"El caballo" es uno de los sobrenombres que Fidel Castro recibió en vida. Fue el líder de la revolución, el Comandante, y -en consecuencia- se le consideraba el número uno del régimen. Una posición que simboliza este animal en la charada cubana, un juego de azar popular muy similar a la lotería china. De ahí que Lilo Vilaplana decidiera que ese debía ser el título de su última película. La alusión al dirigente comunista era más que conveniente para la cinta, tratándose de una radiografía del país que dejó a su muerte y que tan poco ha cambiado en los 63 años de dictadura.
Como ya hiciera en su anterior film, Plantados, el cineasta cubano denuncia la tiranía de este sistema totalitario que oprime, encarcela y tortura a su pueblo. Y todo a partir de una historia que comienza precisamente con la muerte de un caballo. El protagonista lo mata "para alimentarse, para vender la carne, para sobrevivir... Algo que pasa en Cuba constantemente", explica el director en LD.
Ni siquiera la posible condena de hasta 20 años de cárcel impide que los cubanos se arriesguen a conseguirla para dar de comer a su familia. Así está la situación. Se supone que "ni siquiera la persona que cría las reses, que las tiene en su casa, puede matarlas". Parece ciencia ficción, pero la realidad es que "Cuba le pertenece al Estado totalitario, nada es de nadie. Y ahora, con el nuevo código de familia, ni los hijos te pertenecen".
La muerte del gato
El antecedente de la película es La muerte del gato, también de Lilo Vilaplana. Recibió el premio a Mejor Cortometraje de América Latina en el FIBABC y relata la historia de tres amigos que planean matar al gato de una vecina para poder comer en pleno "Periodo especial" de Cuba, la forma en que el régimen llama a la peor crisis económica de su historia.
"Un día Marcos Miranda, un director y escritor cubano me dice: yo tengo una historia parecida a La muerte del gato que me pasó en Cuba hace 30 años", cuenta Vilaplana. De ahí salió el primer guion, al que después le fueron añadiendo distintas historias cruzadas. Lilo quería ir más allá, reflejar también lo poco que han cambiado las cosas en 63 años de dictadura. "El pueblo sufre" y no tiene más remedio que vivir "al margen de la ley".
El trasfondo de El Caballo radica en ese sufrimiento. El régimen somete a su gente "usándolos como esclavos y enfrentando a cubanos contra cubanos, dividiendo la familia". Vilaplana lo ha vivido en sus propias carnes: "para sobrevivir, la gente tiene que convertirse en delincuente. El pueblo le roba al Estado, que es el único que puede pagar en Cuba". El castrismo lo sabe y "se aprovecha".
Al margen de la ley
La información, si se sabe cuándo hacer uso de ella, puede ser muy valiosa. Así que el régimen cubano la recaba y la guarda hasta que le encuentra utilidad. Lilo Vilaplana lo explica haciendo alusión a una escena de la película El Caballo en la que el protagonista, que interpreta Ariel Texidó, le dice a Alina Robert: "Te están guardando las cosas que tú haces para, el día que caigas como preso político, sacarte en cara que eras un delincuente común".
Precisamente eso es lo que hacen ahora con los detenidos tras las protestas pacíficas del 11J, explica el director de cine. En su mayoría son jóvenes, incluso menores de edad, que salieron a la calle para pedir libertad y están acabando -porque los juicios aún no han terminado- condenados por sedición, con penas absolutamente desproporcionadas. "Para imponer un escarmiento", sentencia Vilaplana.
Sacar a relucir la verdad
La película cuenta la historia de un disidente acosado por la policía. Junto a su mujer, vende comida y otros productos que roban o consiguen por ahí. En su búsqueda, se encuentra con el mencionado caballo. "Lo llevan a La Habana para intentar hacer negocio con él y darle comida a una señora que quieren ellos mucho. Está enferma y necesita subir la hemoglobina", explica Lilo.
De la trama principal salen otras tantas secundarias que -a través del humor- "denuncian lo que pasa en Cuba, para que el mundo conozca la realidad y no la propaganda que vende el castrismo", sentencia Vilaplana. Ese es el fin último, lo que persigue: que salga a la luz la verdad.
