Menú
Pedro Fernández Barbadillo

Noáin, el Waterloo de los 'abertzales', otro ejemplo de manipulación histórica nacionalista

El 30 de junio se cumplieron 500 años de la batalla, librada en las cercanías del aeropuerto de Pamplona. En las celebraciones se ha coreado "independentzia".

El 30 de junio se cumplieron 500 años de la batalla, librada en las cercanías del aeropuerto de Pamplona. En las celebraciones se ha coreado "independentzia".
Acto de Vox en el que denuncia los | EFE

Si no es el bombardeo de Guernica, es la batalla de Noáin. Los ‘abertzales’ no descansan jamás en su búsqueda de agravios y, de acuerdo con el signo de los tiempos, de víctimas que arrojar contra lo español.

El 30 de junio se cumplieron 500 años de la batalla, librada en las cercanías del aeropuerto de Pamplona. El homenaje, aquelarre más bien, que preparaban los ‘abertzales’ a los mártires de la ‘independencia’ para el 26 de junio en el horroroso monumento, construido en 1992, se suspendió ante una convocatoria de Vox en el mismo lugar y se trasladó al domingo 4 de julio. Los asistentes corearon la "independentzia" de Navarra.

La manipulación es tan evidente que los ‘abertzales’ elevan los muertos a 5.000, cifra imposible para quien conoce el tamaño de los ejércitos de la época. En Villalar, otra batalla alterada en este caso por las izquierdas ‘españolas’, librada en abril anterior, los caídos del bando comunero no alcanzaron el millar. Además, los separatistas denominan a los combatientes en el bando francés ‘gudaris’, neologismo inventado en los años 30 del siglo XX.

Los navarros de la época quedaron muy satisfechos con la incorporación a Castilla en un régimen especial, pues Navarra conservó su estatus de reino y sus Cortes. La unión consistió en tener el mismo monarca que Castilla, quien estaba representado por un virrey en Pamplona; la apertura a los empleos y la corte de la Monarquía Hispánica; y el mantenimiento de los privilegios locales. Este sistema duró hasta la Ley Paccionada de 1841.

Reyes franceses para tierra española

El reino de Navarra (antes de Pamplona entre 824 y 1162) pasó de ser uno de los pilares de la Reconquista a convertirse en la Edad Media en una especie de Bélgica.

estatuadealfonsoidearagon.jpg
Estatua de Alfonso I de Aragón en Zaragoza

Alfonso I el Batallador, de la dinastía Jimena, rey de Aragón y de Pamplona, conquistó Zaragoza (1118), Tudela (1119) y Tarazona (1119); durante su matrimonio con la reina Urraca I de León, se tituló "emperador de las Españas". Pero después de su fallecimiento sin hijos en 1134, las noblezas aragonesa y navarra desobedecieron su testamento, que legaba a las órdenes religiosas sus reinos y dividieron éstos. Así, su hermano Ramiro fue nombrado rey de Aragón (fue el ejecutor del castigo de la Campana de Huesca); y García Ramírez, rey de Pamplona.

Después de casi sesenta años de unión entre ambos reinos, se separaron; y Pamplona quedó sin frontera con al-Ándalus. En las décadas siguientes, Navarra perdió Álava, Guipúzcoa, Nájera y Logroño en favor de Castilla y todo puerto en el Cantábrico.

Varios monarcas de Castilla y Aragón planearon el reparto de Navarra. Al morir Sancho VII en 1234, los magnates navarros ignoraron el deseo de éste de que el reino lo heredase Jaime I de Aragón y llamaron a un sobrino del difunto, Teobaldo, conde de Champaña. De esta manera se asentaron en Navarra las dinastías francesas (Champaña, Capeta, Evréux y Foix) que gobernaron ininterrumpidamente hasta 1512, salvo unos cincuenta años a mediados del siglo XV. Estos monarcas extranjeros, sobre todo los Foix, prestaban más atención a sus estados en Francia que a Navarra.

El gran Fernando el Católico

En 1451 comenzó una guerra civil entre los bandos agramonteses y beaumonteses. Poco después de su conclusión (1464), Fernando de Aragón, hijo y heredero de Juan II, rey consorte de Navarra por su matrimonio con Blanca I, llegó primero al trono de Castilla (1475) por su matrimonio con Isabel y luego al de Aragón (1479). Uno de los objetivos de Fernando el Católico fue la corona de Navarra, aprovechando la reanudación de la guerra civil en 1483.

fernando-el-catolico.jpg
Fernando el Católico. Detalle de la pintura 'Virgin of the Catholic Kings', 1490

Por el Tratado de Valencia (1488), la reina navarra Catalina de Foix y su marido Juan de Albret, cedieron la tutela del reino a los Reyes Católicos y aceptaron guarniciones castellanas a cambio de que se abrieran al comercio las fronteras de Castilla y Aragón. Las guerras con el rey de Francia en Italia y España, que también tenía pretensiones sobre Navarra, persuadieron a Fernando de acabar con el estado pirenaico (cuyo territorio incluía una pequeña comarca en Francia, Ultrapuertos).

