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Hemos perdido Lepanto

La grandeza de España se fundamenta en los héroes que la forjaron y en todos aquellos que entregaron su vida por ella.

La grandeza de España se fundamenta en los héroes que la forjaron y en todos aquellos que entregaron su vida por ella.
Cordon Press

Hace un año, el 13 de octubre de 2020, la Asociación Profesional Militar Tercios Viejos Españoles (TERVIES) presentó una propuesta al Ministerio de Defensa para que en 2021 se conmemorara el 450 aniversario de la batalla de Lepanto con la solemnidad que un hecho histórico de tal trascendencia requería. Cierto es que desde diferentes organismos de las FAS se han organizado algunos eventos para recordar lo ocurrido aquel 7 de octubre de 1571 frente a las costas griegas de la actual Nafpaktía, pero resulta incomprensible que desde las más altas instancias del Ministerio de Defensa se hayan desentendido de la celebración de lo que Cervantes denominó "la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, los presentes, ni esperan ver los venideros".

En el año 2005, el Reino Unido celebró el 200 aniversario de su victoria en Trafalgar sobre franceses y españoles con un desfile naval en el que participaron más de 170 buques de 36 países y que fue presidido por la Reina de Inglaterra. España fue invitada a participar en tal conmemoración y, lejos de sentirse ofendida por ello, acudió con dos buques de su Armada para rendir homenaje a los más de 1.000 soldados que lucharon por defender nuestra patria hasta dejarse la vida, aunque el resultado final fuese una dolorosa derrota, novelada genialmente por Galdós en su primer capítulo de los Episodios Nacionales.

Tal y como rezan las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas, la grandeza de España se fundamenta en los héroes que la forjaron y en todos aquellos que entregaron su vida por ella. Como militares nos sentimos herederos y depositarios de la tradición militar española y homenajear a nuestros caídos es un deber de gratitud y un motivo de estímulo para la continuación de su obra.

Lepanto fue la mayor y más sangrienta batalla naval de la Edad Moderna en la que dejaron su vida cerca de 10.000 soldados cristianos y más de 30.000 turcos. España lideró la coalición cristiana de la Liga Santa y la victoria supuso el freno a la expansión del islam por Europa, al tiempo que permitió a España asegurar su influencia en el Mediterráneo Occidental consolidando su Imperio. Pero más allá de las innegables consecuencias políticas y religiosas, es un deber irrenunciable recordar el sacrificio de todos aquellos que, envueltos en el amor a la patria y en su fe, nos dieron un ejemplo de entrega sin límites.

Sí, la conmemoración de los 450 años de la batalla de Lepanto requería un gran acto, con proyección internacional, en el que se invitara a participar a todas las naciones que en ella tomaron parte, vencedores y vencidos, y que contara con la presencia de las más altas autoridades del Estado, siguiendo el ejemplo de lo que el Reino Unido organizó para conmemorar Trafalgar. ¿Por qué no se ha hecho?

Hemos perdido, quizá, la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, los presentes, ni esperan ver los venideros para rendir homenaje a nuestros muertos. Hemos perdido Lepanto.

El teniente coronel Jesús M. Prieto Mateos es secretario de la asociación Tercios Viejos Españoles, una asociación profesional militar que busca la regeneración de la vida militar y la defensa de los mejores valores de los ejércitos que hicieron grande a España.

www.asociacionterciosviejos.com

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