Para Lilo hacer cine denuncia es fundamental para sacar "esas cosas que el mundo no conoce". "Al principio de la revolución, ellos fusilaban impunemente sin juicio, les sacaban sangre a los presos antes de matarlos para venderla... De todo lo terrible hacen un negocio, como hacen con los médicos cubanos. Los llevan como esclavos modernos a distintas partes del mundo. Les quitan todo el dinero, les dan una miseria y ellos ganan sumas millonarias". Todo ello tiene su lugar en El Caballo.
Los capítulos desconocidos
Según explica Lilo, "hay un desconocimiento pleno de qué es la dictadura castrista y cómo se impuso". Sobre cosas como que Fidel Castro "fusiló y encarceló" a muchos de los que lucharon a su lado supuestamente "para restaurar la democracia en Cuba, el hilo constitucional roto por Batista". Pero, cuando el Comandante logra el poder, "los traiciona".
También es poco conocido lo que hizo "con la generación que viene detrás". Algo se sabe de los campos de concentración de la UMAP, pero también creó "las escuelas de campo" que tenían como objetivo "sacar a los hijos del régimen de la vida familiar para adoctrinar a los muchachos, para quebrar la moral de esos jóvenes que, al verse solos, hacen cualquier tipo de cosa". Esto les hacía vulnerables, maleables y manipulables.
Son tantos los pasajes de terror que ha dejado la historia de la dictadura comunista que no es posible contarlos todos en una sola película. En Plantados Vilaplana nos relató el horror de las cárceles cubanas, en las que los disidentes eran torturados y fusilados. Nos presentaba la verdad "descarnada", cruda. Y a pesar de todo, asegura el director, "muchos presos políticos me dicen que me quedé corto, que era peor".
El Caballo es otra cosa. La define como "más refrescante". Pero siempre sin dejar de un lado la denuncia, que se ha convertido en su seña de identidad. De hecho, ya está con su siguiente proyecto y seguirá la misma línea: Plantadas. "Hemos conseguido la mitad del dinero, está el guion escrito, se hizo toda la investigación, se entrevistaron muchas ex presas políticas...", afirma Lilo. La maquinaria está en marcha y el cineasta cubano no va a parar hasta que la cinta esté hecha. A la vista está que no es de los que se rinden.
Coló un dron en Cuba
No puede contar cómo lo ha conseguido, pero lo ha hecho: ha logrado grabar en Cuba con un dron, una vez más. Porque no es la primera vez. Ha llegado a hacer un cortometraje en La Habana, sin entrar en el país. Pero, en esta ocasión, la postproducción también ha sido muy importante. Además de conseguir las imágenes aéreas de la isla, ha reproducido algunos de los lugares emblemáticos de la capital para rodar El Caballo.
Así, podremos ver "la Plaza Cívica, un lugar icónico que llaman ellos Plaza la Revolución, pero que realmente es de la época Batista". "Tuvimos que colocar unos tanques de agua y destrozar... porque para que parezca la Cuba actual siempre hay que destrozar los lugares. Cuba está destrozada", asevera.
El cineasta cubano se muestra muy orgulloso del resultado de la película, especialmente teniendo en cuenta que "se tuvo que rodar en cinco días porque el presupuesto era muy bajo y yo quería hacerla". En Cuba, la cinta ya está circulando. Se está distribuyendo de manera gratuita, para que llegue al mayor número de personas posible.
"Creo que la película Plantados y la canción Patria y vida influyeron mucho en abrir los ojos al pueblo cubano y en el estallido de esos jóvenes que no conocían nada y se dieron cuenta de lo que pasó", señala Vilaplana. La dictadura ha optado "por la represión absoluta y por estos años de encarcelamiento, por las torturas". Pero Lilo cree que nada de esto frenará ya el proceso del cambio.
"Yo creo que muy pronto habrá otro estallido social. La dictadura castrista tiene que acabarse este año ya. No debe seguir un país viviendo en esa esclavitud", asevera. Entretanto, nos seguirá mostrando a través de sus películas esa realidad que el régimen comunista quiere ocultar.