interesó aclarar que hablar de terrorismo "no es lo mismo que hablar de una ideología". Trataba así de evitar malentendidos. "El terrorismo es un método de acción que lo único que busca es amplificar el efecto de la agresión lo máximo posible", explicó. En ese sentido, se trata de un fenómeno que "se amolda perfectamente a cualquier extremismo, ya sea religioso, político o étnico". Siguiendo esa pauta, el libro recoge todos los atentados llevados a cabo en suelo español durante los últimos sesenta años, ya sean de extrema derecha, de extrema izquierda o islamistas.

La peculiaridad de ETA

Pero, sin duda, la banda terrorista que más ha amenazado a la democracia española durante el último medio siglo ha sido ETA. En el discurso filoetarra es normal encontrar justificaciones que tratan de hacerla pasar por un movimiento antifranquista. Sin embargo, Fernández no está de acuerdo. "Si nos fijamos en las zonas de España que sufrieron más la represión del primer franquismo", analizó, "las más afectadas fueron Extremadura y Andalucía, no el País Vasco". En su opinión, el verdadero nacimiento de ETA se debe más a una escisión del PNV clásico, más moderado y posibilista en sus aspiraciones, e incapaz de hacer frente a las ansias de una juventud radicalizada que, en un momento determinado, llegó a la conclusión de que hacía falta emplear la violencia para alcanzar la independencia. "De hecho, los primeros etarras insultaban a los miembros del PNV llamándoles antifranquistas, precisamente", añadió. "Consideraban que ellos eran únicamente nacionalistas, y que combatir el franquismo era meterse en política española y desvirtuar la causa". Esa es una de las razones por las que Fernández considera que fue un error suponer que la ley de amnistía iba a conseguir acabar con los atentados. "A ETA le daba igual Franco", explicó. "En realidad, sus miembros llegaron a asegurar que, si se instaurase una Tercera República, lucharían contra ella también".

Con respecto a la influencia de la banda en el País Vasco a lo largo de las décadas, hizo hincapié en sus diferentes estrategias para influir en todos los niveles de la sociedad. "ETA era como un pulpo que tenía muchos brazos y que se benefició del servilismo de muchísimos sectores", comentó. Tenía satélites en periódicos, en sindicatos y en partidos políticos, además de contar con la aquiescencia de la mayoría de una población que, aunque contraria a sus acciones, jamás se atrevió a plantar cara. Esta versión pone en duda el discurso que considera al movimiento pacifista de los ciudadanos como el principal factor que desactivó a la banda. "La mayoría de los vascos estaban en contra de ETA, eso es cierto, pero los que salían a la calle y lo decían en voz alta eran una inmensa minoría". En su opinión, por tanto, el principal responsable de la derrota del terrorismo etarra fue el Estado de derecho. "La ley y la acción policial fueron desarticulando poco a poco a la organización, dejándola sin recursos, sin armas y cada vez con menos integrantes. Llegó un momento en el que estaban tan débiles que no les compensaba seguir matando. Pero no tengo dudas de que si no llega a ser por la policía, ETA seguiría poniendo bombas a día de hoy".

Preguntado acerca de los GAL y de si es acertado considerarlos terrorismo de Estado, él piensa que no. "El terrorismo de Estado es algo muy concreto", argumentó. "Nació durante la Revolución francesa y se caracteriza siempre por servirse de la ley y de las instituciones, siguiendo un plan predeterminado, para controlar a la población y sembrar el terror". Ejemplos de terrorismo de Estado, según enumeró, hay muchos, desde el estalinismo hasta la represión franquista, pasando por el Holocausto nazi; pero los GAL, siendo estrictos, no entran dentro de la misma categoría. "Los GAL son terrorismo parapolicial, financiado y conectado, eso sí, con los más altos cargos del Ministerio del Interior. Son igual de inmorales que el terrorismo de Estado, si se quiere, pero no son lo mismo exactamente. La razón está en que no se servían de la legislación para actuar impunemente".

Acerca del legado de ETA, también, consideró que, después de tantos años de actividad, "ha logrado algunas victorias parciales", pero que se ha quedado muy lejos de su objetivo fundamental: la independencia de Euskalherria. "Debido al terrorismo, mucha población abandonó el País Vasco. Eso es innegable. Además, durante muchos años, hacer política sin ser nacionalista era prácticamente imposible. No se podía hablar, ni siquiera. ETA ha callado muchas voces. Pero en el fondo no ha conseguido lo que se proponía". De esa forma, la comparó con la mayoría de los movimientos terroristas del resto del mundo. "En general, todos terminan fracasando. Nunca consiguen lo que desean. Todos los terrorismos son fracasos sangrientos. Justifican los medios más atroces por un supuesto fin superior que, sin embargo, nunca llega. Habría que preguntarle a todo terrorista si cree que mereció la pena hacer lo que hizo, teniendo en cuenta lo que acabó obteniendo".

Para acabar, se mostró optimista con el futuro. "En España estamos comenzando a implementar una serie de medidas contra la radicalización que se llevan empleando en otros países desde hace tiempo, y con buenos resultados", comentó. "En el País Vasco ya se están llevando a cabo políticas de memoria. De forma gradual, además, van a ir instaurándose en el resto de España. Se está empezando a hacer algo, lo que siempre es halagüeño", dijo. Sin embargo, también advirtió de los riesgos reales a los que nos podríamos enfrentar en el futuro. "Es un hecho que en occidente, en los últimos años, se han sucedido diferentes atentados relacionados con la extrema derecha. Teniendo en cuenta que nosotros no nos salimos de la norma, es algo a tener en cuenta", terminó.

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