Durante una de las guerras desencadenas por los Valois, en 1512 Fernando, rey de Aragón y ya gobernador de Castilla, ordenó al duque de Alba la conquista de Navarra. La operación se realizó en unos pocos días de julio. Entre los 15.000 soldados, figuraban, junto a desterrados navarros, muchos vascos.

En la batalla de Velate y Elizondo, a finales de ese año, las milicias guipuzcoanas derrotaron a tropas navarras y francesas. En 1513, la reina de Castilla, Juana I, concedió a las Juntas Generales la inclusión en el escudo provincial de doce cañones en recuerdo de la participación de Guipúzcoa en la conquista navarra. En 1979, esos cañones fueron borrados, para imponer el olvido sobre la verdadera histórica vasca.

Las Cortes navarras aceptaron en 1513 la anexión y el virrey concedió un perdón real, pero varios nobles y rebeldes se refugiaron en Ultrapuertos, al otro lado de los Pirineos. En 1515, Fernando el Católico integró Navarra en la Corona de Castilla.

El belicismo de Francisco I

En 1519, murió Maximiliano I y a la elección imperial se presentaron su nieto Carlos de Habsburgo, rey de España desde 1516, y Francisco I, rey de Francia desde 1515. La victoria de Carlos, gracias a las riquezas de Indias (pagó un soborno a los electores de casi 850.000 florines de oro), enfadó tanto a Francisco que formó una alianza con Venecia para enfrentarse al nuevo emperador, al papa León X y a Enrique VIII de Inglaterra. El conflicto concluyó cuando el francés fue capturado en Pavía en 1525, pero antes llevó la guerra a la Península.

En 1520, se ausentó de España, Carlos I, para ser coronado emperador y se levantaron los comuneros en Castilla. Entonces, Francisco permitió al pretendiente navarro, Enrique II de Albret, reclutar un ejército de franceses, con mercenarios alemanes y algunos navarros. Las tropas atravesaron los Pirineos en la primavera de 1521, rindieron en mayo Pamplona (donde cayó herido Ignacio López de Loyola, futuro San Ignacio) y atacaron Logroño.

Después de derrotar a los comuneros, el gobernador de Castilla, Íñigo Fernández de Velasco, conde de Haro y condestable de Castilla, organizó un ejército de unos 20.000 hombres, al que se unieron contingentes aragoneses. Las milicias de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava aportaron más de 5.000 hombres; y los navarros leales, 4.000 soldados, dirigidos por Francés de Beaumont.

En la llanura de Noáin se libró una batalla, en la que Enrique II perdió su fugaz reino. Los muertos en su ejército debieron de rondar los 800. En el otoño, los franceses volvieron a atravesar la frontera, esta vez por Guipúzcoa, y tomaron el 18 de octubre Fuenterrabía, que se recuperó en febrero de 1524.

Antiguos enemigos unidos en los jesuitas

Carlos I de España, que regresó por fin en 1522, actuó respecto a los rebeldes castellanos y navarros como lo habían hecho los Reyes Católicos en la guerra civil: clemencia y recuperación, con sendos perdones en 1523 y 1524. Enrique II fue rey sólo en Ultrapuertos, la sexta merindad navarra, y por merced de los monarcas franceses. Un nieto suyo, Enrique IV, se convirtió en el primer Borbón rey de Francia.

carlos-v.jpg
Carlos V de Alemania y I de España

A continuación, los navarros conocieron un largo período de paz en el que aumentaron la población y la prosperidad. Muchos de ellos fueron funcionarios de la Corte, inquisidores, soldados, catedráticos en Salamanca, obispos y hasta virreyes.

Una de las familias aristocráticas que más sufrió por encontrarse en el bando vencido fue la de Juan de Jasso, doctor por Bolonia y presidente del Consejo Real de Navarra, al que Juan II de Aragón había concedido el señorío de Idocin. El cardenal Cisneros, gobernador de Castilla, hizo desmochar el castillo de Javier debido a las reuniones que en él celebraron cabecillas de los agramonteses después de la muerte del rey Fernando.

Dos de los hijos de Juan de Jasso, que había muerto en 1515, Miguel y Juan, se unieron a la invasión francesa de 1521 y se les condenó a muerte, aunque luego recibieron el perdón del emperador. Otro de sus hijos, el benjamín San Francisco Javier, ingresó en la Compañía de Jesús fundada por San Ignacio de Loyola y murió cuatro años antes que su antiguo enemigo, mientras aguardaba un barco que le llevase a China a predicar el catolicismo.

En Cultura

    0
    comentarios